Muchas veces uno ve y lee las aportaciones de foreros insignes o destacados profesionales de la seguridad y se queda sorprendido de las múltiples coincidencias que encuentro con lo que mi mujer llama mis “neurosis”. Yo siempre he pensado que era muy maniático, que tenía demasiadas manías, que era muy quisquilloso, etc. Después de ir leyéndoos a todos me doy cuenta de que no soy el único “neurótico” o maniático, más bien me gusta pensar que intento contar con una “mínima oportunidad”, esa pequeña acción que me da un punto previo ante cualquier problema.
Ya lo apunté en un aporte mío a un comentario de Cecilio Andrade en este mismo foro. Tengo la costumbre de sentarme en determinadas mesas o determinadas sillas en restaurantes o bares. Tengo la costumbre de caminar de día cerca de la pared y de noche alejarme un poco; cuestión de estadísticas sobre el lugar de procedencia de las agresiones. En las esquinas que no me gustan especialmente, o para entrar en mi portal no entro directamente sino que me separo de la pared para buscar la entrada de frente en lugar de en ángulo (¿”cortar la tarta”?). Todo eso ya lo relaté anteriormente en este foro.
En mi coche tengo mis manías también. Conduzco vigilando mis 360º: mis espejos retrovisores me sirven para controlar los coches que van detrás del mío, pero no sólo el que va inmediatamente detrás, también 2 ó 3 ó más por detrás. No me gusta comprobar que el mismo coche me acompaña demasiado tiempo. Al entrar en casco urbano siempre bloqueo las puertas, cosa que no hago en carretera. Si llego a un semáforo me detengo separado del vehículo de delante de modo que me permita salir con velocidad girando el volante y empujando a todos los que sea necesario. En un atasco en carretera hago lo mismo. En el coche hay una navaja y un dispositivo de rescate de esos que permiten partir cristal y cortar cinturones con rapidez, ya sabéis.