Del diario EL MUNDO de hace 14 años.
El GIGN: agentes especiales contra el terrorismo
El sábado por la noche, cuando el drama de los rehenes del Airbus de Air France recién empezaba, un comando del GIGN (Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional), cuerpo de elite francés, estaba ya en el aeropuerto de Palma, a menos de 200 kilómetros de Argel, listo para proceder a una operación rescate.
La orden no llegó, pero cuando el aparato secuestrado aterrizó el lunes de madrugada en el aeropuerto de Marsella, otro Airbus estaba ya en un rincón oscuro de las pistas, con hombres del GIGN en su interior.
A medida que la pesadilla de los 170 rehenes se prolongaba y las negociaciones con los piratas del aire se revelaban vanas, el cuerpo paramilitar francés se fue convirtiendo, en la mente de todos, en el elemento clave para resolver la crisis.
Curtido en operaciones relámpago, el GIGN ostenta, en veinte años de existencia, un currículo de 350 rehenes liberados y 550 personas arrestadas, en un total de 600 actuaciones llevadas a cabo en medios tan dispares como Djibuti, Arabia Saudí, Nueva Caledonia o una escuela primaria de las afueras de París.
Su especialidad: neutralizar a secuestradores, sin tener demasiado en cuenta si han de topar con personas movidas por las convicciones políticas, el fanatismo religioso o las perturbaciones mentales.
El GIGN y sus comandos enmascarados hicieron escuela en todo el mundo; los «Ninjas» argelinos son un ejemplo de ello, aunque aparentemente no tan fiables como para que París se decidiera a confiarles la delicada misión de salvar a los rehenes del Airbus (entre ellos 40 franceses).
El GIGN, con sede en Satory (afueras de París), cuenta con un total de 87 hombres; sus comandos de intervención, de 15 personas, son operativos en menos de media hora.
Actúan con un estricto reparto de roles (tiradores de elite, negociador, técnicos) y disponen de toda la panoplia del oficio: micrófonos láser, cámaras ultrasensibles..., que les permiten preparar sus acciones con notable precisión.
Un ex jefe del GIGN, el capitán Barril (cuyos métodos en la célula de seguridad de la Presidencia estuvo en el centro del primer escándalo del socialismo francés), se enorgullecía de poder asaltar un avión secuestrado en menos de un minuto, con una treintena de hombres.
Ayer sus agentes demostraron que era verdad.