Fuente: https://es.noticias.yahoo.com/blogs/wor ... 06778.htmlTodo lo que hay que saber de la liberación del soldado Bergdahl y los peligros para la presidencia de ObamaPor Jordi Pérez Colomé | World Wide Blog – jue, 5 jun 2014Estados Unidos ha logrado la liberación del sargento y desde 2009 prisionero de guerra Bowe Bergdahl, a cambio de cinco talibanes encerrados en Guantánamo. La operación ha provocado críticas por dos motivos: las dudas sobre el servicio de Bergdahl y la recompensa que se han llevado los talibanes. Esto es lo que hay que saber.
Quién es Bowe BergdahlBergdahl nació en 1986 en Idaho. Creció cerca de Hailey, un lugar remoto. Sus padres, muy religiosos, optaron por educarle en casa junto a su hermana. “La ética y la moral eran constantes en nuestras conversaciones”, dice Bob, su padre.
A los 16 años se mudó a casa de una chica y aprendió ballet. A los 20 se trasladó a París y quiso entrar en la Legión Extranjera francesa. No lo aceptaron. Fue un golpe duro, dijo su padre: “No querían a un tipo de Idaho educado en casa”.
Optó entonces por el ejército americano. Bergdahl no era el típico soldado: “Mientras sus compañeros iban a clubs de striptease, Bowe iba a la librería Barnes & Noble”, dice un compañero. No leía cualquier cosa: prefería Aristóteles, san Agustín, Kant, Hume.
Según este magnífico reportaje de 2012 de donde salen estos datos biográficos, poco antes de ser destinado a Afganistán en 2009, Bergdahl creía que su labor sería sobre todo reconstruir aldeas afganas. Empezó incluso a aprender pastún, la lengua del lugar.
Qué pasó en AfganistánLa unidad de Bergdahl llegó a su destino en el este de Afganistán, cerca de Pakistán, en marzo de 2009. Desde el principio fue un desastre. El ejército de Estados Unidos debía sobre todo ganarse la confianza de los locales y, además, eliminar talibanes. No lograban ninguno de los dos objetivos. La misión en el país era una derrota inexorable, mientras los soldados vivían a diario entre la vida y la muerte.
La relación de Bergdahl con los otros soldados, que ya era escasa, se complicó aún más. En este vídeo de Bergdahl cuando ya estaba en manos de los talibanes dice en un momento: “En mi vida he estado bastante perdido”.
En un correo a sus padres a las semanas de llegar, escribió:
La vida es demasiado corta para ocuparte de la condena de los demás, y para gastarla en ayudar a tontos cuyas ideas son equivocadas. He visto sus ideas y me avergüenza ser americano. El horror de la arrogancia pretenciosa en la que se creen algo. Es repugnante.
¿Pero desertó o no?Depende de cómo se mire, pero parece que sí. Antes de llegar a Afganistán, Bergdahl había presumido ante un compañero de venir de las montañas de Idaho y de ser capaz de sobrevivir en cualquier terreno: “Si nuestra misión es inútil, cogeré y me iré a las montañas de Pakistán”. Eso es lo que hizo, según todos los indicios: dejar su instrumental militar y salir una noche hacia Pakistán.
Pero hay un detalle interesante: la noche en que lo capturaron era al menos la segunda en que salía a dar una vuelta. La investigación del ejército donde está este dato sigue clasificada: no se sabe por tanto para qué ni si hubo más ocasiones.
Un soldado se convierte en desertor cuando ha abandonado su puesto durante 30 días; si no, es solo “ausente” (AWOL en la jerga militar americana). El ejército puede también declararle desertor si tiene pruebas de que se fue para no volver. No se sabe aún qué dice la nota que aparentemente dejó Bergdahl en su base. Es una posible prueba de su deserción.
En la historia del ejército de Estados Unidos ha habido miles de desertores. La particularidad de Bergdahl es que acabó preso en manos del enemigo. Una vez recuperado, el ejército tiene ahora tres opciones básicas: expulsarle, rehabilitarle y consejo de guerra.
El caso mítico más parecido es el de Charles Jenkins: estaba destinado en la frontera entre las Coreas en 1964. Una noche, preocupado por no acabar en Vietnam, se bebió diez cervezas y, borracho, cruzó a Corea del Norte. Allí tuvo que aprenderse la vida y milagros de Kim Il-sung y enseñar inglés. Pudo salir con 64 años en 2004 y el ejército aún le juzgó y condenó a 24 días de cárcel. Ahora vive libre en Japón.
¿Pero y si también es un traidor?Aquella noche, Bergdahl pudo salir a airearse o a tratar de huir a Pakistán. Pero también pudo intentar algo mucho peor: pasarse al bando enemigo.
En el pueblo al lado de la base de Bergdahl, le vieron aquella noche: “Pensábamos que iba fumado de hachís. ¿Por qué iba a querer un americano encontrar talibanes?”, dice un aldeano. “Intentaron decirle que no fuera hacia la montaña, que era peligroso. Pero él seguía. Intentaron darle agua y pan, pero no lo cogió”, añade.
Según un líder de su unidad, a las horas de haber desaparecido, desde la base interceptaban conversaciones de radio y móvil en la zona. Un intérprete las traducía según llegaban. En uno de los cortes alguien dijo: “Hay un americano en el pueblo que busca a alguien que sepa inglés para hablar con los talibanes”.
Algunos de los soldados sospechan que pasó inteligencia a los talibanes porque las explosiones contra sus vehículos empezaron a ser más precisas. El ejército americano deberá juzgar si esto es prueba suficiente de traición.
Pero no parece que Bergdahl haya colaborado voluntariamente con los talibanes. En el verano de 2011 intentó escapar del cautiverio. En las imágenes de su liberación, llega atado, un talibán le dice que no vuelva más a Afganistán y su aspecto no es saludable. Por ahora sigue en un hospital militar americano en Alemania y aún no ha podido ver a su familia.
Hay sin embargo una queja más razonable de los soldados de su unidad. Las labores de búsqueda pudieron poner en peligro sin necesidad la vida de varios soldados. En las semanas siguientes a la desaparición de Bergdahl, murieron seis soldados. Otro soldado atribuye la responsabilidad a las labores de búsqueda y por tanto a Bergdahl. Una investigación del New York Times demuestra que no es tan fácil de demostrar.
Qué ha hecho mal ObamaEl día después de la liberación, la asesora de Seguridad Nacional de Obama, Susan Rice, dijo que Bergdahl había servido “con honor y distinción”. El presidente había anunciado con toda la pompa desde la Casa Blanca la liberación de Bergdahl junto a sus padres.
Tanto orgullo nacional mosqueó a los soldados que se habían jugado la vida por él. Es su queja básica: está bien que el gobierno haya hecho todo lo posible por liberar a un soldado americano. Es su obligación. Pero no hay que festejarlo ni premiarlo hasta que se haya juzgado su conducta.
Es también la postura oficial del Pentágono, más comedido que la Casa Blanca: “Las cuestiones sobre la conducta de un soldado son distintas de nuestro esfuerzo para recuperar CUALQUIER miembro en servicio capturado por el enemigo”, ha escrito el jefe del Estado Mayor, William Dempsey.
[Relacionado: Las oscuras sospechas sobre Bowe Bergdahl, el soldado liberado en Afganistán]
Qué más quizá ha hecho mal ObamaLas críticas de los republicanos va más allá de haber logrado liberar a un soldado de comportamiento dudoso. El problema siguiente es haber negociado con terroristas y haber acabado liberando a cinco. Según los críticos, los soldados americanos ahora estarán en mayor peligro porque sus enemigos intentarán secuestrarles más.
No es verdad. Siempre se ha negociado con terroristas y todos los enemigos sabían y saben que un ciudadano americano cautivo es un tesoro. Aunque no todos los americanos valen lo mismo. Estados Unidos es rígido con los rescates. En Afganistán y Pakistán quedan al menos dos civiles americanos secuestrados; aquí están todos los repartidos por el mundo. Estados Unidos sí negocia con terroristas, pero solo hasta cierto punto.
Qué consecuencias políticas tendrá la liberaciónObama está en la “época Lewinsky” de su presidencia. Cada escándalo sirve para debilitarle. No se trata tanto de imputarle -habría un complejo motivo legal: Obama debería haber informado al Congreso antes de liberar a los cinco talibanes- como de hacerle perder poder y popularidad para trabajar en nuevas medidas.
Es también una posible arma para usar en las elecciones legislativas de noviembre y, sobre todo, las presidenciales de 2016 si la ex secretaria de Estado Hillary Clinton es candidata. Como la muerte del embajador americano en Libia en septiembre de 2012, la oposición se queja con razón: hay cosas que se han gestionado mal. Pero convertir el acontecimiento en una cuestión vital de seguridad nacional es exagerado.
Qué ases se guarda ObamaSobre todo, tres. Obama quiere cerrar Guantánamo. A muchos presos sin cargos deberá dejarlos ir algún día a cambio de nada. Los cinco liberados eran de esos. Los republicanos del Congreso se enfadan porque lo saben. Es uno de los grandes temas ocultos de esta liberación, como bien dicen aquí.
Los cinco talibanes liberados deberán vivir en Catar un año. Luego serán libres de volver a casa. Para controlarlo, dice aquí Reuters, “Estados Unidos ha instalado un equipode vigilancia extensa que controlará sus movimientos y comunicaciones”. Quién sabe qué puede significar y si es algún sistema que podrá seguir dando pistas una vez hayan vuelto a Afganistán.
Estas negociaciones a través de Catar -donde los talibanes tienen una oficina diplomática- pueden ser un modo de abrir un canal de contacto con un grupo que se cree el gobierno legítimo de Afganistán en el exilio desde 2001. Cuando los americanos se retiren del todo a final de 2016, quizá intenten de nuevo conquistar Kabul. Estados Unidos debería saber cómo negociar para evitar que el país se convierta en una nueva base terrorista. Pero esto queda aún lejos.
__________________
Un saludo esCOPeteado.