Espero que sea de vuestro interés...
EL COMANDANTE BARÓ Y SUS HOMBRES MURIERON HEROICAMENTE
Un compañero del comandante dirigió un mensaje particular a sus amigos sobre la heroica muerte de los militares españoles, que por su ejemplaridad, reproducimos a continuación:
Comandante Lorenzo
Como buen amigo y compañero del comandante Carlos Baró tengo el honor de relatar este mensaje a todos ustedes: el cómo murió un valiente en una acción de combate en el campo de batalla.
Creo que lo acontecido el sábado día 29 de noviembre es algo que no se ha de olvidar y es una obligación de todos ensalzar la gesta protagonizada por unos militares españoles.
Centrándome en la personalidad del comandante Baró, decir que era un hombre que vivía intensamente, todo lo que hacía era con especial entusiasmo y dedicación.
Que a nadie le quede la menor duda de que ha muerto como a él le hubiera gustado morir; como a muchos también nos gustaría, y no es de otra manera que en combate y no con ochenta años con pañales y una sonda para no irnos de vientre o de riñón. Ha muerto como debemos morir los militares: en el campo de batalla.
Los hechos ocurrieron de la siguiente manera (cualquier comentario de prensa o de barra de bar, es simplemente una opinión que no va a ningún lado):
Iban en dos vehículos todo terreno por una carretera; cuatro militares en cada uno. En el segundo iba el comandante Baró.
Un vehículo con iraquíes les adelanta y a la altura del primer vehículo disparan fusilería contra sus ocupantes. El que iba de conductor es herido de muerte. El vehículo queda parado en el arcén derecho.
El segundo vehículo se para delante de ellos y bajan sus ocupantes (entre ellos el comandante Baró) a ayudar a los heridos y posibles muertos. Espíritu de unión y socorro: a la voz de "A mí la Legión", sea donde sea, acudirán todos y con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio.
En ese momento les hacen fuego y se parapetan, los cuatro ocupantes del segundo vehículo, en el arcén izquierdo. Momento en que lanzan una granada de RPG-7 contra el vehículo de los heridos.
Comienza el tiroteo desde la cuneta dirigido por el comandante Baró. Espíritu de acudir al fuego: la Legión, desde el hombre solo hasta la Legión entera, acudirá siempre donde oiga fuego, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello.
Se produce la primera llamada telefónica (vía satélite) al CNI; el comandante Baró llama por teléfono solicitando un medio de apoyo para sacar a los heridos y muertos de la zona. Creyendo que el enemigo ya se replegaría debido a que habían cumplido su objetivo.
El comandante Baró le dice al sargento primero: "Vete campo a través y trae refuerzos". Espíritu de combate: la Legión pedirá siempre siempre combatir sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años.
Además añadió: "Yo te cubro". Espíritu de compañerismo: con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.
Siete minutos después de la primera llamada, se produce la segunda llamada del comandante Baró, ya herido: estamos en coordenadas XXX. Espíritu del legionario: es único y sin igual; es de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.
El comandante Baró y los otros militares resisten hasta un total de 25 minutos el envite del enemigo, que concluye con la gloriosa muerte en el campo de batalla de todos ellos. Espíritu de la muerte: el morir en combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor, y el morir no es tan horrible como parece, lo más horrible es vivir siendo un cobarde.
Lo ocurrido el 29 de noviembre de 2003 en algún lugar en Irak ha de ser recordado por todos los españoles, sean de la condición que sean, como una gesta militar forjada en el campo de batalla y llevada a cabo por militares españoles. La bandera de la Legión: será la más gloriosa porque la teñirá sangre de sus legionarios.
El sargento primero que fue a por refuerzos, alcanzó un camino o carretera paralela, paró un taxi o vehículo, se dirigió al pueblo cercano, y con la policía local iraquí acudió a la zona de la emboscada, llegando a ella cuarenta y cinco minutos después del inicio de la acción de combate. Se encontró los cuerpos tiroteados y ardiendo; fuego provocado en los cadáveres de nuestros compatriotas no por un enemigo, sino por unos canallas, pertenecientes a la más baja escoria, que después de muertos remataron e incendiaron a nuestros compañeros.
El comandante Baró junto con su equipo (cuatro militares en total) desarrollaron en Irak una labor de inteligencia sobresaliente, no lo digo por ensalzarlos, lo digo porque es verdad. Levantaron todo el operativo enemigo iraquí en la zona, activaron la red de contactos (el comandante Baró en muchas familias iraquíes era considerado como un hijo), y desactivaron hasta en dos ocasiones la extensión de células enemigas iraquíes a la zona española. El espíritu de la disciplina: cumplirá su deber, obedecerá hasta morir.
En el funeral de Estado, el capellán militar ensalzó la labor de nuestros compañeros muertos. Pero en el entierro del comandante Baró (un par de horas después), en la capilla del crematorio después del responso del sacerdote, con la familia del comandante Baró y setenta compañeros de promoción y de otros destinos o cursos del comandante (Legión, Paracaidista y Operaciones Espaciales), y por expreso deseo de la madre, se acudió de uniforme, se puso un chapiri legionario presidiendo el ataúd junto al crucifijo, y se cantó el Novio de la muerte, himno que, entonado por todos los asistentes con lágrimas contenidas o ya brotadas, no cesó de sonar en las gargantas de ninguno mientras el alma de nuestro compañero alcanzaba el cielo.
Según se cantaba, la letra recordaba claramente lo que había sucedido:
...Cuando más rudo era el fuego / y la pelea más fiera / defendiendo a su bandera / el legionario avanzó, / y sin temer al empuje / del enemigo exaltado / quiso morir como un bravo / y la enseña rescató.
Que nadie olvide esta gesta, que nadie la olvide.
Aunque bien es verdad que en los últimos doce años en Bosnia, Kosovo, Irak, el Perejil o en el océano Índico las unidades de operaciones especiales, y en ocasiones las convencionales, de alguna manera u otra hemos entrado en combate, a veces sin hacer fuego y otras haciendo fuego intimidatorio o disuasorio, ésta es la primera vez en casi treinta años (más de una generación) que España tiene muertos en combate. Quizás por esto nos venga muy bien a todos recordar el motivo por el cual nos hicimos militares y por el cual mantenemos esta profesión, la cual no es otra sino de sacrificio y entrega sin esperar nada a cambio; lo único que nos debe quedar es la honrada satisfacción del deber cumplido.
Nos debe llenar de orgullo la gloriosa muerte de nuestros compañeros en Irak.
Particularmente tengo que decir que me siento orgulloso de tener el honor de haber conocido, trabajado y tener como amigo a un compañero que se sacrificó hasta el final defendiendo los intereses de España.
Esta acción de combate, tal y como sucedieron los hechos, es meritoria de la más alta condecoración militar. Todos los hombres legionarios son bravos; cada nación tiene fama de bravura: aquí es preciso demostrar qué pueblo es el más valiente.
Al comandante Carlos Baró Ollero:
Carlos: coincidimos en muchas facetas de personalidad y carácter; nuestros compañeros comunes lo saben; quiero vivir como tú, quiero morir como tú. Espíritu de amistad: de juramento entre cada dos hombres.
Comandante Carlos Baró Ollero: ¡Presente!».
_________________ United We Conquer Gran escena y gran mensaje: https://m.youtube.com/watch?v=ftWtv6-IOwI
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