Articulo sobre el entranamiento de una compañia de cazadores de montaña para ir de mision a afganistan.
Este es el enlace
http://www.ejercitos.org/viewtopic.php?f=98&t=680, este el texto escrito por Duque de Illumbe"
OBJETIVO QAL-E-NAW
Un contingente que tendrá como base a la 1º Cia. de Cazadores de este Bon. Estará destinada en el norte del país, en Qal i Naw y será objeto de un seguimiento especial por parte de nuestra publicación que desde ahora se compromete a informar puntualmente de todos los pormenores que afecten a nuestras tropas en este periodo.
Desde Mayo de 2008, con unas primeras maniobras centradas en aspectos de combate urbano, como recuperación de rehenes, reconocimiento o patrullas a pie tanto a nivel de pelotón como sección, las dos compañías de fusileros que forman este Bon. Comenzaron su fase preparatoria en el campo de maniobras de la Academia de Infantería de Toledo.
Este esfuerzo que a continuación detallaremos fue seguido con días de prácticas de tiro y combate urbano en las instalaciones que rodean al campo de tiro de Batiellas, en las inmediaciones de Jaca (Huesca), que son las que utiliza normalmente esta unidad para su entrenamiento ordinario, por estar apenas a cinco kilómetros del acuartelamiento que ocupan, en el corazón de la ciudad pirenaica.
Desde entonces y durante los próximos meses, incluso aunque las merecidas vacaciones de verano, los diversos cursos de conducción (especialmente C y BMR) de última hora, así como cursos de sanitario o de adaptación a los nuevos materiales como la MG-4 se interpongan, los integrantes del “Piri” seguirán entrenando y practicando constantemente –aun con sus limitadísimos medios- y simulando una y otra vez aquellas situaciones, desde “check points” hasta emboscadas de todo tipo que suelen darse, cada vez con mayor regularidad en la zona bajo control español de Afganistán.
En esta serie de artículos contaremos, pues, como se ha desarrollado esta preparatoria, cuáles son los problemas, tanto de material como de instrucción con que se encuentran nuestras tropas antes de la misión y como se comportan y entrenan nuestros soldados de cara a un más que probable –independientemente de los silencios y medias verdades a que nos acostumbran los diferentes gobiernos de este país- combate.
LAS PRIMERAS MANIOBRAS ESPECÍFICAS: TOLEDO 2008
Entre los días 19 y 23 de Mayo de 2008, las compañías 1º y 3º del BCZM se trasladaron a la Academia de Infantería de Toledo que, aunque mucha gente lo desconoce, dispone instalaciones para la práctica de combate urbano, para centrarse en este aspecto, tan en boga en el tipo de misiones en que suelen participar directa o “indirectamente” nuestros soldados.
Así, nada más llegar y acampar cada compañía en su zona respectiva –lamentablemente hay pocas oportunidades de hacer ejercicios tipo Batallón y no digamos ya con unidades mayores- comenzaron las diferentes etapas de la instrucción.
En el caso de la 1ª Cia. que es en la que nos centraremos, la instrucción fue diferente para los soldados ya integrados que para los “gorrillas” que apenas un mes atrás habían llegado a la unidad desde el CIMOV. Estos, que formaban una sección aparte junto con un Sargento y tres soldados instructores, tenían sus propios planes que incluían la “prueba de la boina” tras la cual serían definitivamente admitidos en la Compañía.
Por su parte, los soldados ya operativos que se dividirían en cuatro secciones de fusileros idénticas –desaparecía así la sección de armas como tal y se abría una nueva sección con elementos de la Cia. de MAPO- empezaron su instrucción por la puerta grande: visitando la pista de aplicación de la Academia, en la que suelen entrenar los cadetes, para ir desentumeciendo los músculos… y preparando lo que vendría.
Los “pollos” empezaron la última parte de su instrucción –para entonces llevaban ya tres semanas, aunque bastante suaves por unos y otros motivos- practicando lo más básico: despliegues sobre el terreno, algo que completarían en días sucesivos con un ejercicio con fogueo, alguna caminata por el campo de maniobras –cortas, que el campo no da para más-, una marcha topográfica en la que debían pasar por una serie de puntos marcados previamente en un mapa del campo de maniobras y finalmente, el tercer día, la prueba de la boina que relataremos más adelante.
Mientras tanto, ya en el segundo día, las diferentes secciones fueron rotándose en las distintas actividades que permitía el campo de maniobras, haciendo algunas asaltos de edificios y reconocimientos de diferentes habitaciones, pasillos y calles, mientras otras recorrían los oscuros “conguitos” –simulan alcantarillados completamente a ciegas en algunos casos y con luz muy tenue en otros- y las restantes se dedicaban a las pistas de aplicación, dar diferentes teóricas o recordar cómo se hace un “check point” fijo.
Hubo tiempo de probar algunos “inventos” más o menos útiles como diferentes escalas y pértigas para asaltar edificios desde el tejado o las ventanas de los pisos superiores (siempre que no tengan más de una planta lo que, dicho sea de paso, es lo común en Afganistán) que los propios soldados o algún sargento “manitas” habían ido improvisando en las semanas previas, sabedores de que el presupuesto no está para muchas alegrías.
Entre unas cosas y otras, en maniobras, al menos cuando se trabaja, todo el mundo reconoce que los días pasan muy rápido, mucho más que mientras dura la “vida cuartelera” con días largos y aburridos, monótonos y tensos. La vida en el campo siempre es muy dura, pero mucho más distendida –dentro de la profesionalidad que todos muestran aquí- y mucho más relajada en las maneras. De este modo llegó el tercer día que para los “pollos” sería inolvidable, pues incluiría una continuada en la que apenas iban a dormir –llevaban prácticamente sin hacerlo, como toda la compañía, debido a las instrucciones nocturnas, desde el primer día- y en la que debían hacer una marcha topográfica tratando de no ser descubiertos por un hipotético enemigo que luego, demostró ser mucho más real de lo que parecía.
Los diferentes binomios fueron adentrándose en su recorrido para sin mediar advertencia, ser emboscados en diversos puntos del recorrido y sufrir el preceptivo “trato de prisioneros” en el que tuvieron oportunidad de sentir el “cariño” de sus compañeros, eso sí, siempre vigilando que no sufrieran más que lo aceptable que, dicho sea de paso, a estas alturas y pese a quien pueda escandalizarse, es apenas nada. O al menos, nada comparado con lo que un enemigo real, bien motivado y fanático, como suelen serlo, haría.
Así, tras algo más de 24 horas movidas y seis semanas de instrucción, recibieron su boina verde de montañeros y pasaron a integrarse en las secciones de la compañía aunque, eso sí, todavía tendrán unos cuantos meses de “chupar marrones” que irán evitando progresivamente, según aumente su veteranía.
Desde entonces y con la compañía ya con su composición definitiva –aunque siempre habrá descartes de cara a la misión, bien por “positivos” en los controles de orina, bien por problemas judiciales de diversa índole o por decisión del mando, pudieron ocuparse los dos últimos días de maniobras en perfeccionar lo aprendido en los días previos, la mayor parte a nivel de pelotón y sección y llevarlo al nivel de la compañía con un ejercicio que se realizaría en la madrugada del día 22.
LA CULMINACIÓN DE LAS MANIOBRAS: CSAR
El final de las maniobras, al menos de la parte más dura de estas, tenía como objetivo no solo comprobar que los días anteriores se habían aprovechado, sino limar los diferentes problemas de coordinación entre secciones y las posibles “fricciones” propias de las operaciones.
El objetivo era el rescate de la hija de un diplomático español, secuestrada en el interior de un poblado afgano.
Siguiendo una táctica clásica, una de las secciones daría cobertura, otra apoyo de fuego, otra penetraría y la última de las que participaban en este golpe de mano cubriría la retirada y garantizaría que la extracción del rehén, desde el edificio hasta las afueras del poblado, se realizase con cierta seguridad.
A eso de las 4 de la madrugada la compañía inició su despliegue y fue tomando posiciones alrededor del supuesto poblado afgano. Una vez colocadas cada una en su posición y a la orden del mando, comenzó “el espectáculo”, con el lanzamiento de artefactos fumígenos y la “neutralización” de los primeros defensores que fue seguida de un rapidísimo asalto del edificio enemigo por una sección que contaba con medios de visión nocturna y apoyo de fuego del resto de la compañía.
Nada pudo hacer el enemigo (la plana de la compañía) por evitar el rescate, aunque la sección que debía proteger la extracción del rehén hubo de emplearse a fondo probando por primera vez las novísimas MG-4 –habían sido recibidas dos días antes de las maniobras- con munición de fogueo y vaciando unos cuantos cargadores… y causando alguna baja entre la propia sección de rescate que cometió un error al detenerse en el lugar equivocado.
Sin embargo, siendo el primer ejercicio de una compañía que prácticamente acaba de crearse dada la cantidad de nuevos componentes que ha recibido, todos salieron del ejercicio con un buen sabor de boca y lo más importante, con ganas de seguir trabajando para limar las imperfecciones que, aunque inofensivas en un campo de maniobras y con munición de fogueo, en un escenario de combate pueden causar una tragedia, especialmente en un país que ha perdido en gran parte su capacidad de soportar las bajas.
REGRESO
El último día y medio de las maniobras estuvo dedicado a montar diversos puestos de observación y vigilancia y a recoger la ingente cantidad de material que mueve una sola compañía y que ha de transportarse en ¡2 camiones!. Los soldados cargaban sus pesadas mochilas Altus en estos, así como mesas, sillas, cocinas y diverso material.
Ya por la mañana, el día 23, esperando los autobuses, todos tuvieron oportunidad de sacarse una buena cantidad de fotos y de ver alguno de los “espectáculos” tradicionales al terminar las maniobras y que siempre hay algún soldado dispuesto a protagonizar…
Una vez embarcados quedaban más de cinco horas de viaje que la mayoría aprovecha para dormir, recordar o simplemente descansar y escuchar algo de música, sabiendo que ya ni siquiera recibirán los tradicionales días de “vidilla” que se daban antes al finalizar cada maniobra.
Llegados al cuartel se recoge todo lo más rápido posible, se hace una limpieza “rápida” del armamento que es devuelto a las armerías y se forma para romper filas.
Atrás queda la primera etapa de esta preparatoria y en nada, nuevas maniobras y días de un trabajo cada vez más intenso y que seguiremos contando en otros artículos.
DE VUELTA A JACA
A las carreras matutinas sigue la limpieza de armamento, el orden de combate y las pesadas teóricas repetidas una y otra vez y casi siempre olvidadas, por lo que conviene seguir refrescando conocimientos.
En el campo de tiro de Batiellas, con su bolsa de comida que incluye dos chuscos de pan, dos lonchas de jamón, una coca-cola, un plátano y algo de bollería industrial, los soldados, con sus sargentos al frente, se disponen a pasar un pasillo de fuego, mientras otras secciones realizan prácticas de tiro y otra repasa distintas formas de cruzar una calle repleta de enemigos.
Es solo un día más, un día normal y corriente al que pronto seguirán nuevas maniobras. Como siempre, antes de estas, la desinformación es lo normal entre la tropa. Son pocos los mandos que tienen un contacto cercano con estos y les explican puntualmente qué y donde se va a hacer. Algunos creen que irán a Girona, otros a San Gregorio… según pasan los días y los maniobras se acercan los rumores que apuntaban a Igriés, en la cercana Huesca, se confirman.
Serán unas maniobras de centradas en la topografía y en el tiro. Los últimos sucesos, con cambios de capitanes, General y a los que sucederán cambios de Coronel y Teniente Coronel tienen a la mayoría de mandos nerviosos –se nota que quieren quedar bien y eso siempre suele acarrear problemas para la tropa-, por lo que en lugar de preparar las maniobras el tiempo se pierde limpiando el cuartel -¿para que están las USACs?-, haciendo orden cerrado –se interponen además las celebraciones del día de las Fuerzas Armadas que verán a estos soldados desfilar con su traje blando inmaculado- y corriendo como hormigas por todo el cuartel para que todo esté perfecto. Todos esperan, aunque se quejen de ello, la llegada de las maniobras para despejar la cabeza.
IGRIÉS 2008
Nuevamente maniobras. Apenas dos semanas entre unas y otras. Eso es lo que hace que uno se sienta por una parte orgulloso y por otra permanentemente extenuado en esta unidad, una media de 10-12 maniobras al año, algunas de ellas de 3 o 4 días, pero la mayoría de alrededor de una semana.
Montañas, pero también páramos, como San Gregorio o Igriés. Frío, mucho frío, agua y nieve, pero muchas veces un calor agotador. Querer volver, pero sentirse feliz de aguantar un poco más, de seguir adelante y de demostrarse especialmente a uno mismo que se puede, que ser soldado, aunque no esté valorado, es siempre especial.
Y en estas nos ponemos en Igriés, un pueblecito a las afueras de Huesca que cuenta con un campamento militar prácticamente abandonado que será utilizado durante cinco días para hacer diversas maniobras de tiro diurno y nocturno, marchas topográficas y dar teórica tras teórica sobre armamento y procedimientos de combate y de patrulla.
Todo finalizará, como es tradicional, con un ejercicio, esta vez con fuego real, lo que supone una novedad alentadora y que a todos parece encantar. Las maniobras comienzan con un pequeño viaje de apenas 45 minutos entre Jaca e Igriés.
Una vez allí las dos compañías que irán a Afganistán se instalan –algunos con más comodidades que otros, lo que siempre es motivo de orgullo para los más espartanos- como buenamente pueden, montan sus tiendas modulares y directamente, comienzan a funcionar. Las teóricas son sucedidas con prácticas interesantes, como montar una buena defensa perimétrica que, para que quede bien grabada se practica en tres ocasiones a lo largo de la tarde y de la noche, con continuas alarmas y sobre todo, la duda de si volverá a sonar y habrá que salir corriendo con lo puesto, el armamento y el casco a defendernos de un enemigo que no por inexistente es menos importante.
Con el nuevo día, nuevos temas. Protección de personalidades, un tema que es la primera vez que se practica para la inmensa mayoría y que encandila a los soldados. Despliegue desde vehículos en marcha y rescate de un vehículo atacado en combate. Son estas “clases”, que implican movimiento, pero sobre todo diversión y la sensación de hacer algo útil y además único, las que consiguen que la gente quiera repetir.
Sin embargo, la diversión no es eterna y de golpe y sopapo una marcha topográfica por binomios, bajo una lluvia impertinente y por caminos que no aparecen en los mapas que se entrega a los soldados agua la fiesta de muchos, en sentido literal. A esto le sigue un día bastante más tranquilo, dedicado al tiro con arma larga, arma corta y en el caso de los tiradores selectos, con sus Accuracy y el Barret.
La jornada se extiende desde la mañana hasta el anochecer, momento elegido para las prácticas de tiro nocturno –aun se podía ver más o menos bien- dado que después había una segunda topográfica, que terminaría para mucho más allá de las 4 de la madrugada y que consistía en encontrar una serie de puntos “imposibles” y regresar al campamento. El penúltimo día, de “semidescanso”, se utiliza para perfeccionar la elaboración de distintos tipos de croquis y tarjetas de tiro dado que todos saben que por la noche, llegará el momento culminante de los ejercicios con la realización de un asalto con fuego real.
Así, completamente equipados y camuflados, con el armamento a punto y todos los cargadores llenos –para los que no han estado nunca en una misión es la primera vez que sienten el peso del equipo de combate al completo- cada sección se dirige hacia su objetivo, sabiendo que una vez llegados allí –siempre tratando de no ser detectados o neutralizando al enemigo que les aviste- deberán tomar posiciones y mientras dos pelotones cubren y dan apoyo de fuego, el tercero habrá de tomar la posición. La sensación es extraña pues aunque todos saben que están disparando munición real y que es algo peligroso, no hay apenas tensión y todos están perfectamente seguros de lo que hacen, casi demasiado gracias a las trazadoras que permiten ver hacia donde se dirige la mayor parte del fuego –siempre hay algún caso suelto de tiradores realmente malos- y evitar así problemas. Una vez eliminado el objetivo, quedan algo más de 10 kilómetros de vuelta, por un terreno que a fuerza de patear, la mayoría conocen.
No obstante, siempre hay alguna sorpresita y durante un par de kilómetros los miembros de las secciones deben transportar un compañero “herido” para practicar así esta extraña forma de evacuación que casa poco con un ejército que dispone, en principio, de medios motorizados para ello o bien de helicópteros. Todos regresan una vez más agotados. Duermen lo que pueden. Recogen las modulares y aprovechan el viaje de vuelta, como siempre, para dormir. En unos días comenzarán las vacaciones y es eso lo único presente en los ánimos de la mayoría.
VACACIONES… Y VUELTA
De repente, casi siempre sin conocer las fechas hasta dos días antes, llegan las prisas por cuadrar la vacaciones, por elegir turno –por antigüedad, salvo que se deba permanecer por algún cursillo que siempre son de última hora- y por salir corriendo a casa o a donde sea. Pero 30 días de libertad para no afeitarse, abandonarse un poco físicamente y estar con la familia son muy pocos.
Antes de lo esperado se está de vuelta en el cuartel, se intenta hacer acopio de noticias para saber lo que a uno le espera a la vuelta y como están las cosas y se intentan superar los sentimientos enfrentados que van desde la alegría por ver a los compañeros, hasta las ganas de darse prófugo al volver a escuchar la voz de algunos mandos.
Todo ello siempre –o casi siempre- mezclado con una amalgama de pensamientos que van desde el deber patriótico, el amor al Ejército y la lucidez de quienes entienden que este Ejército y esta unidad no son lo que deberían… ni siquiera la sombra de lo que debería o al menos de lo que nos gustaría que fuera.
Las noticias a la vuelta son confusas. El ritmo de trabajo parece haberse intensificado sobremanera. Continuadas –es decir, una excusa para tener a un soldado trabajando dos días sin que vea un céntimo y sin previo aviso- todas las semanas, marchas topográficas, carreras montaña arriba y montaña arriba –aquí siempre da la impresión de que no hay montaba abajo-, tiro diurno y nocturno.
Lamentablemente cuando llegan nuevos mandos o una misión está a la vuelta de la esquina todos parecen empeñarse en que se recupere el tiempo perdido. Una muestra de nuestra sempiterna falta de planificación aderezada con nuestra tradicional capacidad de sacrificio que al final es la que compensa la falta de entrenamiento y de apoyo. Los primeros días de Agosto, por el contrario, son extraños, con el acuartelamiento casi vacío –más de la mitad están de vacaciones-, con el calor y un horario de verano –de 8 a 2- que nunca se llega a cumplir y que suele terminar a cualquier hora menos a la prevista. Compañías con apenas 15 soldados, dos cabos y dos sargentos. Secciones con cuatro hombres.
Es muy complicado tratar de practicar despliegues de esta forma y también lo es si se crea una sección con el conjunto de la compañía, porque luego habrá que trabajar por separado y empezar de cero las explicaciones y los ejercicios según el resto de componentes regrese de su turno de permisos. Por el contrario, se termina por abandonar durante este mes la preparatoria en sí, dejándose el aprendizaje y perfeccionamiento para apenas dos días a la semana en el mejor de los casos y ocupándose el resto del tiempo en “tareas domésticas” como vaciar las furrielerías, limpiar las armerías antiguas o simplemente recoger papeles en el patio de armas. Tarea ridícula pero más común de lo que parece e incomprensible en una supuesta unidad de élite.
Uno muchas veces se plantea las razones que le llevaron a seguir este camino cuando pasa días enteros moviendo muebles de un edificio a otro en lugar de salir al campo a perfeccionarse como soldado o cuando le dan una escoba y le dicen, aunque lleve aquí años, que toca barrer las aceras.
La rutina llega a ser desesperante y la tropa no para de “rajar” no solo de los mandos sino lo que es más preocupante, del ejército y de las vocaciones, que tarde o temprano, cuando uno hace todo menos lo que espera, se pierden. Se sigue un plan bastante extraño, con una continuada a la semana en la que se dan diferentes teóricas y se tira.
De hecho, después de meses con ejercicios de tiro una vez cada dos meses y con apenas 15 o 20 cartuchos por hombre –son raras las ocasiones en las que se tira un cargador entero-, se hace extraño tirar tres veces en un día, aunque también se agradece. Con los nuevos materiales, como el simulador del Alcotan-100, sistema desconocido hasta ahora para el 90% de los soldados y mandos de esta unidad, se consigue que al menos la gente tenga una instrucción mínima en este tipo de armas y además, se consigue el doble objetivo de volver a interesar a algunos en esta profesión. Algo parecido ocurre con los nuevos visores térmicos, holográficos y nocturnos, que la gran mayoría solo conoce de oídas.
Además, se empiezan a recibir algunas ametralladoras de 12,70mm así como BMRs y VAMTACs prestados de otras unidades, como la BRIPAC, para las próximas maniobras preparatorias. No obstante, aunque muchos desconocen lo que sucede en el Ejército o en los Ministerios, algunos nos preguntamos si no sería más conveniente, dado que la llegada de los RG-31 –que debería comenzar en Diciembre- nos va a coger ya en Afganistán, tratar de enseñar algunas de las características tanto de estos aparatos, como de los IVECO Lince de los que la gente aun solo sabe por los rumores que escucha… y se cree.
A partir de mediados de mes, con el regreso de algunos compañeros, se recupera el ritmo de trabajo habitual –habitual desde Julio, claro- con continuadas, carreras demasiado largas como para ser sanas y un énfasis extremo en el físico y en la topografía, cuando lo cierto es que la mayoría de soldados todavía no conocen a fondo las armas que manejarán y ni siquiera han visto uno de esos vehículos MRAP de los que tanto se habla y que les han contado que llevarán en Herat y en Qal-i-Naw.
El tiempo va pasando y los nervios, antes de las maniobras definitivas que se llevarán a cabo en San Gregorio en Septiembre, están a flor de piel…
SAN GREGORIO
Entre el 15 y el 22 de Septiembre tuvieron lugar, en el campo de maniobras de San Gregorio, las maniobras preparatorias que habrían de servir, en principio, para que las compañías del BCZM “Pirineos I/64” implicadas en la futura misión en Afganistán, aprendiesen diversos procedimientos operativos que les serán muy necesarios. La impresión general ha sido negativa, dada la ausencia total de organización, el riesgo innecesario al que han sido sometidos los soldados y la dureza innecesaria de las maniobras, pero no adelantemos acontecimientos.
Ha habido también, lógicamente, aspectos positivos, como las nuevas técnicas aprendidas y la capacidad de esfuerzo y sacrificio demostrada por el personal.
Por su parte, este autor, acostumbrado a hablar de otros temas (generalmente relacionados con armas estratégicas y casi siempre con la Federación Rusa) ha tomado la decisión de contar la verdad, aunque esta ponga en peligro su carrera.
Lo que en este ejército y en relación a las misiones que lleva a cabo sucede debe ser contado. Uno ha de ser consecuente con sus principios y pese a quien pese, precisamente porque ama a las Fuerzas Armadas, uno tiene el derecho de criticarlas si con ello se consigue mejorar. Sin más dilación, comenzamos.
DÍA 1, LUNES
Las maniobras empezaron, como suele ser en estos casos, con un buen madrugón. Algunos soldados fueron convocados antes de las 6 de la madrugada para empezar a preparar vehículos y a cargar armamento y munición. Los autobuses que se esperaban para alrededor de las 8:30 simplemente no aparecieron, tras lo que se decidió, una vez se supo que no llegarían hasta las 3 de la tarde, romper filas hasta esa hora. El gran problema, ya que los soldados saben matar los ratos muertos perfectamente, es que mantener ociosos a alrededor de 300 personas durante medio día, cuesta mucho dinero al erario público que nadie va a justificar. Además, en la situación en la que se encuentra el batallón, cualquier tiempo perdido en el entrenamiento es una oportunidad demasiado jugosa para los talibanes.
Una vez llegaron los autobuses, tras un breve viaje de apenas hora y tres cuartos, se desembarcó y comenzó la pequeña caminata –más o menos 50 minutos- hasta el “Corral del Cabañero”, lugar en el que los conductores y personal que había viajado con el convoy de vehículos habían comenzado a montar el vivac.
En unos minutos, tanto las tiendas de campaña –“Altus” más o menos nuevas en algunos casos y “Aneto” hechas pedazos en otros-, como el resto del material habían sido instalados. Unos minutos más y la primera compañía, en la que nos centraremos, estaba preparada para, de mala manera, trasladarse al tiro, en el área de caída de proyectiles “Puig Amarillo”, la única de las tres con que cuenta San Gregorio que se había puesto a disposición de un grupo de personas que en menos de mes y medio estarán en Afganistán…
Contando con apenas media docena de VAMTACs y tres TOMs, así como dos camiones, una compañía cuya único objetivo en estas maniobras debería haber sido practicar las patrullas a pie y en vehículo, así como tirar, llegó al área de tiro para, hasta más de las tres de la madrugada, estar practicando tiro con diversas armas; MG-42, MG-4, 12.70… reuniendo a los tiradores de cada arma apresuradamente, en lugar de funcionar por secciones y dejar libertad a los jefes de cada una de las mismas para tratar de equilibrar el conocimiento de cada uno, sus puntos fuertes y sus defectos. Amén de que por más que una compañía sea una unidad pequeña, muchos soldados son reacios a practicar con mandos de otras secciones y siempre existen algunos que consiguen que el personal en lugar de relajarse y aprender, mediante gritos y malas maneras, se ponga tenso y se bloquee. Un gran error que se repitió durante tres días.
De esta manera, cansados tras 20 horas sin dormir, el viaje, el montaje del campamento y la “asfixia” que es como muchos denominan el trato al que se les somete, terminó el primer día de maniobras, prácticamente perdido debido al retraso de los autobuses.
DÍA 2, MARTES.
Segundo día. La gente está ya cansada y en cierto modo quemada, pero también dispuesta a dar lo que le pidan y más si es necesario. Se ha dormido poco y ha tocado madrugar. A las 7:00 diana y un desayuno difícil de tragar y a las 8:00 todo en marcha.
El día está íntegramente dedicado al tiro con todo tipo de armas: 12,70, MG-42 y MG-4, LAG-40, mortero de 60mm y fusiles de precisión. Son los días que hacen que uno se sienta militar, con un arma en la mano, tiempo y munición como para mejorar.
Por desgracia, el CENAD es una zona árida, presta a los incendios y con tanto proyectil ardiendo no hay forma de evitarlos. Rápidamente se envían dos vehículos como retén, acción que se prolongará hasta el atardecer. Su labor: tratar de que las llamas no superen los cortafuegos que rodean las áreas de caída. Parece que lo consiguen.
Finalmente, por la noche, se vuelve al Puig Amarillo a seguir tirando, esta vez con monóculos y gafas de visión nocturna que si bien no ofrecen demasiada nitidez ni son cómodas, son una ventaja nada despreciable frente a un enemigo mal equipado como es el que espera en tierras afganas.
Se vuelve nuevamente de madrugada al campamento. Una “cabezadita” de cuatro o cinco horas –excepto para los imaginarias- y vuelta a empezar. Todo ello después de una “ducha” de gatos, mediante toallitas húmedas una visita al aljibe.
DÍA 3, MIÉRCOLES.
El tercer día estuvo dedicado casi íntegramente a las operaciones de embarco y desembarco helitransportado. Se practicó con sendos Super Puma del Ejército de Tierra. Estos helicópteros –un acierto sin duda- son los mismos con los que la unidad compartirá destino en Afganistán, por lo que tanto las charlas previas como los ejercicios diurnos y nocturnos de simulación de perimétricas y zonas de aterrizaje improvisadas fueron de la máxima utilidad.
Como premio, un pequeño paseo en los helicópteros, de apenas 10 minutos pero que se disfrutaron como si fuesen horas. Lamentablemente, no todos tuvieron la suerte de repetir el viaje durante la noche dado que hacia las 23:00 horas cesaron actividades, finalizando así el segundo día de maniobras.
DÍA 4, JUEVES.
El cuarto día se centró en prácticas de tiro y en las mucho más interesantes lecciones de combate urbano, que se llevaron a cabo en el polígono de Casas Altas, en el propio CENAD de San Gregorio.
Tras el preceptivo desplazamiento en TOMs, Revecos y camiones, simulando un convoy en zona de operaciones y con los vehículos ligeros cubriendo los flancos, cada pelotón estuvo practicando diversos ejercicios que fueron desde escolta de personalidades hasta patrullas por zonas urbanizadas.
Son ejercicios en su mayoría practicados con anterioridad, pese a lo cual, prácticamente se comienza de cero cada vez, al cambiar al escenario. Juegan por tanto un papel fundamental la preparación de los cuadros medios –generalmente sargentos y cabos primeros que actúan como jefes de pelotón- y por suerte, en nuestro ejército, en comparación con las capacidades que, siempre en su parcela, demuestran los oficiales, salen muy bien parados quizá, probablemente, porque llevan muchos años de “mili” a sus espaldas.
DÍA 5, VIERNES.
Por la mañana, algo nuevo: una demostración por parte de miembros del GOE 19 en el que enseñan, en base a lo aprendido en los últimos años, diversos métodos de repliegue desde vehículos paralizados, evacuación de heridos y dan unas pequeñas charlas sobre el material que hay que llevar en caso de huída entre otras cosas.
Estas lecciones son seguidas de diferentes prácticas en las que con acierto creciente, cada pelotón trata de asimilar lo aprendido.
Cae la tarde. Tiro, una vez más. En el CIMOV los instructores suelen repetir que un infante solo ha de ser dos cosas; un atleta y un buen tirador. La obsesión por lo físico es una constante en nuestro cuerpo de oficiales y alcanza niveles paroxísticos en el cuartel. Las prácticas de tiro, hasta ahora escasas, se han acelerado y parece que comienzan a hacer efecto. Sin embargo, no todo es tan positivo. Solo se dispone de un campo de caída de proyectiles y eso lleva a accidentes como el que a un soldado de la compañía QRF podría haberle costado la vida, en gran parte, debido al fuego cruzado que provoca una lluvia de esquirlas en diversos sectores del área de caída, en este caso, utilizadas por otras compañías y por los compañeros del GOE 19.
Son gajes del oficio y mientras se para el tiro hasta aclarar el accidente y hasta que la ambulancia vuelve a su posición se practican diversos ejercicios de repliegues y evacuación de heridos que vienen a completar lo visto por la mañana. Una vez más, en tanto lo planeado no puede ejecutarse, los capitanes se ven obligados a improvisar, bien por las limitaciones impuestas desde la dirección del propio campo de maniobras, bien desde la plana del batallón.
Por la noche, toca dormir fuera. Una práctica de un área de patrullas, algo típico en misión que consiste básicamente en instalarse en una suerte de vivac en el que se cena para posteriormente desplazarse unos pocos kilómetros a una nueva zona en la que la unidad se despliega y aprovecha para descansar, estableciendo los correspondientes turnos de guardia, apoyados por medios de visión nocturna.
El ejercicio, que en esta ocasión se llevó a cabo por secciones, sería posteriormente repetido tomando como unidad a la compañía PRT.
DÍA 6, SÁBADO.
De buena mañana, ejercicios de simulación de actuación frente a IEDs y lo que es peor –desde el punto de vista de un soldado- de cómo actuar cuando uno de ellos se ha llevado por delante otro vehículo o el propio.
Desembarcos, exploración del terreno y detección de minas o artefactos improvisados… todo extremadamente interesante y útil pero una vez más imposible de aprovechar al 100% ya que mientras un pelotón actúa, debido a la carencia de vehículos, otros dos deben permanecer prácticamente estáticos.
Al mediodía, rancho y descanso. Por la tarde, mantenimiento de armamento que se aprovecha para limpiar, enseñar a los que peor llevan temas como el funcionamiento o montaje y desmontaje de algunas armas y también, los más hábiles, para escaquearse de una u otra forma.
Esta noche toca dormir. Hace falta y además, hay que prepararse pues con la llegada de la mañana comenzará el tema final.
DÍA 7, DOMINGO.
Tras una mañana dedicada a preparar los últimos detalles, todo queda listo para abordar el ejercicio final. Se trata de una simulación de una misión típica en Afganistán, una patrulla en vehículos.
Siendo sinceros, ya desde el primer momento nada pintaba demasiado bien. Con los vehículos de que disponía la compañía, las secciones no tuvieron más remedio que turnarse entre los camiones, los TOMs y los VAMTACs, es decir, que solo una sección a lo sumo pudo hacer algo de provecho mientras el resto hacían de meros comparsas en un ejercicio que se extendió desde el mediodía del Domingo 21 hasta la mañana siguiente.
La segunda sección comienzó embarcada en dos VAMTACs y un TOM el ejercicio en vanguardia, acompañando un supuesto vehículo del ANA (ejército afgano) ya que generalmente, en zona, son ellos quienes encabezan los convoys internacionales. La diversión duró apenas dos horas, puesto que el reventón en una rueda y la rotación con otra sección obligaron a despejar los vehículos y a trasladarse a otro TOM –mezclados con otra sección- y a un camión en donde 20 militares que pretendían aprender algo, se vieron obligados –y no fueron los únicos- a pasar más de 8 horas dando vueltas en la oscuridad de la cabina de carga de un IVECO sin aprender ni practicar. Un viaje en vano, una noche en vano y mucha frustración.
Cena y perimétrica mientras el Raven, uno de los pequeños Uvas tan publicitados por el Ministerio, destroza la disciplina de luces y ruidos impuesta a los soldados con su zumbido y con la pantalla que, desplegada en mitad de una llanura, sirve para controlar sus movimientos y que en un escenario real –como se pretendía que el ejercicio fuera- hubiese delatado la posición de la compañía a kilómetros.
Las secciones, como decíamos, se desplegaron en una perimétrica de seguridad y aquellos que no tuvieron imaginaria pudieron dormir unas horas alrededor de lo vehículos con sus mantas americanas y fundas de vivac unos y con sus sacos otros.
DÍA 8, LUNES.
Tras llegar a las 7 de la mañana aproximadamente, no hubo tiempo de tumbarse un minuto. Recoger y organizar el armamento, vainas y casquillos varios, tiendas de campaña, tiendas modulares, la cantina… y preparar todo lo impensable para la vuelta a Jaca, la compañía PRT, al igual que la compañía QRF estaba prácticamente desocupada hacia las 11 de la mañana y bajo una lluvia persistente, solo aliviada por un estrecho cobertizo, que convertía San Gregorio en un barrizal impracticable hubo de esperar hasta las 3 de la tarde a que llegasen los autobuses que habían de recogerles.
De esta manera, tras un viaje en el que todos, sin excepción, dormían, Jaca apareció una vez más a sus ojos, como una mezcla extraña entre hogar y prisión.
Recoger mochilas y petates, entregar armamento, formar y al fin, alrededor de las 7 de la tarde, romper filas. Al día siguiente, formación a las 10 de la mañana. Escaso premio –apenas dos horas sobre el horario normal- para unos soldados que habían dormido una media de 5 horas durante una semana y que además, sin que nadie les pague las horas extra, tendrán que estar, hasta que llegue la misión, soportando un horario extendido desde las 08:00 hasta las 18:00 horas.
Al menos, antes, la costumbre de dar días de “vidilla” que compensasen las maniobras o los fines de semana perdidos, servían para contentar a la tropa y a los suboficiales. A día de hoy, esas costumbres se han perdido prácticamente y sin embargo, al menos en esta unidad, se impone otra costumbre, mucho más negativa para los soldados y que no es otra que la de hacer coincidir sistemáticamente las maniobras con los fines de semana, con lo cual, aquellos que tienen familia, pueden pasar semanas y semanas sin ver a los suyos.
A partir de ahora y hasta la primera semana de Noviembre en que los primeros hombres partan a Afganistán esperan días y días de charlas, cursillos y tiempos muertos, así como una triple continuada. Días que servirán para probar los nervios más templados, definir la composición de la compañía –siempre habrá quien caiga de la lista en el último momento y quien ocupe su lugar- y acostumbrarse, como el que escribe, más aún, a no ver ni a mujer ni a hijos, novias, padres y amigos.
CONCLUSIONES
Pese a todo lo negativo que aquí se ha expuesto, es evidente que siempre hay un lado positivo. Los errores, especialmente cuando se reconocen, como ha sido el caso por parte de capitanes y tenientes –ninguna referencia por parte de los oficiales de alta graduación- sirven para reflexionar y cambiar, adaptarse y sobreponerse. Hay ganas de esforzarse por parte de la tropa que no suele escatimar cuando su vida está en juego ni cuando le mentan el honor.
Hay conocimiento y deberían asentarse de una vez ciertos procedimientos operativos, pues son ya varios los años en los que la presencia española en la zona ha tenido tiempo para aprender y mejorar, algo que no debería ser patrimonio exclusivo de los GOEs.
El gobierno por su parte, así como los organismos encargados de las compras, deberían ser conscientes de que comprar MRAPs es un inicio, pero que no basta con que estos estén disponibles solo en Afganistán y que las unidades que llegan se encuentren de repente con un vehículo desconocido y con que todo lo que habían pensado, siempre alrededor de los VAMTACs, simplemente no sirve.
Es prioritaria, por otra parte, la sustitución de los BMRs, independientemente del modelo elegido, sea este el Boxer, VBCI o un modelo nacional. No pueden nuestras tropas seguir patrullando en BMRs literalmente destrozados, con grietas soldadas una y otra vez y totalmente carentes de sistemas de observación que merezcan tal nombre.
Además, por una vez, esos oficiales que generalmente solo aparecen por Afganistán para colgarse medallas y engordar sus expedientes, deberían recapacitar y tomar conciencia de que es la tropa la que saca adelante las misiones, es la que con su esfuerzo y el riesgo de sus vidas permite que nuestro estado cumpla con sus compromisos internacionales y esté presente en varios continentes dando ejemplo unas veces y escondiendo la cabeza otras, pero presente al fin y al cabo.
No es su coto privado, ni la herramienta para engordar egos y cuentas corrientes. Es un instrumento al servicio de España, no de un grupo en concreto y se merece un trato muy diferente y profesional, no como hasta ahora, el propio de unos reclutas que viven en una suerte de “mili” pagada. Así es como se pierden las vocaciones y con ellas los buenos soldados y como logran que nadie quiera renovar, a la vez que se hace imposible sentar las bases de un ejército que podría ser mucho más de lo que es.
ÚLTIMOS DÍAS
Últimos días en Jaca. El 5 de Noviembre estaremos en un avión rumbo a Qala-e-Naw, previo paso por Manás. La gente está muy nerviosa, frustrada y hastiada de la concentración. No ha habido días libres en semanas, ni oportunidad de ver a las familias o amigos. Para colmo, alguien ha pensado que la mejor forma de celebrar nuestra marcha es quitarnos un Sábado para hacer un desfile de despedida. Es el colmo.
Afortunadamente, tras el desfile tendremos algunos 8 días y los más vivos o los que más suerte han tenido en el reparto de vuelos, al menos 15 para ir a casa, desconectar del estrés y la presión de los últimos meses, prepararse para la misión y recargar las reservas de cariño, que habrán de durar al menos cuatro largos meses, navidades mediante.
Los últimos días han sido una soberana pérdida de tiempo. Una sucesión de tonterías tras otra, como la última evaluación de las dos compañías enviadas a Afganistán, PRT y QRF, en el campo de maniobras de Igriés, en Huesca.
Diversas pruebas, una supuesta simulación de un día en nuestro respectivo destino y todo ello con el supuesto fin de corregir los errores más importantes… a diez días del final de la preparatoria y a quince del inicio de la misión. Una locura que no sirvió de nada, salvo para rellenar al expediente y mentir una vez más a un generalato ciego, sordo y mudo, sobre la preparación de las tropas. Pero ya nada de eso importa.
No importa porque llegados a este punto, en realidad, lo único que un soldado ve es a su compañero o compañera, razón última de que uno acepte ir al cualquier lugar y en medio de las dificultades siga adelante. Saber que hay alguien que compartirá cualquier situación es gratificante y tranquilizador.
Independientemente de la calidad de los oficiales, del entrenamiento recibido, de las propias capacidades, de cómo sea el lugar y de las sorpresas agradables o no que puedan esperarnos, ya solo queda hacer piña, recordar lo que somos y crecernos, como siempre hace un buen soldado español.
El cuartel, en los últimos días, hierve de vida. Se envían contenedores con los petates de cada militar y con el armamento, radios y demás equipo. Se ultiman los detalles y se ensaya para el desfile, pues la preparatoria efectivamente ya ha terminado. Un día tras otro las formaciones para Bandera están presididas por un mosaico de unidades. Boinas azules y moradas, boinas negras y “gorritas”.
Boinas verdes de operaciones especiales y boinas, mucho más verdes aun de las compañías de Cazadores de Montaña, altivos y a los que sin embargo, como al resto, se ha castrado al quitar para el desfile y el viaje, tanto la boina como las palas. Símbolos que cuesta ganar pero que alguno, en su mundo de estrellas, bastones de mando y películas varias, no valora.
Ahora ya no hay vuelta atrás. Tras unos días demasiado cortos algunos dejan a sus novias, padres, madres y hermanos. Otros hemos de sumar a eso mujer e hija, una hija que al volver de la misión habrá aprendido a decir sus primeras palabras y habrá dado sus primeros pasos.
Es difícil asimilar que no puedes explicar con palabras porque has elegido esta profesión, porque uno acepta ir a más de 6.000 kilómetros del hogar para luchar por algo que a muchos ni les va ni les viene. Es complicado que la gente entienda que en última instancia el dinero no importa, pues nadie o al menos nadie cabal arriesga la vida por diez o doce mil míseros euros. No hay manera de contar con palabras lo que supone estar comprometido con una bandera, con una institución y con la defensa de una forma de vida y unos derechos. Es probable que si abandonásemos Afganistán todo siguiese igual en España, pero lo cierto es que no se trata de geopolítica o de combatir una amenaza directa de ningún tipo.
Cuando uno vive en democracia, ha de entender que los derechos de que goza no vienen dados por Dios, ni nacemos con ellos, sino que son el resultado de la lucha, grande o pequeña de los que nos precedieron. Todo los ciudadanos de un país democrático, hombres y mujeres, de una forma u otra, deberían dedicar una pequeña parte de su vida a seguir defendiendo estos derechos. Eso, en Afganistán o en Líbano, en Haití o en Kosovo es lo que los militares hacemos, por más que muchos no alcancen a entender.
No vamos a llevar la paz o a solucionar la vida de nadie, aunque no dudamos en hacerlo si se nos ordena y la situación lo permite. Simplemente vamos a servir a España, las órdenes de un Gobierno que aunque no sea de nuestro agrado hemos jurado o prometido defender y obedecer. Con ello, nos aseguramos de que los intereses generales de España se alcancen y el ciclo de la democracia siga su curso. Simplemente porque aquellos que nunca han tenido una obligación, no pueden disfrutar como se debe un derecho. Por eso elegimos servir y obligarnos, aunque las motivaciones de muchos, en un colectivo tan grande puedan ser otros, lo cierto es que en el fondo, todos compartimos la misma conciencia.
Ya no recordamos los meses de frustración, cansancio y desánimo. Somos militares, somos españoles y somos orgullosos. Todo nuestro pensamiento está puesto en dejar nuestra bandera y nuestro país, nuestra institución y nuestro uniforme en el lugar más alto al que podamos llegar. Ninguno de nosotros escatimará esfuerzos o rechazará los riesgos porque somos soldados de la Infantería Española. Cumpliremos con nuestra misión lo mejor que sabemos, por aquellos que nos apoyan y por aquellos que nos rechazan, por España, por la familia y por los compañeros.
¡Viva España!
¡Viva el Rey!
¡Viva el las Fuerzas Armadas!