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[font=Georgia]Colombia tiene unas Fuerzas Armadas admirables: Mindefensa[/font]
Bogotá, - En un almuerzo con el Cuerpo de Generales y Almirantes en retiro de las Fuerzas Militares, el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, hizo una completa presentación del estado actual de la Fuerza Pública y de su proyección hacia los próximos años. “Son unas Fuerzas Armadas admirables”, dijo.
Santos destacó el alto nivel alcanzado por la Fuerza Pública colombiana, que le ha permitido propinar los golpes más importantes contra el terrorismo, el narcotráfico y la delincuencia organizada en los últimos tiempos y sentar las bases de lo que será su papel cuando estas amenazas sean derrotadas.
Según el Ministro, “Colombia tiene hoy una de las Fuerzas Armadas con mayor reconocimiento en el mundo por su capacidad, experiencia en combate y efectividad. Estamos en capacidad de desarrollar operaciones con altos componentes de inteligencia y precisión en sus objetivos, como la Operación Fénix que dio de baja a Raúl Reyes o la ya épica Operación Jaque”.
El alto funcionario resaltó la más importante reducción de los índices de criminalidad de los últimos años gracias a la Seguridad Democrática.
“El año pasado tuvimos el número de homicidios más bajo en los últimos 22 años, el menor número de secuestros en 20 años, el menor número de casos de extorsión en 10 años y la cifra más baja de acciones subversivas también en 20 años”, señaló.
También que la incautación de cocaína se incrementó en más de 60 por ciento entre 2007 y el 2008, y que el año pasado el número de desmovilizaciones individuales alcanzó la cifra récord de 3.461.
Para estos resultados, explicó, ha sido decisivo el fortalecimiento de la Fuerza Pública en los últimos años, que incluye el aumento del pie de fuerza en 40 por ciento desde 2002, la creación de nuevas unidades, la adquisición y modernización de equipos, el fortalecimiento del trabajo conjunto y el mejoramiento de las capacidades de inteligencia y movilidad.
Santos anunció la intensificación del trabajo para dar con los cabecillas de los grupos terroristas y combatir el narcotráfico, dentro de lo que denominó un “Salto Estratégico” que combina la estrategia militar y la guerra política y jurídica.
Legitimidad como centro de gravedad
Durante su intervención, el Ministro afirmó que más allá de las tropas y equipos, el centro de gravedad estratégica de la Fuerza Pública radica en su legitimidad, fundamentada en el respaldo de la población.
“Sólo una Fuerza Pública legítima, es decir, que obra con apego a la ley, respeto a los derechos humanos y aplicación impecable del Derecho Internacional Humanitario, se gana la voluntad y el respaldo del pueblo por el cual trabaja. Éste no es un tema ajeno a la vida militar, sino todo lo contrario, es parte esencial de ella, porque la vida militar se basa en el honor, y el honor implica respetar la vida y su valor sagrado”, expresó.
Santos destacó la Política Integral de Derechos Humanos puesta en marcha hace un año por el Ministerio de Defensa, y mencionó la necesidad de desvincular a los pocos uniformados que con actitudes “criminales, irregulares o negligentes”, desprestigien a la inmensa mayoría de los miembros de la Fuerza Pública, pidiendo a las autoridades competentes el debido proceso “para que se haga pronta y cumplida justicia en sus casos.”
No obstante, hizo énfasis en que se debe afrontar la guerra jurídica que el terrorismo realiza contra la Fuerza Pública mediante el uso de acusaciones “falsas y tendenciosas” con las que se busca frenar la ofensiva militar y desprestigiar a la institución.
“No podemos aceptar que los terroristas, y quienes los favorecen camuflados en la sociedad, aprovechen la buena fe y la transparencia del Gobierno y las instituciones armadas para adelantar estratagemas que buscan frenar la ofensiva militar mediante acusaciones falsas y tendenciosas”, afirmó.
Según el Ministro, para esto es necesario trabajar en distintas áreas, entre las que se incluye mantener la política de cero tolerancia a las violaciones de los derechos humanos y el DIH, mayor inteligencia, fortalecer aún más la defensa justa e imparcial de miembros de la Fuerza Pública y avanzar en el fortalecimiento de la Justicia Penal Militar.
Otros avances
Una de las claves para mejorar la calidad de la Fuerzas Armadas, según el Santos, consiste en la ambiciosa reforma educativa que se está adelantando.
“La formación integral de los hombres y mujeres de la fuerza pública es la mayor garantía de que sean miembros rectos y virtuosos de las Fuerzas Armadas, con valores arraigados y adecuado criterio militar”, manifestó.
Santos explicó que dentro de este proceso se destaca la próxima activación Escuela de Derechos Humanos en Tolemaida, que dará capacitación práctica en este tema no sólo a nuestros militares sino también a efectivos de otros países, y la implementación del Sistema Educativo de las Fuerzas Armadas –SEFA, que contempla una completa formación de oficiales y suboficiales en posgrados de alto nivel.
También mencionó, entre otros aspectos, los avances en bienestar para los miembros de la Fuerza Pública, la modernización gerencial del Ministerio de Defensa, y la creación del viceministerio encargado de las empresas del Grupos Social y Empresarial de la Defensa, GSED.
Finalmente, anunció que este semestre se presentará en el Congreso de el proyecto de Ley de Seguridad y Defensa, con el que se pretende hacer de la Seguridad Democrática una política de Estado, e hizo algunas consideraciones sobre el papel de las Fuerzas Armadas en los escenarios que se avecinan.
El siguiente es el texto del discurso:
PALABRAS DEL MINISTRO DE DEFENSA NACIONAL, JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN, ANTE EL CUERPO DE GENERALES Y ALMIRANTES EN RETIRO DE LAS FUERZAS MILITARES DE COLOMBIA
“Quiero iniciar estas palabras con una nota de gratitud y reconocimiento.
Gratitud a ustedes, señores generales y almirantes de la Patria, que han tenido la generosidad de otorgarnos a mí y a altos mandos de las Fuerzas Militares y la Policía una distinción que nos compromete y nos honra.
Pero el reconocimiento no es para mí. Los verdaderos héroes, los verdaderos merecedores del aplauso de los colombianos, son los soldados y policías de nuestra nación, que enfrentan el peligro todos los días para garantizar la seguridad y tranquilidad de sus compatriotas.
El tributo es para ellos. El elogio es para ellos. Para esos cientos de miles de valientes que, con sacrificio y perseverancia, han alcanzado los resultados más importantes en la historia de nuestra nación, bajo la conducción de líderes ejemplares.
Sea éste el momento para agradecer a los comandantes con quienes he tenido la suerte de compartir esta tarea y que me acompañaron y acompañan en este reto inmenso de devolver la seguridad a Colombia bajo los lineamientos y la inspiración de nuestro presidente Álvaro Uribe Vélez.
Al general Freddy Padilla de León, a los generales Mario Montoya y Óscar González, al general Jorge Ballesteros, al almirante Guillermo Barrera, y a los generales Jorge Daniel Castro y Óscar Naranjo, les debemos todos gratitud y admiración.
Siempre serán recordados como líderes de una fuerza pública comprometida con la libertad, la democracia y la paz de Colombia.
Pero no hay que olvidar que el presente se cimenta sobre el pasado. Por eso quiero rendir también un homenaje a los soldados de ayer, encarnados por los generales y almirantes en retiro, que por muchos años –aún en ausencia de voluntad política o de recursos adecuados– enfrentaron con determinación las amenazas del terrorismo y el narcotráfico.
Ustedes sentaron las bases para las Fuerzas Armadas triunfantes, las Fuerzas Armadas admirables que hoy nos enorgullecen.
No imagino auditorio más autorizado que el que hoy tenemos para tratar sobre los avances que hemos alcanzado en nuestra fuerza pública, el reto que representa la guerra política y jurídica, los cambios en la estrategia después de los éxitos del 2007 y el 2008 para alcanzar un punto de no retorno, y las bases de lo que deben ser las Fuerzas Armadas de las próximas décadas.
LAS FUERZAS ARMADAS ADMIRABLES
Colombia tiene hoy una de las fuerzas armadas con mayor reconocimiento en el mundo por su capacidad, experiencia en combate y efectividad.
No por nada han ganado por cuatro años consecutivos el torneo de fuerzas especiales del hemisferio occidental y son consideradas, por expertos internacionales, como las mejores fuerzas especiales del mundo en combate de selva.
Estamos en capacidad de desarrollar operaciones con altos componentes de inteligencia y precisión en sus objetivos, como la Operación Fénix que dio de baja a Raúl Reyes o la ya épica Operación Jaque, que sólo fuerzas de países como Estados Unidos, Israel o Inglaterra podrían llevar a cabo.
Por supuesto, esto no sucedió de la noche a la mañana, sino que es el resultado de muchos años de trabajo en las Fuerzas Armadas que ustedes comandaron, del esfuerzo del gobierno del presidente Pastrana que inició el proceso de fortalecimiento de la Fuerza Pública, y, sin duda, del enorme compromiso desplegado por el gobierno del presidente Uribe, en el que nos ha correspondido fortalecer la capacidad militar y policial como no se había hecho en mucho tiempo.
1. Pie de fuerza y equipos
En desarrollo de la Política de Seguridad Democrática la Fuerza Pública aumentó su pie de fuerza, pasando de 308 mil hombres en 2002 a 431 mil al finalizar el 2008. ¡Un incremento del 40%!
Hemos adquirido equipo esencial para el desempeño de nuestras tropas, en todas las fuerzas, que ya hemos recibido y seguiremos recibiendo este año y el próximo.
Estamos hablando, entre otros:
Para el Ejército: 20 helicópteros, 5 aviones de transporte de personal, 48 vehículos blindados, 20 obuses, 3 estaciones meteorológicas y 328 automotores y equipos de ingenieros.
Para la Armada: 4 nodrizas, 131 botes de combate piraña, 2 estaciones móviles de apoyo fluvial, 1 avión patrullero marítimo, 3 patrulleras de mar, y la extensión de la vida útil de 4 fragatas y 2 submarinos.
Para la Fuerza Aérea: 12 helicópteros de combate, 9 aviones de transporte, 1 avión B-767, 7 plataformas de inteligencia, 25 aviones de entrenamiento, la modernización de 6 helicópteros UH-60 y de 11 aviones K-fir, y la adquisición de otros 13 K-fir.
Y para la Policía: nada menos que 8.903 vehículos, con una inversión histórica de más de 267 mil millones de pesos este año, ¡tan sólo en movilidad!
Hemos activado, además:
En el Ejército: 3 brigadas móviles, 2 batallones de ingenieros, 4 compañías móviles de ingenieros, 3 batallones de infantería y 4 compañías antiexplosivos.
En la Armada: 11 compañías de asalto fluvial, 2 estaciones de guardacostas y una compañía de fusileros.
En la Fuerza Aérea: El Grupo Aéreo de Yopal y próximamente el Grupo Aéreo de Leticia.
En la Policía: 109 estaciones de policía y 3 escuadrones móviles antidisturbios. Este año activaremos otras 107 estaciones y el próximo año 41.
2. Legitimidad
El centro de gravedad estratégica de nuestras Fuerzas Armadas, sin embargo, más allá de tropas y equipos, radica en un concepto fundamental: LA LEGITIMIDAD.
Sólo una fuerza pública legítima, es decir, que obra con apego a la ley, respeto a los derechos humanos y aplicación impecable del Derecho Internacional Humanitario, se gana la voluntad y el respaldo del pueblo por el cual trabaja.
Los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas de Colombia deben cumplir la ley y respetar los derechos humanos, no por imposición de nadie, aquí o en el exterior, sino porque existe una profunda y arraigada convicción, porque tenemos principios éticos sólidos, porque los juramentos militares y policiales obligan a acatar y hacer cumplir la Constitución y la ley.
Éste no es un tema ajeno a la vida militar, sino todo lo contrario, es parte esencial de ella, porque la vida militar se basa en el honor, y el honor implica respetar la vida y su valor sagrado.
En la Política de Consolidación de la Seguridad Democrática enunciamos como un objetivo estratégico “mantener una fuerza pública legítima y moderna”, y para ello establecimos y lanzamos hace algo más de un año una “Política Integral de Derechos Humanos para la Fuerza Pública”.
Todo esfuerzo que hagamos para garantizar su cumplimiento es poco. Porque defender los Derechos Humanos es defender el valor más sagrado de la institución militar: el honor.
Ahora bien: no podemos permitir que cientos de miles de hombres y mujeres que todos los días se sacrifican por Colombia sean desprestigiados por actitudes criminales, irregulares o negligentes de algunos.
Esos pocos deben desvincularse de la Fuerza Pública por el bien de la misma Fuerza Pública y de su legitimidad y transparencia, y es fundamental exigir de las autoridades competentes el debido proceso para que se haga pronta y cumplida justicia en sus casos.
Por supuesto, tampoco podemos aceptar que los terroristas, y quienes los favorecen camuflados en la sociedad, aprovechen la buena fe y la transparencia del Gobierno y las instituciones armadas para adelantar estratagemas que buscan frenar la ofensiva militar mediante acusaciones falsas y tendenciosas.
¿Cómo podemos enfrentar esta guerra jurídica?
Primero, manteniendo una política de cero tolerancia frente a la violación de los derechos humanos por militares o policías.
Debemos ser conscientes de que cualquier actitud por fuera del honor militar o policial puede ser aprovechada por los enemigos de Colombia para desprestigiar su fuerza pública y la Política de Seguridad Democrática.
Segundo, nos vamos a proponer judicializar la información de inteligencia que se obtenga sobre organizaciones ambiguas que pretendan obrar dentro de la ley pero que, en realidad, son fachadas o idiotas útiles de grupos terroristas.
Tercero, continuaremos fortaleciendo la defensa de los miembros de la Fuerza Pública que, como todos los colombianos, merecen un juicio justo e imparcial.
Reconocemos que es necesario mejorar la capacidad de defensa de nuestros hombres y, por eso, con el apoyo de la ANDI, estamos montando la estructura de la Defensoría Técnica Militar para delitos cometidos en relación con el servicio.
He dado instrucciones al equipo del Ministerio –y he pedido al general Padilla que vincule en esta tarea a gente de las Fuerzas Militares– para que preparen un paquete de medidas adicionales para defender a nuestros hombres de la Guerra Jurídica de los terroristas y sus aliados.
Para este tema estoy dispuesto a mover todos los recursos y a tomar las decisiones que sean necesarias.
Cuarto, seguiremos fortaleciendo la Justicia Penal Militar y garantizando su autonomía, para incrementar su credibilidad.
Ya cumplió su primera vuelta en el Congreso el acto legislativo que pasará la Justicia Penal Militar de la rama ejecutiva a la rama judicial, que es la que le corresponde en la estructura del Estado.
Ésta es una decisión que se adapta a la realidad internacional y que mantiene a la Justicia Penal Militar como una justicia especializada, con un grupo especializado a apoyo a la investigación, para juzgar los delitos de los miembros de la Fuerza Pública cometidos en relación con el servicio, ganando en respetabilidad ante la nación y la comunidad internacional.
Además, la estamos fortaleciendo, para lo cual hemos capacitado a cerca de 1.500 funcionarios judiciales, secretarios y personal de la Fuerza Púbica, y a 52 mil integrantes de las Fuerzas Militares, como primera autoridad respondiente.
En cuanto al fuero disciplinario, que se ha visto afectado por la aplicación del poder preferente de la Procuraduría, hablé en su momento con el procurador Edgardo Maya y lo volveré a hacer con el procurador Alejandro Ordóñez –porque es una prioridad– para buscar una posición de consenso que devuelva al régimen disciplinario su papel fundamental de herramienta de control de los comandantes, incluso a través de un proyecto de ley.
Además, estamos en proceso de implementar el sistema penal acusatorio, y a la espera de la sanción presidencial del nuevo Código Penal Militar.
Debemos trabajar todos, cada uno desde su campo de acción, también ustedes señores generales y almirantes, para que la guerra jurídica y política de los terroristas no cumpla su objetivo.
Sin embargo, debemos ser también conscientes de que no todo puede achacarse a ella, y que es nuestro deber con Colombia y con las Fuerzas Armadas que la representan hacer lo que esté a nuestro alcance para reforzar su legitimidad.
Esa legitimidad nos la da el estricto cumplimiento de la ley y los derechos humanos, pero también se fortalece con otro aspecto en el que me quiero detener un momento: la educación.
Sin duda, la formación integral de los hombres y mujeres de la fuerza pública es la mayor garantía de que sean miembros rectos y virtuosos de las Fuerzas Armadas, con valores arraigados y adecuado criterio militar.
La mejor manera de fortalecer los estándares de Derechos Humanos es a través del entrenamiento, y es bueno poder decir que pronto vamos a activar la Escuela de Derechos Humanos en Tolemaida, que dará capacitación práctica en este tema no sólo a nuestros militares sino también a efectivos de otros países.
A través de la implementación del Sistema Educativo de las Fuerzas Armadas –SEFA– estamos generando una revolución educativa que comienza ahora y tendrá su efecto en las nuevas generaciones de militares y policías.
La reforma está en marcha: Oficiales de todos los grados están logrando un nivel más alto de educación –845 cursan especializaciones, 117 maestrías y 5 doctorados–, y 15 viajaron como becarios de Colfuturo a estudiar postgrados en el exterior.
1.435 suboficiales se han nivelado con título tecnológico y 121 están cursando especializaciones tecnológicas.
En los últimos dos años cerca de 4 mil soldados profesionales y unos 5 mil soldados regulares y campesinos recibieron su título de bachiller.
60 mil miembros de las Fuerzas Armadas están estudiando inglés, y se han formado más de 20 mil multiplicadores para el tema de principios y valores.
3- Cambios operacionales
¿Qué más hemos hecho para lograr unas Fuerzas Armadas admirables?
Ya hablamos de pie de fuerza y equipos, y también de legitimidad, con sus componentes de derechos humanos y educación.
Ahora quiero referirme al aspecto operacional.
Ustedes y el país han sido testigos en los dos últimos años de los más grandes éxitos operacionales de la Fuerza Pública en muchísimo tiempo.
No tengo que enumerarlos. Todos guardan en la memoria los golpes estratégicos que hemos dado a las FARC, al ELN, a los carteles de la droga y a la criminalidad común.
Han caído miembros del secretariado de las FARC, han desaparecido ocho de sus frentes y otros ocho están en extremo debilitados.
Los delitos siguen decreciendo en todo el país.
El año pasado tuvimos el número de homicidios más bajo en los últimos 22 años, el menor número de secuestros en 20 años, el menor número de casos de extorsión en 10 años y la cifra más baja de acciones subversivas también en 20 años.
La incautación de cocaína se incrementó en más de un 60% entre el 2007 y el 2008.
Y las desmovilizaciones siguen minando los grupos terroristas: el año pasado se desmovilizaron 3.461 integrantes, una cifra récord en lo que a desmovilizaciones individuales se refiere.
¿Cómo hemos logrado todo esto?
Fortaleciendo el trabajo conjunto y coordinado de las diversas instituciones armadas de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, y centralizando su inteligencia y las decisiones sobre objetivos de alto valor estratégico en la Jefatura de Operaciones Especiales Conjuntas.
La adecuada información de inteligencia, conocida en tiempo real por los encargados de las operaciones, nos ha permitido alcanzar un nivel de éxitos sin precedentes.
Sumemos a esto la utilización de armamento de alta precisión, y la creación de doctrina de última generación.
4- GSED
Hemos logrado también unas Fuerzas Armadas admirables gracias al apoyo logístico y de bienestar que representan las 18 empresas que componen el Grupo Social y Empresarial de la Defensa –GSED–
El GSED se ha convertido en un poderoso grupo empresarial, administrado con modernos criterios gerenciales, que maneja un presupuesto de 8 billones de pesos, vale decir, la tercera parte del total de presupuesto del sector Defensa. ¡Y está generando ahorros y eficiencias!
A septiembre de 2008, el GSED registró utilidades netas por 216.227 millones de pesos, convirtiéndose en el músculo financiero de las Fuerzas Armadas.
Además lo dotamos de un nuevo sistema de gobierno corporativo bajo la dirección de un Viceministerio, el cual está hoy en cabeza de un ilustre general en retiro, el general Fernando Tapias Stahelin.
¡Qué bueno contar con la experiencia de uno de ustedes, que llegaron, por su trabajo y su amor a la Patria, al más alto rango de la jerarquía militar, al servicio de este grupo fundamental para el logro de nuestros objetivos estratégicos!
5- Modernización del Ministerio
Otro elemento que nos ha conducido a esta nueva etapa de las Fuerzas Armadas ha sido el proceso de modernización del Ministerio de Defensa que hemos adelantado.
Se reestructuraron los dos Viceministerios existentes y se creó el nuevo Viceministerio del GSED; se crearon nuevas direcciones para incrementar la capacidad de planeación de mediano y largo plazo, y se diseñó y puso en práctica una política de Gerencia Pública Activa.
El objetivo que he perseguido en los más de 30 meses que llevo al frente de la cartera es el de hacer del sector Defensa un modelo de Buen Gobierno, vale decir, de calidad y eficiencia con responsabilidad y control.
Y algo muy importante: vinculamos al Ministerio a un buen número de personal uniformado, militares y policías, para que trabajen hombro a hombro con los civiles.
Así ocurre en los Ministerios de Defensa más desarrollados del mundo, como los de España, Reino Unido o el mismo Pentágono en los Estados Unidos.
6- Bienestar de la Fuerza Pública
Otro aspecto que nos conduce a la realidad de unas Fuerzas Armadas admirables es el de la mejoría del bienestar de sus integrantes.
Hemos hecho mucho en este campo. Sin embargo, soy consciente de que no es suficiente para todo lo que merecen los que combaten y se sacrifican por la seguridad de sus compatriotas.
Pero logramos avanzar sobre un rezago que venía desde hacía décadas, y conseguimos desarrollos como los siguientes:
En el tema salarial, se decretó un aumento del 50% de la prima de actividad para oficiales y suboficiales de las Fuerzas Militares y la Policía, que eran los más afectados, pues sus ingresos no aumentaban desde hacía mucho tiempo.
Este esfuerzo nos representa un compromiso de 250 mil millones de pesos anuales, con un efecto de un billón de pesos en el pasivo pensional, pero lo hicimos porque estamos convencidos de que lo merecían.
En sanidad, estamos haciendo grandes inversiones, como la culminación de los hospitales de Tolemaida, Bucaramanga y Medellín, y la puesta en marcha de una clínica en el suroccidente de Bogotá.
Entre este año y el próximo, invertiremos 56 mil millones de pesos en el Hospital Militar Central para renovar su infraestructura y sus equipos médicos.
Además, estamos trabajando en una solución definitiva a su pasivo pensional y revisando, con una consultora internacional, todos sus procesos, para que volvamos a hacer del Hospital Militar Central uno de los mejores y más avanzados del país.
En el tema de la vivienda, se logró que los soldados profesionales, con 15 o más años de servicio, pudieran aplicar a subsidios de vivienda; se hicieron convenios con bancos para que otorguen créditos a los miembros de la fuerza pública, y se está impulsando un proyecto de ley que permite el uso de las cesantías y subsidios de vivienda a partir de los 8 años de servicio.
En los últimos dos años invertimos más de 32.500 millones de pesos en construcción y mantenimiento de la vivienda fiscal.
En el aspecto de recreación, los clubes han aumentado sus servicios, sus cupos y servicios de hotelería, en un proceso continuado de mejoría.
Resumiendo, señores generales y almirantes, hemos actuado en estos años para alcanzar el más alto nivel en nuestras Fuerzas Armadas, para hacer de ellas unas instituciones admirables y admiradas, como lo prueba el inmenso respaldo que tienen del pueblo colombiano.
Hemos llegado a este alto nivel y de aquí no podemos descender, sino únicamente progresar. Éste es el reto que nos queda y al que quiero dedicar la última parte de estas palabras.
EL SALTO ESTRATÉGICO
¿Qué contexto tenemos hoy?
Hemos dado los golpes más contundentes en la historia de las organizaciones terroristas. En particular, las FARC se encuentran en el peor momento de su historia, debilitadas militarmente, con la moral baja y repudiadas a nivel nacional e internacional.
¡Ahora tenemos que mantener la iniciativa estratégica! Éste es el momento de adelantar una ofensiva decisiva que lleve a este grupo a una situación de decaimiento irreversible.
Me gustaría compartir con este calificado auditorio algunos aspectos de esa campaña militar, y me complacería mucho recibir de ustedes, desde su experiencia, comentarios y sugerencias que nos ayuden a enriquecer este plan.
Primero, estamos identificando las zonas principales donde la guerrilla aún tiene una capacidad militar creíble, para desarrollar en ellas una campaña militar masiva y sostenida, recogiendo medios y hombres de varios puntos del país y concentrándolos allí hasta desarticular la mayor cantidad posible de su capacidad militar.
Esto lo haremos bajo criterios de operaciones conjuntas y combinadas, para lo cual activaremos los comandos conjuntos o fuerzas de tarea conjunta que se requieran.
Segundo, alinearemos esto con el trabajo de inteligencia de modo que localicemos y golpeemos también los objetivos de alto valor que allí se encuentren.
Tercero, seguiremos con el tema de la judicialización, trabajando en coordinación con la Fiscalía, para lograr la captura y condena de los miembros activos de las organizaciones terroristas y de sus milicias y grupos de apoyo.
Cuarto: En muchas de estas zonas coincide el elemento del narcotráfico por lo que se continuará intensamente el esfuerzo antinarcóticos, con aspersión o erradicación manual.
Quinto, se hará un esfuerzo de contención en las fronteras y en las áreas a donde se moverían sus estructuras cuando ataquemos sus zonas de base, anticipando sus movimientos.
¿De qué se trata esta campaña, que debe ser la campaña decisiva? De aprovechar los avances y los logros que hemos tenido para progresar sobre ellos y quebrar absolutamente la capacidad de estas organizaciones terroristas.
Obraremos también para afrontar la guerra política y jurídica de estos grupos que, al verse superados en el campo militar, optan por infiltrar la sociedad civil –con milicias y presencia en universidades y organizaciones sociales a través del PC3– o generan shows mediáticos de liberaciones a cuentagotas.
Con esta campaña militar y acciones contra la guerra política y jurídica daremos el “salto estratégico” para vencer el narcoterrorismo y construir, desde las Fuerzas Armadas de hoy, las Fuerzas Armadas del futuro.
LAS FUERZAS ARMADAS DEL FUTURO
Precisamente, para hacer de la Política de Seguridad Democrática una política de Estado que no esté sujeta a las veleidades de los gobiernos de turno, y para sentar las bases de las Fuerzas Armadas del futuro, presentaremos este semestre al Congreso de la República el proyecto de Ley de Seguridad y Defensa, que esperamos sea una realidad este mismo año.
Este proyecto lo hemos discutido y analizado, artículo por artículo, con el Comando General de las Fuerzas Militares y cada una de las fuerzas.
Tenemos que partir del entendimiento de que el trabajo de las Fuerzas Armadas en las últimas décadas ha ayudado a construir una Colombia con confianza inversionista, responsabilidad social y una seguridad democrática que es base del desarrollo.
La primera gran responsabilidad de las Fuerzas Armadas del futuro, entonces, será ser garantes de aquello que ellas mismas le están dando al país.
Habrá que tener en cuenta, además, que los grupos terroristas, en la medida en que sean debilitados por el Estado, pueden derivar, en muy pocos años, en múltiples bandas delincuenciales, generando un escenario de multicriminalidad.
En dicho escenario, las Fuerzas Armadas deberán seguir siendo garantes de la consolidación, mientras la Policía y otras agencias del Estado deberán aplicarse a combatir este nuevo fenómeno.
¿Cómo deben ser, entonces, las Fuerzas Militares del futuro? Primero veamos el contexto:
Colombia tiene en el 56% del territorio el 95% de la población, y en el 44% restante apenas el 5% de la población.
Esa área inmensa, del tamaño de España o de Texas, con gran riqueza natural y ecológica, es la que le hemos ido arrebatando a los narcoterroristas para devolverla al país.
Esta zona ha sufrido por mucho tiempo la ausencia del Estado, y, una vez recuperada por la Fuerza Pública, seguirá siendo una zona crítica de riesgo, donde el crimen, en sus diferentes modalidades, buscará persistir.
No podemos olvidar, por otra parte, los cambios que ha sufrido el escenario regional, que nos obliga a tener unas Fuerzas Armadas con una capacidad de disuasión creíble.
Dentro de este contexto general, las Fuerzas Militares van a tener que desarrollar una nueva infraestructura en las zonas alejadas, con una lógica de centros de despliegue –algo así como los fuertes militares–, con pistas aéreas y movilidad fluvial, que se conviertan en motores de desarrollo y ejes de soberanía.
Las Fuerzas Militares deben continuar avanzando, también, en sus conceptos conjuntos. Una organización fundamental en este aspecto será el Comando de Operaciones Especiales Conjuntas, que contará con las tropas más calificadas, que podrán movilizarse en muy corto tiempo a cualquier punto de la geografía nacional. Este comando lo activaremos en los próximos meses.
Las Fuerzas Militares del futuro deberán contribuir al desarrollo social y económico de las zonas consolidadas.
Para ello es esencial el fortalecimiento de la capacidad de ingenieros militares para que puedan llevar el desarrollo hacia las zonas donde no lleguen los contratistas privados.
De hecho, ya lo estamos haciendo: Activamos 2 batallones y 4 compañías móviles de ingenieros que están construyendo progreso en zonas de antigua influencia de grupos terroristas.
Entre 2009 y 2010, ejecutarán más de 70 mil millones de pesos haciendo vías tan importantes como la Transversal de los Montes de María o la pavimentación en La Uribe, antigua zona de distensión, un hecho simbólico de la mayor importancia.
Las Fuerzas Militares del futuro deberán ser también unas fuerzas con gran desarrollo tecnológico y mucha movilidad. Por eso venimos desarrollando importantes inversiones en este campo y con la política de offsets o compensación industrial esperamos incrementar la capacidad aeronáutica del país.
Colombia, al terminar este año, tendrá cerca de 80 helicópteros Black Hawk, convirtiéndose en la fuerza de Black Hawk más importante en el hemisferio, después de Estados Unidos, y una de las cinco más grandes del mundo.
Con semejante fuerza aeromóvil, el secreto está en poder tener adecuado entrenamiento para los pilotos y mantenimiento, lo cual estamos potenciando a través de los acuerdos de compensación industrial que favorecen la transferencia de tecnología al país.
Las Fuerzas Militares también deben prepararse, como las de los países más desarrollados, para temas como la prevención y atención de desastres, donde sus capacidades y entrenamiento pueden hacer la diferencia.
Igualmente, nuestras Fuerzas Militares jugarán un papel como herramienta de política exterior, y, por su experiencia, serán muy requeridas en operaciones de paz y alianzas, como ya lo están siendo.
A mediados del año pasado, el mismo comandante de la OTAN, el general Bantz Craddock, vino a Colombia, motivado por el reconocimiento que tienen nuestras Fuerzas Armadas en todo el mundo, para invitarnos a participar en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad de Afganistán.
Allí están presentes más de cuarenta de las democracias más importantes del mundo, y Colombia será el primer país latinoamericano en participar, primero de una forma limitada, ofreciendo nuestra experiencia en temas como el desminado, como una contribución a la paz mundial que a la vez representará un importante aprendizaje para nuestros hombres.
La experiencia acumulada también nos puede convertir en un centro de entrenamiento regional.
Estamos trabajando en crear una escuela de combate en la selva, una escuela de entrenamiento conjunto de helicópteros, la Escuela de Derechos Humanos en Tolemaida y un Centro Marítimo Internacional de Análisis del Narcotráfico y Entrenamiento de Interdicción, con sede en Cartagena.
De esta forma nuestras Fuerzas Armadas se proyectarán a nivel internacional con la capacidad y el profesionalismo que hemos adquirido.
Por último, como ya lo dije, tendremos que mantener una capacidad militar que proporcione un poder de disuasión creíble frente a eventuales agresiones externas.
Como ministro, tuve la oportunidad de gestionar ante el Congreso los recursos más importantes para las Fuerzas Armadas en las últimas décadas, a través del impuesto al patrimonio.
Debo reconocer y agradecer, en este punto, el compromiso que demostró el Congreso Nacional con la Fuerza Pública y la Política de Seguridad Democrática.
Soy consciente de que dejaremos unas Fuerzas Armadas con mucho más capacidad que hace tres años pero soy también consciente de que serán necesarias inversiones adicionales.
Por ello, he instruido a mi equipo de trabajo y a las Fuerzas Militares para que estudien y preparen un documento en el que queden claros, desde ya, esos requerimientos, para que sean cumplidos en el futuro, cuando el momento económico y político lo permita.
La Policía Nacional, por su parte, tiene en los próximos años los más grandes retos para la seguridad ciudadana.
Cada vez más, en la medida en que las Fuerzas Militares consolidan el territorio, damos paso hacia la normalidad en antiguas zonas de conflicto, y es la Policía la que se encargará de asegurar dicha normalidad.
Tendrá que ser una Policía con mayor pie de fuerza, pues nuestra tasa de policías por habitante es todavía inferior al estándar internacional.
Será una Policía que, sin perder su carácter nacional, recupere su vocación local, de forma que sean muchas veces los mandatarios regionales los que agencien los recursos para crecer el pie de fuerza en sus municipios y dotarlo de mejores equipos.
Un reto importante para la Policía será elevar su capacidad de investigación técnica y judicial, con alta tecnología científica y de análisis para reducir la impunidad, algo en lo que ya estamos avanzando.
Igualmente, deberá utilizar la tecnología –por ejemplo, aviones no tripulados y cámaras de vigilancia– para optimizar el control de carreteras y ciudades, con centros de comando y control.
Y reforzar la figura del policía comunitario. Cada vez más tendremos que ver policías sin fusiles –incluso otra vez con bolillos– que sean parte del paisaje de cualquier comunidad; que no sólo jueguen un papel activo contra el crimen, sino también preventivo y educativo de la ciudadanía.
Será el policía amigo y sembrador de convivencia que recorra las calles de los municipios en ese ambiente de normalidad que al fin estamos recuperando en Colombia.
Que las Fuerzas Armadas no sólo sean admirables en el mundo, amadas por su pueblo y victoriosas en el campo de combate, sino que desde ya se proyecten y proyecten a Colombia como una potencia regional que trabaja por la paz, la democracia y el desarrollo social dentro de sus fronteras y, cuando sea necesario, fuera de ellas.
Muchas gracias”
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Los comandos operan dentro y fuera de la constitución y la ley..
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