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NotaPublicado: 28 Mar 2021 13:08 
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La web de la empresa de seguridad sudafricana Dyck Advisory Group (DAG), con sede en Velddrif, al norte de Ciudad del Cabo, ofrece lo siguiente: “DAG dispone de un gran grupo de exmilitares de varias nacionalidades a los que recurrir, todos con experiencia previa en operaciones de seguridad en entornos hostiles; el personal de seguridad puede ir armado o desarmado”. Eso depende del cliente. Uno de los que ha contratado últimamente los servicios de DAG, liderada por el coronel Lionel Dyck, nacido hace 76 años en la antigua Rodesia, hoy Zimbabue, es el Gobierno de Mozambique. Una treintena de hombres, varios helicópteros, ultraligeros, avionetas… y un enemigo, el grupo conocido como Al Shabab, que con saña y un salvajismo in crescendo inspirado en el Estado Islámico tiene en jaque a la provincia mozambiqueña de Cabo Delgado. Pero las cosas no han salido del todo bien. Amnistía Internacional ha denunciado a DAG por la muerte de civiles y la contratista puede finalizar sus días en Mozambique.

David Matsinhe fue el encargado de la investigación de Amnistía (informe Lo que vi fue muerte), publicada el pasado 2 de marzo. Esta recogía 53 testimonios que aseguraban que helicópteros de DAG dispararon contra multitudes, sin discriminar entre civiles y objetivos militares. “Uno de los riesgos de contratar empresas militares privadas”, dice Matsinhe en un intercambio de correos, “es la propensión para cometer abusos de los derechos humanos; sus actividades son rara vez monitoreadas y en pocas ocasiones, los operativos rinden cuentas”. Estos “operativos” de los que habla Matsinhe son mercenarios. Suenan a las guerras de independencia o poscoloniales de África, pero la factura de estos soldados de fortuna aún es elevada en el continente.

Mozambique es un estupendo ejemplo de cómo la iniciativa privada cala en la trinchera africana si las cosas se tuercen. El círculo es perverso: muchos ejércitos regulares no están ni entrenados ni armados para hacer frente a organizaciones terroristas como la mozambiqueña Al Shabab —sin vínculos con el grupo somalí del mismo nombre— que crecen en poco tiempo en los circuitos del crimen organizado y el mercado negro de armas. La experiencia de batalla no se coge en dos días, lo que invita a algunos Gobiernos a apostar por estos mercenarios al rescate, veteranos de guerra con soluciones a corto plazo.

Así fue en Nigeria en la primera etapa dura de Boko Haram (2014-2015), tras el secuestro de las niñas de Chibok. Se contrató los servicios de empresas como STTEP (Specialised Tasks, Training, Equipment and Protection), bajo el mando de Eeben Barlow, exmando de fuerzas sudafricanas en tiempos de apartheid y uno de los nombres que más suenan en este mundillo mercenario. Funcionó, como reconoce Teniola Tayo, investigadora del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS, en sus siglas en inglés), con sede en Dakar, y autora del análisis Soldados de alquiler en la crisis de Boko Haram. “Pudieron lograr avances importantes que no habían conseguido los militares y eso marcó un punto de inflexión en la guerra”, señala Tayo en correo. Eso sí, a costa en ocasiones de sueldos que multiplicaban por cuatro lo ganado por los militares nigerianos que participaban en la misma batalla. Mala cosa para la moral de la tropa.

Se fueron de Nigeria; el actual Gobierno no es partidario de utilizarlos, pero Boko Haram aprieta y también las peticiones de que vuelvan los contratistas. El pasado 10 de marzo, recuerda Tayo, miembros de la Cámara baja nigeriana presentaron una moción en la que pedían al Ejecutivo permitir la contratación de estos extranjeros a sueldo. “Creo que encuentran más atractivo el uso de mercenarios que la intervención de ejércitos occidentales por cuestiones relacionadas con la soberanía”, continúa la analista de ISS.

La empresa del coronel Dyck, que hace frente a Al Shabab desde abril de 2020, no fue la primera opción del Gobierno mozambiqueño de Filipe Nyusi. Antes estuvieron los mercenarios rusos de Wagner, presentes en al menos una decena de países africanos, desde Libia a Madagascar, según una información reciente de la agencia Bloomberg. Wagner no cosechó un gran éxito en Cabo Delgado y Maputo tiró del coronel Dyck, que participó en la guerra civil entre marxistas y anticomunistas en este país (1977-1992) y que, ya con su empresa, trabajó hace ocho años en una campaña contra la caza furtiva.
La influencia rusa

Pero Wagner, vinculada al entorno del Kremlin, ha llegado al continente para quedarse, en un esfuerzo de Rusia por ganar influencia geoestratégica. No sin levantar ampollas. En 2018 aterrizaron en Bangui, capital de República Centroafricana, para apuntalar la seguridad del presidente Faustin-Archange Touaderá —al estilo de los guardaespaldas israelíes en Guinea Ecuatorial—. Esto no gustó demasiado a la misión militar europea que entrenaba y entrena aún hoy —con presencia de un puñado de uniformados españoles— al Ejército centroafricano. Este avispero, en el que una coalición de milicias trata de arrebatar Bangui a Touaderá, se completa con las fuerzas de pacificación de la ONU. El cóctel es bueno.

Pero, ¿de dónde salen estas empresas privadas de seguridad? “No hay evidencias de que estas compañías o grupos estén patrocinados u organizados por países como Sudáfrica”, afirma Willem Els, del programa sobre crimen organizado Enact, apoyado por el ISS e Interpol. Tras el apartheid y años de conflicto, muchos militares con experiencia en Sudáfrica tomaron la vía privada para ganarse la vida. Sin embargo, este país, como recuerda Els, cuenta con una ley que regula la actividad de los mercenarios. O la empresa recibe el sello del Ministerio de Defensa sudafricano para operar en el extranjero, o nada. También se lo pueden saltar, que es lo que ha hecho DAG en Mozambique.

Junto a los Barlow y Dyck han pasado por el continente africano en los últimos 60 años mercenarios franceses, británicos, israelíes, estadounidenses… Como afirma el investigador de Enact, estos no están “obligados” por los tratados sobre la guerra que sí fiscalizan a tropas regulares. No quita que estos ejércitos profesionales no sean también capaces de abusos. Es el caso del Batallón de Intervención Rápida (BIR) de Camerún, una unidad de élite que responde ante el presidente Paul Biya y formada con apoyo de la iniciativa privada israelí vinculada al empresario Eran Moas. Es la vanguardia en el conflicto abierto en la región anglófona del país, señalada por Human Rights Watch por cometer atrocidades contra la población civil.

Tras el informe de Amnistía sobre Mozambique del pasado 2 de marzo, la empresa de Lionel Dyck emitió un comunicado en el que aseguró que abría una investigación sobre lo ocurrido. Fuentes del portal de noticias mozambiqueño Zitamar News afirmaron el pasado 23 de marzo que el contrato de DAG finalizará el 6 de abril. Según este medio, otras dos empresas asistirán al Ejército del país, entrenado ahora además por fuerzas especiales estadounidenses, la sudafricana Paramount y la emiratí Burnham Global.
https://elpais.com/internacional/2021-0 ... frica.html

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NotaPublicado: 09 Jul 2021 09:03 
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Los atacantes se hicieron pasar por agentes de la Unidad Antidrogas de EEUU (DEA) para desplegarse alrededor de la vivienda presidencial

La Policía Nacional de Haití (PNH) ha capturado a 17 mercenarios como presuntos autores del magnicidio del presidente Jovenel Moïse, en varios de los casos con la ayuda del pueblo. De los 17, 15 son de nacionalidad colombiana y dos estadounidenses, según confirmó el propio primer ministro interino, Claude Joseph. Los atacantes se hicieron pasar por agentes de la Unidad Antidrogas de EEUU (DEA) para desplegarse alrededor de la vivienda presidencial.

En el "gran operativo realizado por nuestra policía", informó el gobierno, murieron otros cuatro de los mercenarios y se busca de forma intensa a 7 más, pero las fuerzas policiales no saben si todos ellos han sobrevivido en los tiroteos. Por lo tanto, el comando estaba integrado por 28 hombres.

El grupo fue presentado ante la prensa, entre ellos el estadounidense James Solages, con residencia en Florida y experto en seguridad. También se conoce el nombre de al menos cuatro de los colombianos: Alejandro Giraldo, John Jairo Ramírez, Víctor Albeiro Pinera y Manuel Antonio Groso. Todos ellos están siendo interrogados por la policía.


Haití ha pedido ayuda a la comunidad internacional para continuar la investigación, aunque desde el seno del gobierno se señala a los oligarcas contra los que luchaba Moïse como los principales sospechosos. "Hay que hacer justicia para el presidente y para su gobierno, hay que buscar a sus enemigos y someterlos para ser juzgados por el crimen. Estamos investigando", insistió el primer ministro interino, Claude Joseph.

De los cinco vehículos requisados al comando magnicida, tres fueron incendiados por las turbas. "Sigan ayudando y si ven algo, díganlo", exhortó el actual hombre fuerte del país a la población. El estado de sitio continúa en el país.

Por su parte, el Gobierno colombiano ha afirmado este jueves que dos de los colombianos detenidos en Haití son miembros retirados del Ejército de Colombia.

"En el día de hoy la Interpol ha solicitado oficialmente información al Gobierno colombiano y a nuestra Policía Nacional sobre los presuntos responsables de este hecho. Inicialmente la información señala que son ciudadanos colombianos, miembros retirados del Ejército Nacional", ha dicho en una declaración el ministro de Defensa, Diego Molano.
https://www.elmundo.es/internacional/20 ... b45df.html
https://www.semana.com/nacion/articulo/ ... ti/202152/

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NotaPublicado: 10 Jul 2021 19:29 
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Squalo16 escribió:
Los militares colombianos son reconocidos en todo el mundo tras más de cinco décadas de conflicto armado. Están entrenados por los mejores de las Fuerzas Armadas de EE UU.
https://www.larazon.es/internacional/20 ... hfzfi.html

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NotaPublicado: 21 Sep 2021 17:35 
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Los debates sobre el despliegue de paramilitares rusos en Mali, traen de vuelta a viejos recuerdos para Bamako que, en años pasados, colaboró estrechamente con Moscú. Una situación vista con recelo por Francia.

Una presencia "absolutamente irreconciliable" con la de las tropas francesas. Así reaccionó el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, el miércoles 15 de septiembre ante la posibilidad de un acuerdo entre Mali y el controvertido grupo paramilitar ruso Wagner, para el despliegue de mercenarios en el país africano.

Según la agencia de noticias Reuters, un contrato entre la milicia cercana al presidente ruso, Vladimir Putin, y la junta maliense, está a punto de ser firmado para el envío de cientos de soldados rusos con el objetivo de entrenar al ejército maliense y garantizar la protección de algunos altos dirigentes del país.

Este posible acercamiento entre Rusia y Mali evoca la estrecha colaboración económica y en materia de seguridad entre ambos países durante la existencia de la Unión Soviética. Se trata de un asunto sensible y que reanima tensiones históricas entre París y Moscú.

La URSS, “un antiguo sueño maliense”

El 23 de octubre de 2019, más de cuarenta jefes de Estado africanos se reunieron en Sochi para la cumbre Rusia-África, un evento histórico con el que Putin pretendió oficializar el reencuentro entre su país y el continente africano. El Presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keita, ahora depuesto, lanzó en ese entonces una ofensiva de seducción: "Necesitamos que su amistad se manifieste en un ámbito en el que todo el mundo sabe que usted es campeón: la lucha contra el terrorismo. Presidente Putin, usted mismo ha dicho que está cualificado en este campo. Hoy necesitamos esta calificación".

Sumido desde el 2012 en una interminable lucha contra los yihadistas, Mali lleva varios años experimentando un deterioro de su situación de seguridad a pesar de la operación antiterrorista Barkhane dirigida por Francia en el Sahel. Periódicamente, manifestaciones en las que a veces aparecen banderas rusas, estallan para exigir la salida de las tropas francesas.
Imágen de archívo de los jefes de los países que participan en la Cumbre Rusia-África 2019 en el Parque Sirio de la Ciencia y el Arte en Sochi, el 24 de octubre de 2019.


"Existe un viejo sueño maliense, actualmente utilizado por las llamadas corrientes patrióticas, de ver al país romper con Francia para abrazar la cooperación con Moscú", explica Niagalé Bagayoko, doctora en ciencias políticas, especializada en cuestiones de seguridad en el África francófona. "Este deseo se refiere a una visión fantasiosa de la cooperación con la URSS y el bloque soviético, especialmente en el ámbito militar, por parte del presidente Modibo Keïta y continuada por su sucesor Moussa Traoré. También la transmite Francia, que sigue diciendo que Rusia quiere ocupar su lugar".

A principios de la década de 1960, que marcó el fin de la era colonial para la mayoría de los países africanos, la URSS se comprometió con el continente, a través de una estrategia de alianzas. El bloque soviético encontró un aliado perfecto en la persona del primer presidente de Mali, Modibo Keita, un socialista que quería romper con la antigua potencia colonial. La URSS se hizo cargo de la búsqueda de recursos mineros, que hasta entonces gestionaba Francia, y al mismo tiempo proporcionó al país equipo militar y entrenamiento. "La Unión Soviética, que se beneficiaba de un enorme territorio rico en recursos, tenía pocos intereses económicos en el continente. Sus inversiones tenían como objetivo principal utilizar a África como teatro de influencia en el contexto de la Guerra Fría con Occidente", afirma Anastasiya Shapochkina, profesora de geopolítica en Sciences-Po y especialista de Rusia. En Mali, al igual que en el resto de la región, estas inversiones masivas fueron poco rentables para los soviéticos, cuya experiencia africana acabó en fracaso.

Reencuentro con Rusia

Tras la caída de la URSS en 1991, Rusia, arruinada, volvió a centrarse en sí misma. Durante la década siguiente, se enfocó en su esfera de influencia privilegiada, constituida por los países del antiguo bloque soviético. Pero a partir de 2012, cuando Mali entró en guerra contra los islamistas que habían tomado el control del norte, Bamako hizo todo lo posible para renovar poco a poco su alianza militar con Moscú.

En primer lugar, el Gobierno firmó un acuerdo con el exportador de armas ruso Rosoboronexport para la compra de 3.000 fusiles de asalto Kalashnikov por un monto de casi un millón de euros. Bamako, que quiere renovar parte de su equipamiento militar ruso adquirido en la época soviética, inició nuevas negociaciones con Moscú.

En 2016, tras la visita del viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Mijaíl Bogdanov, a Mali, Moscú donó dos helicópteros al ejército maliense, afirmando que "otros equipos seguirán". En junio de 2019, el presidente Ibrahim Boubacar Keita firmó un acuerdo de defensa militar con Rusia. "La intensificación de los lazos militares está en el interés de ambos países", comentó el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, subrayando que Moscú quería contribuir a la "creación de condiciones para una paz y estabilidad duraderas".

Tensiones con Francia

Si Francia observaba con cierta desconfianza el nuevo compromiso ruso en Mali, el Gobierno se abstuvo hasta ahora de emitir fuertes críticas, al considerar la lucha contra el terrorismo como la máxima prioridad. Pero para Jean-Yves Le Drian, las discusiones sobre el despliegue de paramilitares rusos son ahora una línea roja: "Wagner es una milicia (...). que se ha distinguido en el pasado en Siria, en la República Centroafricana, con acciones, ataques, violaciones de todo tipo, que no corresponden a ninguna solución", dijo el jefe de la diplomacia francesa, dejando lugar a dudas sobre la amenaza de una retirada total del apoyo militar francés en Malí.

"Esta reacción muestra, en mi opinión, la imagen de una potencia más interesada en la defensa de sus propios intereses que en luchar contra el terrorismo", afirmó Niagalé Bagayoko. "Para la junta maliense, en cambio, es un golpe maestro que le permite seducir a una parte de la opinión pública y afirmar la independencia de su poder. En este contexto en el que Francia prepara una reducción progresiva de sus fuerzas militares, los malienses juegan con la rivalidad franco-rusa para elevar la apuesta. Sin embargo, creo que esta estrategia tiene sus límites porque Rusia no tiene interés en luchar contra los terroristas en el Sahel.

Anastasiya Shapochkina comparte este análisis: "A pesar de la retórica, África es un socio marginal para Rusia y Putin no desea repetir los errores del pasado. Al enviar milicias en el África francófona, quiere sobre todo mostrar su capacidad de causar problemas para que Francia no se inmiscuya en sus asuntos internos. Por ello, Rusia recurre a un grupo como Wagner, controlado por el Kremlin, pero que no tiene existencia legal y, como tal, no representa ningún compromiso por parte del Gobierno. Es un grupo del que Occidente hace bien en desconfiar porque es una mafia motivada por la codicia y con un historial extremadamente cuestionable en la lucha contra el terrorismo."

Jugando con las palabras, Rusia niega cualquier implicación en las conversaciones: "Allí no hay ningún representante de las fuerzas armadas rusas (...) y no hay ninguna negociación oficial en curso", declaró ante la prensa el 16 de septiembre Dmitri Peskov, portavoz del Presidente Putin. Desde entonces, Francia ha lanzado una ofensiva diplomática con las autoridades malienses y ha suavizado su posición. "Nuestra prioridad es poder continuar la lucha contra el terrorismo y esperamos que las condiciones en las que la lanzamos no se modifiquen en el futuro", dijo la ministra de Defensa, Florence Parly.
https://www.france24.com/es/%C3%A1frica ... eopolitica

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NotaPublicado: 20 Dic 2021 17:33 
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Francia cerró el martes pasado su destacamento de Tombuctú (Malí), la ciudad patrimonio de la humanidad cuyos mausoleos arrasaron los yihadistas en 2012. No es el primero. Antes clausuró los de Tessalit y Kidal. Mientras, unos 400 mercenarios rusos de la compañía Wagner están ya al norte de la localidad de Ségou, en el centro del país. La sombra del fracaso de Afganistán se proyecta sobre el Sahel, donde las tropas francesas frenaron en enero de 2013 el arrollador avance yihadista. Solo que estos no son “desiertos remotos o montañas lejanas” como llamó Aznar a las tierras afganas, sino los vecinos de nuestros vecinos del Magreb. Las islas Canarias están más cerca de la frontera noroccidental de Malí que de la península ibérica.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha visitado esta semana el destacamento Marfil del Ejército del Aire español en Thies, a 90 kilómetros de Dakar (Senegal), que presta apoyo a la operación francesa Barkhane. Robles ha reiterado el compromiso con el Sahel y ha asegurado que España seguirá en la EUTM-Malí, la misión de instrucción de la UE, de la que es el primer contribuyente, con más de 500 efectivos, “mientras sea posible”.

El presidente Emmanuel Macron anunció en julio pasado que, al finalizar 2022, habrá reducido en un 40% los 5.100 efectivos de la Operación Barkhane, pero el repliegue ya ha comenzado y avanza a gran velocidad, con la vista puesta en las elecciones de abril próximo, en las que se juega seguir en el Eliseo. Macron ha reconocido el cansancio de la opinión pública francesa ante una misión a la que no se ve final ni progresos sobre el terreno. Al contrario, el yihadismo, antes concentrado en el norte de Malí, se ha extendido por la región. Macron tampoco ha ocultado su malestar: los militares franceses no pueden sustituir a los malienses si estos no están dispuestos a defender a su propio país, ha advertido.

En teoría, la Operación Barkhane no se acaba, sino que cambia de naturaleza: los militares franceses dejarán de combatir en primera línea para pasar a asesorar y acompañar al ejército maliense, mientras que la nueva misión Takuba, de operaciones especiales, en la que España se ha negado a participar, lanzará ataques quirúrgicos contra los yihadistas.

El problema se ha agravado, sin embargo, con el segundo golpe militar en un año en Malí, que llevó al poder en Bamako a la actual junta militar. La UE y la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (Cedeao) han presionado a los golpistas para que celebren elecciones en febrero, según lo prometido, pero estos han dejado claro que no tiene tienen intención de ceder el poder. El ministro de Defensa senegalés, Sidiki Kaba, aseguró a Robles que su país, que presidirá en 2022 la Unión Africana, promoverá sanciones si el Gobierno maliense no llama a las urnas.

Lo que ha encendido todas las alarmas es el acuerdo de la Junta militar con Wagner, una compañía de mercenarios próxima al Kremlin, que surgió con la anexión de Crimea en 2014 y ha intervenido en Siria y Libia, entre otros conflictos. Por supuesto, Moscú no presiona a sus clientes para que celebren elecciones.
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La ministra de Defensa francesa, Florence Parly, remitió en octubre pasado una carta a las autoridades malienses en la que sugería un ultimátum si no deshacían su acuerdo con Wagner. Ni Robles ni su homóloga italiana suscribieron la misiva, a la que se sumaron varios ministros europeos. España comparte la preocupación por la llegada de los mercenarios, pero quiere evitar la ruptura total con Bamako para no dejar el campo libre a Moscú. “Puede que los rusos combatan el yihadismo, pero seguro que no frenarán la emigración irregular”, advierten fuentes diplomáticas.


Wagner ya está en la República Centroafricana (RCA), donde la UE también instruye a los militares locales. El Gobierno centroafricano aduce que los europeos no quisieron enviar tropas de combate y no tuvo más opción que recurrir a los rusos. A cambio de unos 2.000 mercenarios, Bangui les ha cedido la explotación de minas de oro y diamantes. Europa mantiene por ahora su misión en la RCA, pero ha advertido de que los militares que instruya no podrán operar con los rusos ni sus instalaciones ser usadas por estos. En Malí aún no ha tomado ninguna medida, pero será muy difícil justificar que la UE sigue formando a un ejército golpista apoyado por Moscú.

Según los planes de la misión europea, EUTM Malí dejará sus actuales instalaciones en Kulikoro para mudarse a dos nuevas bases, una en Sevare, construida por Alemania; y otra junto al aeropuerto de Bamako, por España, ambas con fondos europeos. El contingente español, que ya cuenta con dos helicópteros de transporte NH-90 sobre el terreno y un avión A-400M a disposición (listo para desplazarse a la zona cuando sea reclamado, aunque hasta ahora solo ha ido una vez, en julio pasado), se reforzará con casi un centenar de efectivos y será el más numeroso del ejército español en el exterior. Pero todo está pendiente de la decisión de la UE respecto a la Junta de Bamako.

Por su parte, el futuro del destacamento español en Senegal está vinculado a la Operación Barkhane, a la que ha dedicado el 90% de sus más de 10.000 horas de vuelo. Macron no solo se enfrenta a golpistas y rusos, sino a una creciente francofobia en toda la región. En noviembre, un convoy militar francés fue retenido en Burkina Faso por una multitud que creía que llevaba armas a los yihadistas. La falsa noticia fue difundida por webs rusas, pero cayó sobre el terreno abonado de una población que desconfía de las intenciones francesas.

Robles visitó el miércoles el colegio Inmaculada Concepción de Shangé, donde entregó un ordenador y una impresora. Sor Hortensia, una burgalesa con 55 años en África, no solo agradeció el regalo sino que arrancó otros 12.000 euros para excavar el pozo que debe proporcionar agua potable a la escuela. El dinero saldrá del fondo para obras de impacto rápido, proyectos de ayuda humanitaria de escaso coste y breve ejecución que sirven para ganar el favor de la población local hacia las tropas españolas. “El respaldo y la complicidad de tus vecinos te dan más seguridad que una ametralladora”, subraya un mando español.
https://elpais.com/espana/2021-12-20/la ... sahel.html

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NotaPublicado: 08 Mar 2022 08:57 
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Ucrania busca ex militares españoles -o en excedencia- para que se sumen a su Legión Extranjera de la Defensa Territorial de Ucrania (Mizhnarodnyy lehion terytorial’noyi oborony Ukrayiny), el cuerpo formado por voluntarios para defender al país de la invasión rusa. Las gestiones las realiza directamente la embajada ucraniana en Madrid. Los perfiles más demandados son los de especialista en artillería de campaña, defensa NBQ (contra riesgos nucleares, biológicos y químicos) y combate urbano (fuerzas especiales). También se buscan ex oficiales con experiencia en operaciones y estado mayor. El sueldo ofrecido alcanza los 3.000 dólares mensuales. Eso sí, con una advertencia: en caso de ser capturado por tropas rusas no serán considerados prisioneros de guerra, sino terroristas. Aun así, ya hay decenas de solicitudes.

El llamamiento ya circula entre antiguos miembros de las fuerzas armadas españolas. Procede directamente de la embajada ucraniana, que ha difundido el «procedimiento de alistamiento de nacionales extranjeros en la Legión Extranjera de la Defensa Territorial de Ucrania». Las ‘brigadas internacionales’ leales al gobierno del presidente Volodómir Zelensky.

Según ha podido comprobar OKDIARIO, las solicitudes se pueden presentar en persona, por teléfono o por correo electrónico dirigido a la embajada ucraniana en España. Se requiere presentar el documento de identificación nacional (DNI o pasaporte), así como certificados que acreditan el servicio militar o el servicio en las fuerzas del orden público. Los interesados deben demostrar su experiencia en combate. Todos los trámites los realiza la agregaduría militar de la embajada, con quienes hay que mantener una entrevista -personal o telemática- antes de que sea aceptada su solicitud.

Expertos en artillería y riesgos NBQ

Todos los perfiles militares «son bienvenidos», explican fuentes conocedoras de estas gestiones a OKDIARIO, pero algunos más que otros. Es el caso de aquellos que dispongan de experiencia «en artillería de campaña» y que sepan utilizar este tipo de armamento en el campo de batalla.

Además, otra de las carencias que el Ejército ucraniano busca cubrir con voluntarios profesionales extranjeros es la defensa NBQ. Siglas de nuclear, biológico y químico, amenazas que de momento no están presentes en el escenario ucraniano, pero que podrían jugar un papel fundamental en el conflicto en vista del arsenal del que dispone la Federación Rusa.

También se valora muy positivamente aquellos perfiles expertos en combate, principalmente provenientes de equipos de operaciones especiales.

Por otra parte, se buscan ex oficiales españoles con experiencia y formación en estado mayor y operaciones. Es decir, personal capaz de aportar asesoramiento y apoyo a la ejecución de misiones de las fuerzas armadas ucranianas sobre el terreno.

«Traed vuestro uniforme»

A los interesados se les requiere «si está disponible, traer uniforme militar o sus elementos, equipamiento, casco, chalecos antibalas, etc». Se admite que el uniforme militar porte la bandera de España.

Los aspirantes, una vez aceptados, deberán movilizarse por sus propios medios hasta Ucrania, aunque en el tránsito la embajada «va a brindar asistencia durante su recorrido» y los contactos necesarios para alcanzar suelo ucraniano. Una vez allí, en el punto acordado para su alistamiento, el recluta firmará su compromiso laboral con las fuerzas militares ucranianas «y junto con soldados de otros países y soldados nacionales luchar contra los ocupantes rusos», explica la documentación de la embajada. No lo harán de forma absolutamente desinteresada, sino que el Gobierno ucraniano les pagará sueldos de alrededor de 3.000 dólares -algo más en caso de altos oficiales o perfiles muy especializados-.

Los llamamientos ucranianos han despertado el interés de ex militares españoles. Según ha sabido OKDIARIO, «varias decenas» de personas ya están inmersas en los trámites o incluso viajando hacia Ucrania. Entre ellos, hay militares cuyo compromiso profesional con las fuerzas armadas se extinguió al cumplir los 45 años y profesionales con experiencia como contratista de seguridad a bordo de buques que navegan las aguas del Índico, amenazadas por piratas somalíes.

Para Rusia, son terroristas

El Gobierno español conoce de cerca estos movimientos, pero al tratarse de ex militares -en reserva, con compromiso extinguido o en excedencia- no puede impedir su despliegue en Ucrania. Eso sí, advierten a quienes estén dispuestos a acudir a la llamada de auxilio del gobierno de Zelensky de que «en caso de ser capturados, no serán tratados como prisiones de guerra». Así lo ha advertido abiertamente Rusia.

En el caso de que un militar sea capturado por el enemigo, el Convenio de Ginebra (en su artículo 4) le protege ante ejecuciones, torturas o malos tratos y obliga a sus captores a ofrecerle un trato digno. Estas reglas se aplican también a ciertos guerrilleros y a civiles que presenten algún tipo de servicio a los ejércitos en lucha. Sin embargo, el Kremlin aplica a todos aquellos que no sean militares profesionales ucranianos el estatus de «terroristas».

De hecho, tal y como puede verse en vídeos difundidos por el Ministerio de Seguridad ruso, los comandos especiales del Kremlin ya buscan por las calles de las ciudades conquistadas a miembros de la resistencia.
https://okdiario.com/espana/kiev-reclut ... es-8693860

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NotaPublicado: 29 Mar 2022 12:17 
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A sus 55 años, es una figura imponente, con el rostro y los brazos musculosos cubiertos de cicatrices. “En Rusia preferimos no hablar de nuestros mercenarios”, dice. “No encajan con el relato oficial”. En 2015, Gabidullin, veterano de las Tropas Aerotransportadas de Rusia y antiguo guardaespaldas, se unió a Wagner, que en aquel momento era un grupo mercenario relativamente desconocido. Pronto fue enviado a Siria para luchar junto al Ejército ruso en apoyo al presidente Bashar al-Asad. Allí, escaló rápidamente hasta llegar a comandar una de las cinco unidades de Wagner localizadas en el país.

Creada en 2014 para apoyar a los separatistas prorrusos en el este de Ucrania, el Grupo Wagner se cree que está financiado por Yevgeny Prigozhin, un poderoso empresario estrechamente vinculado a Vladímir Putin y que ha sido sancionado por Occidente.

En las semanas anteriores a la invasión rusa de toda Ucrania, unos 300 efectivos rusos del Grupo Wagner llegaron hasta los enclaves separatistas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, vestidos de civil, según autoridades de la UE citadas por el New York Times, en lo que voces expertas interpretaron como una señal de que la guerra se acercaba. Si bien sus funciones no están claras, se ha detectado la presencia de estos mercenarios rusos desde entonces en Ucrania y han sido señalados por sus vínculos con la extrema derecha.
En teoría, Wagner no existe

Desde su creación, la empresa ha estado rodeada de misterio. Si se mira al papeleo, la empresa no existe: no se encuentra el registro de la compañía, ni declaraciones de impuestos, ni un organigrama. Gobiernos y académicos de Occidente sostienen que Wagner es una herramienta no oficial de política exterior del Kremlin, desplegada allí donde Rusia busca extender su influencia o crear agitación. Prigozhin y Moscú han negado tener conocimiento de Wagner. Oficialmente, las empresas militares privadas siguen siendo ilegales en Rusia. Los representantes de Prigozhin no han respondido a las peticiones de entrevistas para este artículo.

Gabidullin no intenta negar la existencia de Wagner ni su papel activo en los intereses de seguridad rusos. Por el contrario, dice que una de sus principales motivaciones para escribir el libro fue sacar a las empresas mercenarias como Wagner “de las sombras” y destaca sus potenciales beneficios para los objetivos de la política exterior rusa.

“Los grupos de mercenarios no son nada de lo que avergonzarse, existen en todas partes, pero mentimos sobre ellos”, dice. “Tenemos habilidades especializadas de las que un ejército común carece”.

Las memorias, basadas en hechos de los que Gabidullin afirma haber sido testigo, abarcan tres años de la campaña de Wagner en Siria. Se describen algunas de las grandes batallas de los mercenarios, incluidas dos operaciones para liberar la ciudad antigua de Palmira. Se cree que un gran número de soldados de Wagner han luchado y muerto en Siria desde el inicio del conflicto en 2011.

“Los logros del Ejército ruso en Siria resultaron, en gran medida, de los sacrificios de los mercenarios. Este hecho es completamente ignorado por el establishment militar y desconocido para el público en general”, dice Gabidullin. Él se queja de que generales “mediocres” del Ejército ruso hayan recibido ascensos fundados en los éxitos de Wagner.

Las memorias también describen el día a día de los mercenarios, incluidos los saqueos ocasionales y los errores de sus comandantes.

Gabidullin, cuya audición se ha resentido tras años de combates, también dice que en 2018 participó de la batalla de Khasham, en la que cientos de mercenarios rusos murieron por los ataques aéreos de Estados Unidos contra las fuerzas prorrégimen, en lo que se considera el enfrentamiento más letal entre Rusia y Estados Unidos desde la Guerra Fría.

“Nunca deberíamos haber estado allí; nuestros dirigentes lo estropearon. Los estadounidenses sabían exactamente dónde estábamos”, dice el autor mientras rememora aquellos acontecimientos.

Después de Siria, la notoriedad de Wagner ha ido en aumento tras la información publicada sobre operaciones en República Centroafricana y Libia, países ricos en recursos en los que Rusia tiene intereses estratégicos. La creciente influencia del grupo también ha dividido a Mali y a sus socios europeos después de que el país de África occidental desplegara combatientes de Wagner en diciembre.

En diciembre, en medio del aumento de la tensión sobre Ucrania, Reuters informó que mercenarios rusos no identificados habían sido enviados al este de Ucrania, bajo control de los separatistas. A principios de febrero, el periódico estadounidense Daily Beast afirmó que soldados de Wagner estaban siendo trasladados desde África.
“Estoy en la cuerda floja”

Gabidullin decía en la entrevista, antes de la invasión rusa del 24 de febrero, que había “oído vagamente” sobre el despliegue de mercenarios en Ucrania y añadía rápidamente que una invasión rusa sería un error “fatal”. “Creo que la guerra entre Ucrania y Rusia será un completo desastre para Rusia. Esto no debe permitirse bajo ninguna circunstancia. Ucrania es nuestra hermana”, decía.

A lo largo de la conversación, Gabidullin parece algo agitado, con sus penetrantes ojos azules recorriendo el café vacío. Dice que le preocupan las consecuencias de la publicación de su libro y evita mencionar a su presunto antiguo jefe, Prigozhin.

“Sospecho que [Prigozhin] intentará desacreditarme. Estoy caminando en la cuerda floja”, dice.

La primera vez que quiso publicar las memorias fue en 2020, pero no tardó en retirar el libro tras la presión de “cierta gente”. Esta vez, sin embargo, decidió no contenerse y encontró un editor “valiente” en la ciudad de Ekaterimburgo. La editorial Michel Lafon, con sede en París, tiene previsto publicar una versión en francés.

“Me dije: ‘Basta, es hora de salir de las sombras’. No volverán a disuadirme de publicar. Porque no se trata solo de mí”, dice Gabidullin.

Señala cómo la prohibición de las empresas militares privadas en Rusia presiona a los familiares de los mercenarios fallecidos a guardar silencio sobre sus seres queridos. Gabidullin espera que su libro ayude a levantar el velo de secretismo que cubre a su antigua profesión.

“La situación actual no conviene a muchos de mis compañeros. Y lo que es más importante, no conviene a los padres y familiares de los mercenarios muertos, que ni siquiera pueden hablar abiertamente de cómo murió su hijo o su hermano. Solo pueden susurrarlo”.

Mientras que, por un lado, las memorias de Gabidullin desafían el relato oficial sobre la existencia de mercenarios en Rusia, el año pasado también surgió una campaña de relaciones públicas para promover las actividades de grupos como Wagner.

La televisión estatal rusa transmitió recientemente numerosas películas de acción patrióticas, producidas por empresas vinculadas a Prigozhin, en las que aparecían “instructores militares y voluntarios” rusos no identificados que luchaban en el este de Ucrania, en República Centroafricana y en Mozambique, lugares en los que, supuestamente, combatientes de Wagner han estado activos.

Las películas, que Gabidullin califica de “basura”, presentan a rusos heroicos que salvan a la población local de los rebeldes violentos. Contrasta con los recientes informes de la ONU que acusan a los agentes de Wagner de haber violado a civiles en República Centroafricana y con las denuncias de que los soldados de Wagner torturaron y mataron a un prisionero en Siria.

Ante estas acusaciones, Gabidullin dice no haber visto nunca a sus compañeros participar en tales actos, pero añade que crímenes como esos eran de esperar dada la actual condición de secretismo del grupo. “El Estado pone a los mercenarios en una situación en la que pueden actuar al margen de la ley y un soldado se ve obligado a establecer sus propias normas morales. Pero, por supuesto, debemos investigar esos asuntos retorcidos”, dice.
https://www.eldiario.es/internacional/t ... 48029.html

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La última misión de J.L.C ha sido en Irpin. Una acción rápida de unas pocas horas, integrado en un equipo con otros cinco ex militares. Soldados profesionales contratados por empresas de seguridad privadas que, según este ex legionario de 42 años, están liderando una parte de la guerra y, de paso, haciendo negocio. La conversación telefónica con LA RAZÓN se produce a lo largo de varios días. Hasta en dos ocasiones le cortan las líneas que utiliza y tiene que restablecerlas. No rechaza ninguna pregunta, si acaso evita entrar en ciertos detalles por razones de seguridad. Cabo primero del Tercio Gran Capitán de la Legión, donde sirvió durante trece años como francotirador, sí pide que no aparezca su cara y que le identifiquemos solo con las iniciales.

Asegura que su única motivación para participar en esta guerra es la protección de los civiles: «Me parece injusto lo que está sucediendo. A mí lo que me preocupa es la gente y necesito ayudarles. He encontrado hasta explosivos en peluches, en cajas de alimentos con el símbolo de Cruz Roja. Totalmente surreal. Lo que he visto es increíble. No es normal, de verdad, no sé a qué jugamos. He estado con la Legión en varios destinos, esto no me viene de nuevas. Pero aquí ves cosas... Procuro no darle muchas vueltas, pero es que el día a día que vivo no tiene sentido. No lo sé».

Además de la crudeza de un conflicto en el que «todos actúan de una manera inhumana con civiles de por medio», a este tirador de elite madrileño le ha sorprendido la presencia en Kiev de tantas agencias privadas de seguridad. «Aquí no he visto milicias de civiles armados. Lo que hay son empresas militares de muchos países, incluida Ucrania. Te hace una entrevista un mando, te conocen, te hacen fotografías. Ven todo lo que eres y has sido. Hay polacas, suecas, danesas y, sobre todo, de EE UU. Ellos montan equipos de seis personas y, si eres la carta de la baraja que les falta, te contratan. Tengo entendido que el número cuatro de Zelenski es quien se encarga de coordinar las operaciones con los mandos, que en su mayoría son estadounidenses. Son los que mueven el cotarro».

J.L.C llegó pensando en incorporarse a la Legión Extranjera creada por el presidente ucraniano para integrar a combatientes de otros países. No tenía intención «de cobrar ni un duro» y terminó firmando un contrato con una empresa americana porque «así es como funcionan las cosas». También le sorprendió el viaje hasta Polonia, que hizo empotrado en una caravana con material humanitario. Además de bienes de primera necesidad, comida y medicamentos, llevaban cuatro paquetes negros que dejaron en Alemania. «Imagino que sería cocaína, pero vamos, que no es todo tan bonito como lo pintan. Al menos ese conductor aprovechó que a estas furgonetas no las para ni las registra nadie, ni en las fronteras, ni en las aduanas, para sacarse un sobresueldo», apunta.


«No llegas, te dan un arma y te pones a pegar tiros. Es falso. Tienes que tener contactos con alguien de la base del Ejército. Si no hablas inglés, por ejemplo, te llevan directamente a la frontera. La Legión Extranjera que yo he visto está en Yavoriv, en la frontera con Polonia. No tienen armas, ni visten de uniforme. Si llegan con ropa militar, les proporcionan otra. Lo que están haciendo es aprender ucraniano para poder comunicarse con la población si atacan esa zona. Son como una ayuda humanitaria formada por ex soldados de muchos países». Por si quedara alguna duda, insiste varias veces en que «en absoluto estoy despreciando su labor, solo digo que no están aquí para combatir».

No quiere decir el nombre de su empleador, ni el sueldo que le ingresan en una cuenta ucraniana cada quince días. Especifica que la cifra depende enormemente de la cualificación y de la tarea, «no pagan lo mismo a un paramédico que a un francotirador. O a un piloto de drones que a un zafador o un artificiero». Luego están los «pluses». «En mi caso, son 300 dólares por hombre abatido. Y no, no te voy a decir cuántos pluses he cobrado ya, solo que no compensa estar aquí ni lo que haces. Por mucho dinero que te paguen. Más que nada porque hay que estar muy bien psicológicamente para hacer esto y ver lo que ves».

No ha llevado armas, solo un machete y un hacha en la mochila. «Lo primero que te preguntan es qué arma usas, en mi caso una M-110, un rifle de asalto. También una Glock, que es una pistola, y un AR-15 por seguridad. Te lo proporcionan todo. Como yo actúo solo, soy oro molido para ellos. Si no necesitas a nadie les sale más barato, claro. Y encima, en mi caso, con buena puntería confirmada a 1.600 metros. Me preguntaron que por qué no había venido antes». De momento, no ha conocido a ningún otro francotirador: «Somos muy poquitos. Hacemos más bajas que nadie después de la artillería. Luego están los que pilotan los drones, que están muy demandados. Es alucinante lo que hacen».

¿No hay ninguna misión que le haya generado un dilema? ¿Por la edad del enemigo o por su indefensión? «Te pagan por hacer cosas y punto, sin preguntar. Yo estoy acostumbrado y me resulta fácil. Tampoco te voy a decir que soy “macho man” porque no. Pero aquí la moral no existe, es un tema de supervivencia. O tú o yo, no hay más. Vienes a lo que vienes y lo sabes. Es tan solo tener eso claro. Si yo dudo soy el que se va bajo tierra».

Este ex legionario no tiene problemas en usar el término «mercenario» para referirse a él y a los 200 hombres con los que comparte base de operaciones en la región de Kiev. «Es que los que están como yo, aunque suene mal, lo son. Mercenarios puros y duros que pueden dedicarse a la extracción de personas importantes de un edificio o a la compra de armas legales. Yo he hecho dos. Van dos civiles de cebo conduciendo dos camiones hasta un punto, nosotros compramos las armas junto con un intermediario y se llevan a destino. Mercenarios los hay en todas las guerras para que otros no tengan que mancharse las manos. Los soldados somos la mano de obra, otros vienen a ganar dinero y eso me da rabia, sí». Afirma que Rusia también los emplea; «los chechenos lo son».

Viven en un edificio del que no pueden salir, apenas a la puerta para fumar un cigarro. Y comen en silencio: «No interactuamos nada entre nosotros ni con los ucranianos. En el comedor no se habla, el hermetismo es total. No hay camaradería, imagino que se debe a que la gente no tiene ganas de hablar después de lo que ha visto. Te sientas, comes, te levantas y te vas. El que habla ahí es que está haciendo negocios».

Después de una acción concreta pueden pasar tres o cuatro días parados. Descansan, van al gimnasio y, en general, les come la impaciencia. Muchas veces les avisan con apenas cinco minutos y hay que correr. «Normalmente, yo me adelanto a mi equipo, se supone que soy sus ojos. Me cubro, me busco una posición que trato, si se puede, de que sea elevada. Primero tengo que ver dónde está el enemigo bajo unos mapas, unas directrices. Me pongo en posición y ya no me puedo mover. Desde ahí coordino con el resto, que igual están quitando minas de la carretera o retirando vehículos sospechosos y tan solo tengo que cubrirles. Si veo movimiento, disparo».


En ocasiones, cuenta que le toca quedarse atrás y volver por sus medios por la naturaleza de la operación. «Alguna vez he pasado todo el día sin moverme de posición porque tenía el enemigo al lado. Y si te mueves, te matan. Te meas encima, no comes, como si estuvieras muerto. Y a esperar a que se vayan». ¿En qué se piensa durante las horas muertas? «Si te dijera que estoy siempre a tope, te mentiría. No soy ningún Rambo, eso es mentira. No existe. Intento no pensar en nada y acabo pensando en todo. Desde aquella novia que perdí por idiota a cómo estará mi moto, que he tenido que dejar guardada. Te pasa de todo por la cabeza, temas absurdos, sin ton ni son. Con eso matas el tiempo. Y quien te diga otra cosa es un motivado o un flipado».

Este tirador de elite asegura que ha sentido más el peligro que en otros conflictos y que en apenas dos semanas se mira en el espejo y se ve más viejo, más delgado y con más canas: «Miedo tienes siempre, claro, desde el primer día que llegas. Te estás jugando la vida. Además, aquí estoy solo, con compañeros que no conozco y que no hablan mi idioma. Te sientes inseguro el 100 por 100 del tiempo. Calculo que mis probabilidades de salir vivo de aquí son del 50%».

Confiesa que en algún momento le han llamado la atención «por descuidar mi protección, mi seguridad». Hubo un día en que bajó la guardia más de la cuenta: «Me salió del alma, me acerqué a una niña rubia, de tres o cuatro años, que estaba con su madre. Preciosa. Saqué de mi mochila una tableta de chocolate Nestlé, me he traído un montón, y le di una. Los compañeros me llamaron la atención por ese gesto. Estoy para lo que estoy, pero me sale. No pude evitarlo aunque tenían razón. Quizá es un instinto que me sale por no haber sido padre, algo que me habría gustado».

Sin embargo, no siente «ningún shock emocional» por hacer lo que hace. Repite como un mantra que «solo me importan los civiles. Es por lo que estoy aquí. Ver un niño chico corriendo por la carretera. Solo. No quisiera ser ese niño. Fuego de mortero y disparos y un anciano de 80 años que a lo mejor le da igual la vida, pero le ves de yendo de un punto a otro caminando, como si la cosa no fuera con él. Yo lo que quiero es que los civiles me miren a los ojos cara y vean a un militar español que saca la cara por ellos. Por su libertad».

Tampoco les está permitido interactuar con los rusos: «A mí no me dejan hablar con ellos, no nos está autorizado a la mayoría. Tampoco a los ucranianos. Los maniatamos, les despojamos de las armas, comprobamos que no tienen ningún artefacto en el cuerpo y se los llevan. Supongo que para interrogarlos e intercambiarlos luego. No sé más ni quiero saberlo».

Sin embargo, tiene claro que matanzas como la de Bucha son obra de mercenarios chechenos: «He visto algún que otro cadáver de los que dejan atrás las tropas, pero te puedo asegurar que eso no son los rusos. Son los chechenos, un grupo de élite que trabaja para Moscú. Da miedo hasta verlos físicamente. Los soldados rusos son niños, no tienen esa maldad ni ese nivel de violencia y ensañamiento. La mayoría está haciendo el servicio militar. Te puedo contar que se han arrodillado delante de mí, pidiendo que por favor no les dispare, llorando. Un militar llorando. Eso no lo han hecho los rusos».

Tiene por seguro que se quedará hasta que acabe todo. Un final que no ve muy próximo pese a que estén recuperando ciudades y el triunfalismo cunda entre las filas ucranianas: «Esto va para largo y todavía se va a poner peor. Lo que están haciendo las tropas rusas es replegarse para reagruparse y volver a ser un número significativo para embestir otra vez. A veces pienso que la Tercera Guerra Mundial me va a pillar aquí. No sé. Veo un 75% de opciones de que se líe más gorda».

La próxima misión para la que acaban de contratarle será una «black op», que realizará junto a tres compañeros con mando también estadounidense. «Es una misión que se hace por debajo del radar. Digamos que, oficialmente, no existe. Aún desconozco cuándo tendrá lugar». Aunque nada ha resultado ser como esperaba, volvería a acudir a la llamada de Zelenski: «No me arrepiento de haber venido, mi vida está llena de errores como la de cualquiera. Desde que nací. Esto es solo una cicatriz más. Otra experiencia».
https://www.larazon.es/internacional/20 ... pxcyq.html

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NotaPublicado: 21 Nov 2022 15:39 
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“En espera”, grita un ex marine estadounidense. "¡Amenaza!" llega la siguiente llamada y una ráfaga de disparos resuena alrededor de una cantera en desuso, en una colina ucraniana, a solo unas millas del frente de guerra.

El polvo levantado por las balas se mezcla con el sudor de los hombres en el calor de 30C. “Esa no es la pistola”, dice el entrenador, señalando a un hombre de aspecto frustrado que había acribillado un objetivo a cinco metros de distancia con pequeños agujeros. “Estabas poniendo la vista en un lugar diferente cada vez”.


En el corazón del Donbas, un grupo de ocho ex militares occidentales altamente experimentados está impartiendo un curso intensivo de capacitación de 10 días para 40 nuevos reclutas ucranianos que han sido retirados directamente de los combates.

A medida que avanza la batalla por el este de Ucrania, los soldados en Donbas han estado sufriendo muchas bajas en una feroz batalla de artillería. La fuerza de combate profesional de Ucrania, que ha estado defendiendo la línea del frente oriental desde 2014, está gravemente diezmada. Desde el 24 de febrero, nuevos reclutas han estado surgiendo en la línea del frente, muchos con un entrenamiento sorprendentemente bajo.

Los reclutas en el curso tienen un mosaico de equipos: diferentes armas, uniformes y chalecos antibalas de calidad variable. Con edades comprendidas entre los 20 y los 50 años, los hombres son de todas las formas, tamaños y niveles de condición física.


Uno de cada 10 estaba en el ejército antes de la guerra y ha tenido muy poca formación formal, explica Andy Milburn, fundador del Grupo Mozart, una nueva empresa de seguridad privada que se encarga de entrenar a los soldados ucranianos.

Milburn, un coronel retirado del Cuerpo de Marines que pasó 31 años en el ejército de los EE. UU., reunió a expertos voluntarios para capacitar a los civiles que luchan en la fuerza de defensa civil de Kyiv mientras defendían su capital. Ahora con sede en Donbas, el Grupo Mozart consta de entre 20 y 30 voluntarios de los EE. UU., el Reino Unido, Irlanda y otros países occidentales.

El nombre del Grupo Mozart fue acuñado por sus miembros como una referencia musical irónica al Grupo Wagner, una oscura organización paramilitar rusa que a menudo se describe como el ejército privado de Vladimir Putin. Milburn dice que al principio estaba "un poco ambivalente sobre el uso del nombre", pero que "ahora se ha convertido en una marca".


Desde 2014, el Grupo Wagner ha operado en países inseguros y de bajos ingresos, incluidos Siria, Libia y la República Centroafricana, protegiendo los intereses rusos con poca consideración por los derechos humanos o el derecho internacional.

“No quería que me asociaran ni me compararan con el grupo de Wagner. No somos un contador del Grupo Wagner; lo que hacemos es un poco diferente”, dice Milburn.

Financiado en gran parte por donantes privados de EE. UU. y compuesto por reclutas cuidadosamente examinados, el Grupo Mozart también entrega ayuda humanitaria, incluidos productos sanitarios y alimentos, a las ciudades de primera línea, y extrae a las personas vulnerables de las áreas de alto riesgo de combate.

Los soldados ucranianos reciben cursos intensivos de cinco o diez días sobre manejo básico de armas, puntería, fuego y maniobras y tácticas de campo de batalla que, idealmente, llevaría seis meses enseñar. Los capacitadores han enseñado a miles de tropas a hablar con los reclutas a través de dos intérpretes, lo que, según Milburn, no es suficiente para el trabajo, pero les ha costado encontrar personas con las habilidades necesarias.


“Todavía tengo que luchar en la línea del frente, pero hemos estado ocupando posiciones que han sido bombardeadas y alcanzadas por ataques con cohetes”, le dice a The Guardian un soldado de 42 años que se identificó solo por su distintivo de llamada Bison durante la práctica de tiro. vestido con una túnica de camuflaje británico de segunda mano con una insignia de Union Jack cosida en la manga.

Bison, un ingeniero mecánico de Dnipro, compró un rifle de caza después de que comenzara la guerra para practicar tiro y ahora trabaja como médico de pelotón. “Hice un curso médico táctico de una semana después de tener un accidente de bicicleta grave durante el bloqueo de Covid. Les dije y me nombraron médico”, dice con una sonrisa y un paquete médico adherido a su chaleco antibalas.
Eso es más que la mayoría de los médicos, según Dathan, un ex paramédico avanzado que pasó 23 años sirviendo en el ejército irlandés en condados como Siria y Kosovo, y se unió al Grupo Mozart en mayo.

“Le preguntas a los médicos cuáles son sus calificaciones y dicen: 'Bueno, me dieron esta bolsa y ahora soy el médico'”, dice Dathan.

“Solo uno de este grupo de 40 había puesto a cero su arma antes de que comenzara el entrenamiento”, dice Milburn mientras camina entre los matorrales hacia el campo de entrenamiento improvisado. Poner a cero un arma significa alinear las miras para que puedas apuntar con precisión a un objetivo. “Eso es lo primero que haces”, dice Milburn.

Las tropas ucranianas están entrenadas cerca de la línea del frente ya que sus comandantes no pueden arriesgarse a que sus soldados estén fuera del campo de batalla por mucho tiempo en caso de que los rusos intenten avanzar. Idealmente, estos grupos estarían entrenando de 100 a 120 hombres a la vez, pero no pueden darse el lujo de sacarlos de sus puestos, dice Milburn.

“Es al revés: no vas al combate primero y luego regresas para ser entrenado”, coincide Dathan. “El gobierno ucraniano no quiere decir que la mayoría de sus militares no están realmente entrenados. Pero están tratando de luchar contra los rusos que, por suerte, tampoco están entrenados”.

"Así debe haber sido en la Primera Guerra Mundial", dice Alex (no es su nombre real), hablando con The Guardian por teléfono desde Bulgaria. Alex es un ex soldado del Reino Unido que se estaba tomando un descanso pero dijo que tenía la intención de volver para ayudar de forma permanente.

“Son hombres de 36, 37 años y hace cuatro meses estos tipos eran taxistas o agricultores. Ninguno de ellos quiere estar en el ejército, pero dicen que nuestro país ha sido invadido. ¿Qué esperas que hagamos? Gran respeto para ellos. Pero es bastante triste para ser honesto”, dice Alex.

Pero lo que les falta a las tropas en experiencia lo compensan con entusiasmo y determinación. “Son optimistas, escuchan, están atentos y, sobre todo, tienen un gran sentido del humor”, dice Milburn, mirando el ejercicio de entrenamiento.

“No se quejan, asimilan todo y dan el 100 %”, coincide Dathan.

Tiger, un soldado de 22 años que estudiaba derecho en Dnipro cuando comenzó la guerra, dice que ahora está completando el último año de su carrera de forma remota mientras se prepara para luchar.


Los miembros de Mozart están ansiosos por separarse de la afluencia de turistas de guerra y aspirantes a combatientes que se pueden encontrar contando historias y apuntalando bares de hoteles con nuevos y costosos atuendos militares en Kyiv al comienzo del conflicto. “Es peligroso”, dice Alex. “Puede que usted o alguien más resulte herido o muerto, y eso daña las relaciones entre los occidentales y los ucranianos”.

Los entrenadores dicen que se unieron al Grupo Mozart para convertirse en "multiplicadores de combate", diciendo que tenía sentido entrenar a cientos de ucranianos en lugar de arriesgarse a morir rápidamente en los combates. El sitio web del gobierno del Reino Unido dice que aquellos que viajen "para luchar o para ayudar a otros involucrados en la guerra" podrían ser procesados ​​​​al regresar al Reino Unido.

Al hablar con las tropas y los comandantes ucranianos, Alex y Milburn están de acuerdo en que los sistemas de armas y el equipo militar de EE. UU. y Occidente no se utilizan ni distribuyen correctamente debido a que los ucranianos carecen de capacitación y habilidades.

“No están desplegando las armas”, dijo Alex, quien, durante sus siete años y medio con el ejército británico, se especializó y entrenó en el uso de jabalinas y NLAW, armas antitanque de alta tecnología de EE. UU. y el Reino Unido, el uso de los cuales resultó fundamental en el éxito de Ucrania al hacer retroceder a Rusia de Kyiv en marzo.

Alex dice que entiende por conversaciones con los comandantes que, sin la capacitación adecuada, los sistemas Javelins de $ 178,000 se están utilizando incorrectamente o se están volviendo redundantes, y las baterías de miras sofisticadas se agotan antes de que se disparen los cohetes. “No están recibiendo la capacitación que necesitan”, dice Alex.


Al final de la lección de puntería, las tropas se reúnen para una sesión informativa y de preguntas y respuestas. "¿Dónde deberían colocarse idealmente las placas de metal en nuestra armadura?" pregunta un hombre, y el entrenador hace una demostración mientras los hombres observan y escuchan intensamente. “Me estoy calmando más a medida que entreno más”, dice Bison cuando se le pregunta si le preocupa ir al frente.

Néstor, un soldado ucraniano de 26 años también de Dnipro, uno de los pocos que había estado luchando en el Donbas desde 2014, volvió a su campo de tiro con Rob, el ex marine de los EE. UU., para obtener más consejos sobre cómo cambiar los cargadores. una vez finalizado el debrief. “Estos instructores son increíbles, son tan detallados sin importar tu nivel de experiencia”, dice Nestor. De los 15 amigos que Néstor ha perdido por luchar en el conflicto desde 2014, 10 han muerto este año.
Las tropas ucranianas están entrenadas cerca de la línea del frente ya que sus comandantes no pueden arriesgarse a que sus soldados estén lejos del campo de batalla por mucho tiempo.

Si bien han suministrado armas y entrenamiento en el extranjero, EE. UU., el Reino Unido, la UE y otros aliados occidentales no han desplegado tropas en Ucrania por temor a que el conflicto se convierta en una guerra entre Rusia y la OTAN. Sin embargo, Andy Milburn desearía tener más contacto con el gobierno de EE. UU.

Cuando se le pregunta si comparte información de inteligencia con los EE. UU., responde: "Esa es la parte fácil" y explica que al gobierno de los EE. UU. le preocupa que si financia a Mozart, el grupo podría convertirse en un contratista militar privado que se involucraría en la lucha misma. .

Si alguno de los voluntarios del Grupo Mozart se involucra en la lucha, ya no forma parte del Grupo Mozart, explica Milburn. “Hay una línea muy clara”.

He pasado gran parte de este año cubriendo la guerra más grande de Europa desde 1945. Ha sido el momento más intenso de mis 30 años de carrera. He informado sobre fosas comunes y las secuelas de atentados mortales. He hablado con ucranianos torturados por las fuerzas rusas y familiares de los asesinados. El trabajo lo consume todo.

Para los ucranianos, esta guerra es una lucha existencial contra un imperialismo ruso nuevo pero familiar. Nuestro equipo de reporteros y editores tiene la intención de cubrir esta guerra mientras dure, por muy costosa que resulte. Estamos comprometidos a contar las historias humanas de aquellos atrapados en la guerra, así como la dimensión internacional. Pero no podemos hacer esto sin la financiación de los lectores de The Guardian. Es su pasión, compromiso y apoyo financiero lo que sustenta nuestro periodismo independiente y nos permite informar desde lugares como Ucrania.
https://www.theguardian.com/world/2022/ ... n-recruits
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