De todo lo publicado hasta la fecha, el más centrado y cargado de sentido común.
Fuente: http://www.bez.es/101553310/Y-ahora-que.html¿Y ahora qué?Las noticias del atentado me llegaron en directo hace algo más de una semana mientras iba en autobús al aeropuerto de París para viajar a Rabat; mal momento. Los datos se sucedían y acrecentaban la magnitud de los ataques. Tras los datos llegaron los comentarios que durante varios días machaconamente realzaban aún más lo sucedido: Bélgica era un Estado fallido; la policía incapaz; la tortura necesaria… Autor: Federico Aznar. Capitán de fragata de la Armada. Analista principal del Instituto Español de Estudios Estratégicos.
Y es que el terrorismo es emoción, no razón, un teatro en permanente demanda de público, y para algunos hasta un negocio. El riesgo es creer que la obra que se nos representa -hecha con las dimensiones de una cámara- es real; entonces acabaremos por subir nosotros también a la platea para actuar, como les pasa a quienes gritan en el cine: habrán secuestrado nuestra imaginación. Y a veces parece que lo logran. Ese es el problema.
La sociedad post heroica en la que vivimos es muy impresionable y demanda noticias, emociones. Parece que solo sabe vivir entre superlativos. El morbo es necesario, Hollywood nos ha acostumbrado a todo.
¿Qué es lo que grupos como el Dáesh proponen? La conversión, la rendición. Absurdo. ¿Pueden doblar las rodillas de las sociedades más poderosas del mundo con estos atentados? Evidentemente no. Ese discurso es una vía muerta. Occidente no es su verdadero blanco sino parte de su retórica. Trabajan para otros. Las víctimas de Occidente son testimoniales, una expresión de fuerza y compromiso que sirve para dotar de legitimidad al grupo terrorista en su territorio. Solo podrían tener alguna opción (y no muchas) sí se dotaran de armas de destrucción masiva y no lo han conseguido.
El poder es imagen
A nosotros solo nos pueden herir y poco, a ellos -a los suyos- los pueden matar. Los atentados en Occidente son escasísimos, irrelevantes, si los comparamos con lo que sucede más al sur. La cuestión es que su tratamiento mediático es distinto. Visten más, y el poder es imagen.
El terrorismo no es guerra, sino ficción de guerra en la medida en que es ficción de poder. Los atentados de Bruselas fueron el ataque de dos subidos con sus maletas en un taxi en una zona de muchas cámaras ¿Pueden tres víctimas, 30, 300, 3.000 hacer que una sociedad se doblegue? En la playa de Omaha (Normandía) 3.000 jóvenes fueron las semillas de una victoria. La Segunda Guerra Mundial causó 110 millones de muertos.
Para defender nuestros valores no hace falta cambiarlos en cuanto se ven amenazados
¿Es un problema militar? No, es un problema de seguridad, de acción policial, mediático e incluso político pero, desde luego, militar no. No tiene ni de lejos esa entidad, los ejércitos podrán apoyar a las autoridades civiles, pero no dirigir acciones militares contra su propia sociedad. La presencia de militares en Francia e Italia sirve para mejorar la seguridad y dar tranquilidad a una ciudadanía sobresaltada. Es la policía la que debe extraer a los criminales de la sociedad.
¿Recuperar la tortura? Ya Rasputín proponía ir a Dios a través del pecado. Libertad, cuantos crímenes se pueden llegar a cometer en tu nombre. Pobre es nuestra fe.
Para defender nuestros valores no hace falta cambiarlos en cuanto se ven amenazados, si no son, claro, los de Groucho Marx. Hemos de hacerles un mejor servicio. La democracia es la voluntad concertada de millones, una fuerza lenta pero real y se asienta sobre el Derecho que va siempre por detrás de los hechos que pretende juzgar. La acción preventiva, siempre necesaria, tiene que estar muy tasada y controlada. Paloma negra de los excesos.
Reacción ante el terrorismo
El terrorismo utiliza la manida espiral acción-reacción simplemente porque funciona. El problema siempre está en la reacción porque el poder del Estado es real; el terrorismo es provocación. No se puede pagar un precio político para obtener un rédito táctico. El mismísimo Clausewitz saldría de su tumba.
Aceptar mantener el mismo régimen de libertades con menos seguridad es hacer irrelevante la acción terrorista, despreciarlos, devolverlos a la nada a la que pertenecen
En la lucha contra el terrorismo es mejor proteger el centro de gravedad propio que atacar a los terroristas, sencillamente porque somos más fuertes y las cosas caen por su propio peso. Es más, aceptar mantener el mismo régimen de libertades con menos seguridad es hacer irrelevante la acción terrorista, despreciarlos, devolverlos a la nada a la que pertenecen. En ese momento habremos ganado en seguridad y en libertad, recuperando simultáneamente ambas y en plenitud. No se necesitan sociedades menos libre sino sociedades más pacientes y resistentes. Los milagros no existen aunque los milagreros sí. Lo complejo no puede siempre hacerse simple, el nudo gordiano solo lo cortó Alejandro. La paciencia todo lo alcanza.
En España eso lo sabemos bien. Pocos nos acompañaron en esos años de plomo, pero las lecciones aprendidas en ellos están ahí. Frente al terrorismo, aguantar, apretar los dientes, ley y Estado de derecho; y continuar. Ningún exceso y los que se den, si se dan, se corrigen legal y ejemplarmente. Paciencia estratégica,
resilencia.
Pronto en Bruselas y los campos de Flandes el tibio sol de la primavera saldrá de nuevo para alumbrar a casi todos. La emoción cederá y las víctimas irán, como siempre, al olvido y la irrelevancia. El aburrimiento y el desamparo es su sino. No lo permitamos.
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Remarco la palabra resilencia. Varias veces la he leído en la últimas semanas:
https://es.wikipedia.org/wiki/Resilienc ... log%C3%ADa)
Un saludo esCOPeteado.