Ahí va eso
"Zapadores, medio siglo dando guerra"
El Escuadrón de Zapadores Paracaidistas del Ejército del Aire cumple este año medio siglo de existencia. Al menos, bajo esa denominación, ya que las fuerzas paracaidistas del más joven de nuestros ejércitos -celebró su 75 aniversario en 2014- hunden sus raíces en un lejano día de marzo de 1946, cuando se conforma la I Legión de Tropas de Aviación. Más de cincuenta años en los que el actual EZAPAC -su acrónimo en terminología castrense- ha evolucionado para convertirse en una de las unidades de élite de nuestras Fuerzas Armadas y en el ojito derecho del Ejército del Aire, que lo considera su unidad de fuerzas especiales.
Da fe de ello su boina verde y el contraste de su uniforme con camuflaje desértico con las siempre pulcras casacas azules de sus compañeros en la base aérea de Alcantarilla, donde el Escuadrón tiene su hogar desde su constitución oficial el 9 de septiembre de 1965.
Hoy en día, el Escuadrón cuenta con equipos especializados de control aéreo, tiradores de élite e incluso una unidad de drones curtida ya en la misión de Afganistán, donde los zapadores siguen destinados después de acumular 3.095 días de misión, 42 relevos, 1.886 salidas en helicópteros de la coalición y más de 1.200 misiones de cobertura aérea. Y ninguna baja.
Sin embargo, a la entrada de las instalaciones, una placa recuerda a los 23 zapadores caídos. Dos de ellos durante las campañas de Ifni y Sáhara, donde se realizaron los primeros lanzamientos paracaidistas en combate. Los restantes -el último, el sargento Losada en 1996- en el duro proceso de instrucción para conseguir ser llamado zapador. Ocho meses de entrenamiento intensivo que incluyen dos semanas de reválida donde se lleva a los aspirantes al límite. No es de extrañar que apenas uno de cada tres aspirantes logre la ansiada boina verde... y negra.
Y no es una cuestión baladí. La unidad es la única que cuenta con dos boinas -la verde de fuerzas especiales y la negra de paracaidistas- en su uniformidad. Ésta última se logró a raíz de la única petición que sus componentes hicieron al mando tras distinguirse en combate durante la campaña de Sidi-Ifni. Los zapadores incorporaron la verde -usada en campaña- en 1994, pero en 2003 lograron que la negra también pudiera lucirse para conservar la tradición paracaidista de la unidad.
Una tradición que cultivan permanentemente. Se calcula que cada zapador puede realizar entre 60 y 70 saltos al año, una cifra elevadísima y a la que pocos efectivos de nuestras Fuerzas Armadas pueden aspirar. Además, no todos los saltos se realizan sobre los terrenos de Alcantarilla, protegidos de vientos y con zonas de aterrizaje que incluso se aran para amortiguar los aterrizajes de los alumnos de la Escuela Militar de Paracaidismo Méndez Parada. Los zapadores saltan por toda la Región, desde Jumilla a Los Alcázares, donde entrenan cómo liberarse de los pesados equipos si caen al agua tras un lanzamiento.
En Los Alcázares, en los terrenos de la antigua base de hidroaviones, también se ejercitan para el combate en áreas urbanas. La pasada semana, sin embargo, una unidad de 14 hombres y tres vehículos ensayó, en una instalaciones abandonadas de la base de Alcantarilla, el asalto a una vivienda en la que fuerzas hostiles retenían a un rehén. En apenas 180 segundos, la unidad aseguró el perímetro, forzó con un ariete la entrada y evacuó al rehén, no sin antes asegurarse de su identidad y de chequear su estado físico y mental.
A ojos de un profano, una coreografía perfectamente ejecutada. Pero el capitán Crespo, un conquense con siete años de zapador y tres relevos en Afganistán, no dejó de hacer indicaciones y ligeras correcciones. Apuntes que pueden suponer la diferencia entre regresar a casa de una pieza o recibir un disparo. «Cuantas más veces repitamos el ejercicio, mejor», apunta Crespo. «Zapadores es primera división, una unidad de élite donde puedes hacer de todo», explica. De hecho, la unidad cuenta con equipos formados en buceo de combate o expertos tiradores, así como los famosos 'Bullfighters' (toreros), equipos dirigidos por un controlador aéreo arropado por zapadores que dirigen el apoyo de las aeronaves a las unidades en tierra.
Más de la mitad, murcianos
Son apenas 300, como los espartanos de Leónidas, ya que aunque la unidad tiene una fuerza sobre el papel de 350 efectivos, casi nunca ha estado al completo. De ellos, casi un 55% provienen de la Región, lo que da idea del grado de imbricación de los zapadores con la misma. «Si nos cambiaran de base, muchos pedirían el traslado», apunta el actual jefe del Escuadrón, el teniente coronel González Hernández. Lo hace en la zona de lanzamiento, después de saltar para probar un nuevo método de apertura mixto manual y automático que permitirá lanzamientos a una menor altitud cargados de equipo, mejorando la seguridad de los aviones que los llevan a sus misiones.
Pero los zapadores también saben saltar desde muy alto. De hecho, suyo es el récord de distancia recorrida en una salto HAHO (high altitude, high open). Recorrieron 50 kilómetros, o para que se hagan una idea, un equipo saltó a 24.000 pies (unos 8.000 metros) equipados con mascarillas de oxígeno sobre la vertical de Mazarrón y acabó aterrizando en Alcantarilla.
Ser zapador es algo más que ser soldado. El sentimiento de pertenencia a la unidad es muy fuerte, como asegura el subteniente Ángel García, que ultima la edición de 'Operaciones Aéreas Especiales', un libro de más de 500 páginas en las que la historia del EZAPAC ocupa un lugar destacado. Se publicará coincidiendo con los actos oficiales por el aniversario, que ocuparán del 23 al 25 de septiembre e incluyen una jornada de puertas abiertas. García ha trabajado cinco años en el libro, para el que ha entrevistado a 77 fuentes, además de bucear en miles de documentos. «La idiosincrasia de los zapadores es su enorme espíritu de cuerpo. El que es zapador, lo es para toda la vida», asegura. García destaca varios hitos en la unidad, como el primer ejercicio de envergadura que la unidad acometió en 1977 y, sobre todo, su primera participación en misiones internacionales.
Fue en Namibia, en 1989. Pero la prueba de fuego la pasaron en Bosnia, en los primeros años 90. Allí la unidad se curtió y demostró al resto de países OTAN que España también era capaz de jugar en primera división. «Es una unidad que lo tiene todo y lo ha conseguido todo. Para mi, la mejor unidad de nuestras Fuerzas Armadas», apunta García, quien -curiosamente- no es zapador.
La unidad devuelve con creces toda la confianza y los medios con que se la dota. Cuentan con los mejores materiales, prueban lo último en equipamiento y además entrenan a otros. Como a los pilotos, a los que forman para sobrevivir tras las líneas enemigas y a retener cuánto puedan información sensible si son capturados y torturados. «Es un entrenamiento muy exigente, tanto que solo se puede hacer dos veces en la vida», explica el jefe de la unidad.
«Aquí lo difícil no es echarse novia, es que te dure», apunta otro oficial. La suya no aguantó la tercera misión en Afganistán. «Los verdaderos héroes son ellos», asegura refiriéndose a las familias que pasan meses con el corazón angustiado con cada misión. «El compañerismo es fundamental en este tipo de unidades. Les decimos a los nuevos que la vida del zapador es dura, y hay que tener capacidad de sufrimiento, pero siempre hay luz al final del túnel», explica el subteniente Jerez, uno de los más veteranos del lugar. A su lado, el soldado Recio -aún en periodo de formación- sonríe: «¿Que si me veo aquí dentro de 40 años? Seguro que sí».
http://www.laverdad.es/murcia/201506/07 ... 139-v.htmlLa entrevista al teniente coronel González Hernández viene en el artículo anterior también, pero para quien quiera leerla por separado aquí la tiene.
http://www.laverdad.es/murcia/201506/07 ... 055-v.html
Un saludo