Del diario EL MUNDO de finales de marzo del 96. Se explica la operación del RAID en Roubaix.
Un saludo
Interior dice que no es un caso de terrorismo - Relaciona el suceso con un coche-bomba que no llegó a estallar en una comisaría de Lille - Dos miembros de la banda huyen a Bélgica: uno muere y el otro es detenido tras horas de resistencia
Redada sangrienta en Francia
Cuatro muertos al asaltar la Policía francesa la vivienda de varios delincuentes
IÑAKI GIL
CORRESPONSAL
PARIS.- Eran delincuentes, pero el jueves por la noche aparcaron un coche bomba delante de la comisaría central de Policía de Lille. Los «Geos» franceses asaltaron su casa en la contigua ciudad de Roubaix ayer por la mañana, pero fueron recibidos a balazos. Tiros, granadas, incendio. Cuatro cadáveres calcinados. Otras detenciones en las inmediaciones. Dos sospechosos escapan. Interceptados nada más entrar en Bélgica. Nuevo tiroteo, un fugitivo muerto. El otro huye y se atrinchera en una casa con dos mujeres como rehenes, que liberó a primeras horas de la noche. Poco después, el delincuente fue reducido.
La Policía seguía la pista de cuatro hombres -tres marroquíes y uno de origen argelino- acusados de estar detrás de varios atracos en la zona norte de Francia que gravita en torno a Lille-Roubaix. Dos de ellos fueron vistos a bordo de un Peugeot 205 blanco robado el jueves. Pero se perdió su rastro.
El vehículo aparecerá a pocos metros de la Comisaría Central de Lille y a 300 metros de donde debe celebrarse el lunes la cumbre del G-7 sobre el empleo. El 205 tenía un equipaje mortífero: tres botellas de gas -una llena y dos medio vacías- con un mecanismo de ignición.
EN «LA CASBAH» El detonante sólo consiguió reventar el maletero. Varios testigos relataban ayer en la televisión haber visto las bombonas de gas y, conscientes del peligro, haberse alejado. Los artificieros harán estallar las bocas de las bombonas una a una para vaciarlas.
Son ya las seis de la mañana del viernes y está a punto de amanecer. Un detalle importante porque la Policía francesa no puede registrar un domicilio de noche, salvo en caso de flagrante delito o de narcotráfico.
Estamos en la calle Henri Carette en el barrio de Alma-Estación de Roubaix, conocido popularmente como «La Casbah» por la gran densidad de emigrantes magrebíes. Es una calle formada por esos adosados de hace décadas que nunca pudieron disimular su carácter popular. Ladrillos oscuros, aspecto un poco deprimente.
Una veintena de miembros del RAID -los «Geos» de la Policía francesa- se apresta a dar el asalto al número 59. Visten de negro y van encapuchados, a la manera de los Beltzas (negros) de la Policía Autonómica vasca. Son un cuerpo de élite, cuyos miembros pasan una prueba física cada 6 meses. Hacen seis horas de deporte diarias, tienen entre 25 y 35 años y cinco años de experiencia policial previa.
Revientan la entrada principal y, simultáneamente, la puerta trasera que da a un patio y a un paso vecinal. Pero les estaban esperando. Uno de los inquilinos del 59 de la calle Henri Carette abre fuego desde la planta baja. Dos policías resultan heridos: uno levemente; el otro encaja dos balazos, uno en la mandíbula, otro en el brazo. Los policías abaten al tirador.
A partir de ahí, los relatos son menos precisos pero los ingredientes son estos: los cercados en la planta superior de la casa lanzan granadas y la Policía bombas lacrimógenas. Incendio. Las llamas destruyen el interior de la casa y el tejado y el primer piso se hunden. A los ocho de la mañana todavía se escucha una explosión en el interior de las ruinas humeantes.
A media mañana se sabe que tres cadáveres calcinados han sido encontrados. Por la tarde aparece un cuarto. Un «geo» dice delante de la Prensa: «Hemos recuperado un kalashnikov». El primer balance oficial habla de ocho armas automáticas, una granada y un lote importante de munición. Una traducción francesa del Corán aparece entre los restos calcinados de la casa.
«NI TERRORISMO NI ISLAMISMO» A la misma hora del comienzo del asalto, la Policía realiza «diversas detenciones» en las inmediaciones de la casa asaltada. A media tarde de ayer la Policía revelaría la identidad de un detenido, Tesli Bel Hachem, nacido en Argelia. Era uno de las cuatro personas identificadas en relación a diversos asaltos recientes ocurridos en la zona.
Poco antes de mediodía el ministro del Interior, en visita rutinaria por el corazón de Francia, hará una declaración destinada a tranquilizar a la opinión pública. Los hechos de Roubaix «tienen relación con la gran delincuencia». Según Jean Louis Debré, no se trata «ni de terrorismo, ni de islamismo ni de un problema de barriada marginal».
La Policía precisa que el mecanismo de la bomba que no estalló en el Peugeot 205 el jueves por la noche no es similar a los artefactos empleados en la campaña de atentados fundamentalistas del otoño.
Pero los sobresaltos de la jornada no habían concluido. En las afueras de Roubaix, la Policía intenta interceptar un BMW robado. Ni este hecho ni el asalto fallido a un supermercado en Torcoing parecen relacionados con el desmantelamiento del grupo criminal.
La Policía belga da el alto a un coche en la autopista Lille-Gante, cerca de Courtrai (Bélgica), a escasos kilómetros de la frontera con Francia. Nuevo tiroteo. Uno de los dos ocupantes del vehículo es abatido. Era un francés sin ficha policial: Christophe Caze.
Su acompañante -que formaba parte de los hombres que la Policía vigilaba tras los asaltos de las pasadas semanas- huye a pie por el talud y se refugia en una casa individual de dos pisos. Durante tres horas retuvo en su interior a dos rehenes -la dueña, una madre de familia llamada Mia Stoobant, y su empleada de hogar, Karine Ameye-, que fueron liberadas después de que la Policía belga asaltara la vivienda.
En la misma acción fue reducido el último de los delincuentes, al que se trasladó urgentemente a un centro sanitario porque estaba herido grave en el tórax. Pasaban unos minutos de las siete de la tarde.
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Una banda con el gatillo fácil
Serán delincuentes. Pero no comunes. Todo parece indicar que los sucesos sangrientos de ayer en Roubaix tienen relación con una serie de delitos cometidos en los últimos meses por una banda decidida y con el gatillo fácil.
El 27 de enero, un policía fue herido de dos balazos por un grupo de hombres que acababa de retirar de un aparcamiento del centro de Roubaix un coche robado. Cuando los agentes se disponían a detenerlos, se abrieron paso disparando ráfagas de metralleta.
Sólo era el principio. El pasado lunes varios hombres enmascarados esperaron a un furgón blindado en una localidad próxima a Roubaix. El chófer resultó herido por disparos de kalashnikov y granadas.