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NotaPublicado: 31 May 2007 22:49 
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CAPITULO I: ANTECEDENTES


La derrota en la guerra hispanoamericana de 1898 significó la pérdida de nuestras últimas colonias en Ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Esto ocurrió en el periodo histórico que se conoce con el nombre de La Restauración. Esta se inicia en diciembre de 1874 con el golpe de estado del general Martínez Campos, que en las proximidades de Sagunto y con el apoyo de la brigada del general Dabán, proclama a Alfonso XII rey de España, poniendo fin a la Primera República.


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Alfonso XIII


La política de la restauración.

La nueva monarquía constitucional, bajo la inspiración de Antonio Cánovas del Castillo, articuló el nuevo estado, de carácter moderado, sobre la base de la Constitución de 1876. Esta, a la vez que da al rey amplios poderes, dejaba abierta la posibilidad de ir introduciendo, a través de las leyes que debían desarrollar el texto constitucional, principios liberales en la legislación española.

Todos aquellos que aceptasen la monarquía de Alfonso XII, según aparecía en la Constitución de 1876, podían participar en la vida política: "el exclusivismo" es el que había conducido a su madre hasta la frontera. Se trataba de que en el nuevo juego político entrasen el mayor número de partidos o facciones personalistas posible.

El sistema encontró su estabilidad en un bipartidismo en el que el binomio Cánovas-Sagasta, jefes de los dos partidos más importantes, el conservador y el liberal, realizaba la alternancia en el poder. Esto fue posible por la potestad que la constitución otorgaba al rey para disolver las Cortes y por el falseamiento de los resultados electorales.

De esta forma, una vez el rey daba su confianza y encargaba a uno de los lideres políticos la formación de gobierno, a continuación se celebraban elecciones en las que, inevitablemente, el partido en el poder obtenía una amplia mayoría. La Restauración creó un sistema basado en el fraude y la corrupción política que se extendió a la Administración, tanto en su ámbito nacional como local.


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Antonio Canovas del Castillo


El primer gobierno de la Restauración, dirigido por Cánovas, se encontró sobre la mesa con dos problemas: la guerra carlista y la insurrección cubana.

La ofensiva llevada a cabo por las fuerzas gubernamentales sobre el santuario carlista, da sus frutos y el 19 de febrero de 1876 se rinde Estella. El 28 del mismo mes Don Carlos abandona España. La guerra había terminado.

El segundo gran problema era la ya larga guerra cubana, conocida como la "Guerra de los Diez Años", que había comenzado en el 1868 con el llamado "Grito de Yara".

Terminada la guerra carlista, el gobierno puede enviar importantes refuerzos a Cuba. A principios de 1877 tiene sobre la isla unos cien mil hombres. Este mismo año, el general Martínez Campos toma el mando del ejército de operaciones y combinando la acción militar con la negociación política, consiguió poner fin a la insurrección con la Paz de Zanjón el 12 de febrero de 1878. Con ésta, se ofrece a los rebeldes, entre otras cosas, la concesión a la Isla de las mismas condiciones políticas y administrativas que tenía Puerto Rico, así como el olvido de lo pasado respecto a los delitos políticos cometidos desde 1868.

Con la llegada de la paz, España vivió un período de tranquilidad que va desde 1878 hasta 1895, alterado solamente por pequeños incidentes como la Guerra Chiquita, breve alzamiento separatista en Santiago de Cuba, y la cuestión fronteriza de Melilla en 1893.

El 25 de noviembre de 1885 fallece Alfonso XII y su esposa Mª Cristina de Habsbourg-Lorena se convirtió en la Regente. Este cambio en la cúpula del poder no alteró el discurrir de la política española. España se deslizó hacia el 98 por la pendiente del tobogán de la Restauración.

En el tiempo que transcurre desde 1878 hasta 1895, los distintos gobiernos de Madrid no supieron o no pudieron atender las peticiones de reformas que les llegaban desde Cuba. Estos cambios buscaban allanar el camino a la independencia. Era esta la asignatura pendiente, el verdadero problema que ni Cánovas ni Sagasta supieron resolver y no por desconocimiento del mismo.

En la carta que el general Polavieja escribe al general Blanco, Capitán General de Cuba, el 4 de junio de 1879 y que por circunstancias especiales, como él mismo señala, no llegó a manos de éste sino a las del general Martínez Campos ministro de la Guerra en esa fecha, podemos leer lo siguiente:

"Convencidos de ello, debemos, en mi opinión, en vez de querer impedir a todo trance y en todo tiempo la independencia de Cuba, que empeño vano sería, prepararnos para ella, permanecer en la Isla sólo el tiempo que en ella racionalmente podamos estar, y tomar las medidas convenientes para no ser arrojados violentamente, con perjuicio de nuestros intereses y mengua de nuestra honra, antes de la época en que amigablemente debamos abandonarla".


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Embarque de soldados para ultramar.


La opinión de Polavieja, como todos sabemos, no fue tenida en cuenta y sus predicciones lamentablemente se cumplieron.

Tampoco se llevó a cabo una política exterior encaminada a conseguir apoyo, en caso de que alguna de las potencias que se mostraban interesadas en nuestras colonias se decidiese por la intervención militar. La mayor preocupación, a principios de la década de los noventa, fue la negociación de una serie de tratados comerciales en función de la orientación proteccionista que tomó nuestra política comercial.

El gobierno español intentó, mediante la acción diplomática, conseguir garantías de que los Estados Unidos no intervendrían en el conflicto cubano, pero fracasó.

España insistió hasta el final. "Toda la actividad diplomática desplegada por el Gobierno Sagasta desde octubre de 1897 hasta abril de 1898 sólo consiguió que las grandes potencias hicieran una protesta moral a favor de España y eso porque Inglaterra se colocó a la cabeza de una mínima intervención europea; en ningún momento hubo, por lo que sabemos hasta ahora, la más ligera posibilidad de que alguna de las seis grandes potencias, sola o con aliados, aceptasen participar en una mediación armada".

Tampoco los políticos de la Restauración, ni conservadores ni liberales, fueron capaces de afrontar la profunda reforma que el Ejército necesitaba. Sólo buscaron evitar los pronunciamientos y ante la escasez de fuerzas de orden público, que el Ejército sustituyese a éstas en caso de necesidad, como sucedió en muchas ocasiones.

Se realizaron algunas mejoras como la creación de la Academia General Militar en 1882. Pero muchas de las leyes que se aprobaron, en esencia, mantenían la organización existente o apenas la modificaba. Otras, tras ser aprobadas, no se llevaron a efecto.

Es necesario señalar que en abril de 1887 el general Cassola, ministro de la Guerra, presentó en el Congreso un plan para reorganizar el Ejército. El debate que se abrió tuvo gran transcendencia en la sociedad española y la prensa se hizo eco del mismo siguiéndose con verdadero interés. La reforma que el general Cassola se propone llevar a cabo en el seno de la institución militar afecta a dos aspectos fundamentales de la misma: primero, crear un organismo autónomo y efectivo mediante la promulgación de una ley Constitutiva del Ejército que defina con claridad la esencia del mismo y establezca definitivamente su articulación orgánica. Y segundo, intentar resolver adecuadamente la triste situación personal, familiar y social por la que estaban pasando los miembros del Ejército.

Cassola se encontró con una fuerte oposición, debido a que su proyecto tocaba algunos puntos sensibles.

Si la propuesta obligatoriedad del servicio cayó como un rayo en aquella sociedad burguesa, propicia a los nuevos privilegios del dinero y donde sólo los hijos de los pobres servían como soldados, muchas de las restantes reformas herían directamente el "espíritu de cuerpo". Su proyecto fue rechazado por los privilegiados en la sociedad civil, por aquellos que podían evitar el servicio en el ejército mediante el pago de la redención, y por los privilegiados en el estamento militar, es decir, por los cuerpos facultativos, Artillería, Ingenieros y Estado Mayor, que temieron perder el beneficio del dualismo y el sistema de ascensos por méritos.

Canalejas, ante el Congreso, denunció los principales problemas que padecía nuestro ejército en 1.888. Entre ellos, podemos señalar: deficiente estado de organización, sueldos bajos, problemas de ascenso y material escaso y anticuado.


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Canalejas


En cuanto a la pequeña campaña que se produjo a raíz del incidente fronterizo con Marruecos en 1893, el E.M.C. en su Historia de las campañas de Marruecos escribe: "La organización militar era tan deficiente que hubo que desorganizar todos los servicios para poner en Melilla, con sensible retraso y falta de numerosos elementos, un ejército de 22.000 hombres".

Evidentemente, en 1895 las cosas no podían haber cambiado mucho. Tampoco se preocupó la clase política de crear un ejército apropiado para defender nuestras colonias.


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NotaPublicado: 31 May 2007 22:50 
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custodio4244 escribió:
CAPITULO II: LA GUERRA.

La guerra:


"La guerra es la simple continuación de la política con otros medios". (Clausewitz).

¡Viva Cuba libre! Fueron las palabras que se oyeron el 24 de febrero de 1895 en Baire. Con ellas comienza el último episodio de nuestra presencia en Cuba.

El levantamiento se venía organizando, desde meses atrás, por los líderes independentistas cubanos, tanto por los que se encontraban en Cuba como por los que estaban fuera de ella. Todos habían aceptado la jefatura política que José Martí ejercía desde su exilio en Nueva York. A finales de enero de 1895 dio la orden de que el levantamiento se debía de llevar a cabo en la segunda quincena de febrero y no antes, para dar tiempo al desembarco de las fuerzas que se encontraban en el exterior.


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Grupo de oficiales del Regimiento Mallorca nº 13, Cuba

En un principio se creyó que la rebelión sería rápidamente sofocada, pues sólo en Baire y Santiago de Cuba (Oriente) no se consiguió cortar la sublevación independentista. El general Calleja, Capitán General de Cuba, consideró los hechos como acciones realizadas por partidas de escaso número de bandoleros, y se sintió capaz de controlar la situación con los aproximadamente catorce mil hombres que tenía bajo su mando. Por lo tanto, no se molestó ni en pedir refuerzos. Su confianza y pasividad fueron, por lo menos, preocupantes.

Las noticias de particulares que llegan a la Península causan alarma y el Presidente del Gobierno, señor Sagasta, el día 3 de marzo decide mandar a la Isla, con carácter inmediato, una expedición de 8500 hombres en el crucero Reina Mercedes, más otros 1500 que se quieren mandar con la mayor rapidez posible.

Sagasta presenta su dimisión de forma irrevocable y María Cristina encarga a Cánovas la formación de gobierno, que este nombra el 23 de marzo. El general Calleja es cesado y se designa a Martínez Campos para sustituirle.

El 29 de marzo los hermanos Antonio y José Maceo desembarcan en la playa de Duaba y el 11 de abril llegan a Playitas José Martí y Máximo Gómez. La incorporación de los principales líderes da un importante impulso a la insurrección.

El nuevo Capitán General creía posible una solución negociada, a la que espera llegar combinando una política de buena voluntad y un amplio indulto con la acción militar. El 11 de mayo se dirige a Santiago de Cuba para tomar personalmente el mando del ejército de operaciones.

El ejército insurrecto, también conocido por el nombre de ejército mambí, puso en práctica la guerra de guerrillas, con lo que constantemente se realizaban marchas y contramarchas, se preparaban emboscadas, se buscaba la sorpresa, la ventaja del terreno y agotar al enemigo en una lucha constante en la que ningún combate ni enfrentamiento resultaba decisivo.

En Dos Ríos, el 21 de mayo, se produce un encuentro de gran importancia entre la columna que manda el coronel Ximénez de Sandoval y una partida rebelde al mando de Máximo Gómez, ya que entre los muertos insurrectos se encontraba José Martí y la causa independentista perdía su principal líder a los tres meses de su inicio.


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Martí


El cuerpo de Martí fue llevado a Santiago de Cuba; y después de la formal identificación, se lleva el ataúd al cementerio con mucho séquito de tropa. Allí, el coronel Ximénez de Sandoval inquiere si alguno de los civiles presentes desea hablar. Al cabo de un largo silencio, él mismo pronuncia unas breves palabras, que demuestran su nobleza:

"Señores: Cuando pelean hombres de hidalga condición como nosotros, desaparecen odios y rencores. Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos, debe ver en estos yertos despojos un enemigo. Los militares españoles luchan hasta morir; pero tienen consideración para el vencido y honores para los muertos".

La insurrección, sin embargo, tomaba cada vez más fuerza y empuje, y desde Oriente se fue extendiendo hacia el centro de la Isla. El ejército rebelde se dedicó sistemáticamente a la devastación y el saqueo, consiguiendo que, por su propia voluntad o por temor, la gran mayoría de la población rural le prestara su apoyo.

El general Martínez Campos se encontraba en Manzanillo el 12 de julio cuando recibió noticias de que Maceo estaba en las proximidades de Bayamo con más de 7000 mambises a sus órdenes. A pesar de contar tan sólo con 400 hombres, el general español decidió ir al encuentro. En su marcha se le incorporó el general Santocildes con 1000 hombres más. El 19 de julio en la sabana de Peralejo se produjo el choque y tras cinco horas de durísimo combate, Maceo tuvo que retirarse y se pudo alcanzar Bayamo. Allí, al frente de su columna perdió la vida Santocildes.

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General Arsenio Martinez Campos.


El 16 de septiembre los cubanos en armas aprueban su Constitución, primer código de la naciente República Cubana.

Los combates, emboscadas y escaramuzas se suceden; la violencia y la crueldad van subiendo de tono. Salvo pequeñas victorias españolas, la iniciativa está en manos de los insurrectos. A finales de octubre, Antonio Maceo decide constituir una columna que lleve la guerra al extremo occidental de la Isla, donde se encontraban las comarcas más ricas y pobladas, y conseguir el triunfo del levantamiento en las mismas. Después de una larga marcha, a la que se une Máximo Gómez en San Juan, dejando tras de sí una estela de destrucción, el 23 de diciembre Maceo se enfrenta a Martínez Campos en las proximidades de Coliseo; el Capitán General de Cuba es obligado a retirarse. Esta victoria mambí sembró la alarma en La Habana. El relevo no solamente era necesario, sino urgente.

Martínez Campos, sólo después de la batalla de Peralejo, se dio cuenta de su error de pretender poner fin a la guerra con una paz negociada, ésta sólo podía finalizar con la derrota militar de uno de los dos contendientes. Se necesitaba, pues, algo más que buenas intenciones.

El 25 de julio, desde Manzanillo, se dirige a Cánovas en carta particular diciéndole entre otras cosas: "Los pocos españoles que hay en la isla sólo se atreven a proclamarse tales en las ciudades: el resto de los habitantes odia a España. Cuando se pasa por los bohíos del campo no se ven hombres, y las mujeres al preguntarlas por sus maridos o hijos, contestan con naturalidad aterradora: en el monte con fulano."
A continuación se lamenta de que sería necesario tomar medidas drásticas, pero que él no tiene condiciones morales para hacerlo.
"Sólo Weyler las tiene en España, porque además reúne las de inteligencia, valor y conocimiento de la guerra; reflexione usted, mi querido amigo, y si hablando con él el sistema lo prefiere usted, no vacile en que me reemplace; estamos jugando la suerte de España."

Cánovas se decidió por fin a atender los consejos del general Martínez Campos. Weyler desembarcó en la Habana el 10 de febrero de 1896 con la firme voluntad de pacificar la isla, empezando por occidente y terminando por oriente.

Derrotar a un enemigo que dominaba el campo y que contaba con el apoyo de los campesinos y por lo tanto una perfecta información de los movimientos de las tropas españolas, que se podía mover en un amplio teatro de operaciones que abarcaba toda la isla con la mayor libertad, que podía elegir el lugar y el momento de establecer contacto con el adversario, que tenía capacidad para actuar simultáneamente en lugares distantes, capaz de vivir sobre el terreno, dispuesto a incendiar, destruir, saquear y actuar sin la menor piedad, requería algo más que intentar proteger las propiedades y evitar molestias a la población civil.


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Grupo de oficiales sobre cubierta, c.a. 1900


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NotaPublicado: 31 May 2007 22:51 
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custodio4244 escribió:
El plan de campaña del nuevo Capitán General de Cuba consistía en dividir el teatro de la guerra, que abarcaba toda la isla, en tres teatros de operaciones mediante dos trochas, la de Júcaro-Morón y la de Mariel-Majana. La trocha era una zona despejada de vegetación, que como si de un camino se tratase cruzaba la isla por su parte más corta, por él patrullaban unidades españolas.


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Grupo de infanteria Vizcaya 51

En ella, a distancia regular había torres de observación, reflectores, fosos, fortines y trincheras.

A continuación y empezando por la parte occidental, batir sucesivamente las partidas insurrectas en cada uno de estos teatros. Para realizar estas operaciones era necesario una urgente reorganización de las fuerzas. Se debía aumentar el número de hombres del ejército de operaciones, reduciendo los destacamentos que se encontraban dispersos para proteger las propiedades y sustituirlos por voluntarios. Las columnas debían constituirse por unidades completas al mando de sus jefes naturales y aumentar su movilidad y autonomía, además debían actuar coordinadamente. Todos los hombres de las columnas irían armados con fusiles Mauser.

Antes de que se pudiera cerrar la trocha Mariel-Majana, el 15 de febrero, Maceo pasó a la provincia de La Habana para encontrarse con Máximo Gómez. La iniciativa pasaba al bando español, y la atención se concentraba en Maceo que tenía bajo sus órdenes a unos seis mil hombres. En su constante movimiento para eludir el combate cuando no le interesaba, el 12 de marzo, pasó a Pinar del Río huyendo de la columna del general Linares y el 15 se encontró con la del coronel Hernández de Velasco.

A partir de este momento, Weyler ordenó completar la trocha Mariel-Majana concentrando en ella un fuerte contingente de tropas al mando del general Arolas, a fin de impedir que nadie atravesase la línea en uno u otro sentido, quedando Maceo aislado del resto de las fuerzas insurrectas. El general Linares, con tres columnas bajo sus órdenes, tenía la misión de perseguir a Maceo. El 30 de abril, en acción combinada, seis columnas avanzan sobre Cacarajícara, reducto de Maceo, que tras reñido combate, fue tomado, pero el jefe mambí logró escapar. En las lomas de Lajas, el general Suarez Valdés combatió con dureza durante cinco horas contra el escurridizo Maceo.

Mientras tanto, Máximo Gómez intentaba pasar la trocha para ayudar a su lugarteniente y procuraba concentrar fuerzas suficientes para lograrlo; pero aunque con menos intensidad, él también estaba constantemente acosado.

Los grupos rebeldes eran perseguidos hasta el agotamiento en Pinar del Río, La Habana y Matanzas, esto hizo que muchos insurrectos se entregasen. Las lluvias, a partir de junio, alcanzan gran intensidad y las operaciones militares disminuyen por las dificultades que se encuentran las columnas en sus marchas, debido al encharcamiento de los caminos y el desbordamiento de los ríos. Pero en Pinar del Río se mantiene la tensión. En octubre se terminan los trabajos en la trocha Mariel-Majana, quedando esta guarnecida por 12.000 hombres y 26 piezas de artillería. Weyler publica un bando ordenando la reconcentración de la población en la provincia de Pinar del Río, para impedir la ayuda de los campesinos a las partidas.

En la provincia de Oriente había asumido el mando del ejército mambí Calixto García, que consiguió establecer contacto con Máximo Gómez. Ambos empezaron a mover sus tropas provocando multitud de combates de poca importancia en un intento de distraer la atención que las fuerzas españolas tenían puesta sobre sus dos objetivos prioritarios, la trocha Júcaro-Morón y Maceo.

El 9 de noviembre, el general Weyler con 35 batallones y 6 baterías marcha a Mariel para dirigir una operación encaminada a batir la partida de Maceo, el cual ante la constante persecución a la que es sometido se ve obligado a abandonar Pinar del Río. En la noche del 4 al 5 de diciembre eludió la trocha por el mar y el día 7 en Punta Brava le sorprendió la columna del comandante Cirujeda. En el breve combate que se produjo Maceo cayó de su caballo herido de muerte, al ser levantado, otro disparo acabó con su vida. Weyler ya podía olvidarse de Maceo y concentrar su interés en Máximo Gómez, que intentaba por todos los medios activar la guerra en las provincias centrales. El 26 de diciembre consiguió atravesar la trocha Júcaro-Morón. A finales de enero de 1897 acampaba en Los Remedios con unos 3.000 hombres y esperaba la llegada de Calixto García con otro número igual.

Desde Santa Clara se iniciaron las operaciones encaminadas a conseguir la rendición de Gómez y la pacificación total en el segundo teatro de operaciones. Antes de finalizar mayo, las fuerzas del general en jefe del ejército libertador se encontraban diseminadas y maltrechas, con escasa capacidad para combatir. El Capitán General comunicaba, el 26 de mayo, al ministro de la Guerra, que desde occidente hasta la trocha Júcaro-Morón, la isla se encontraba pacificada. Una vez pasada la época de las lluvias, se produciría el ataque al oriente.


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Notas: 1) Ferrocarriles cubanos en 1868; 2) Límites provinciales; 3) Lugares del alzamiento de 1868; 4) Lugares célebres en la Guerra Grande; 5) Lugares del alzamiento de 1895; 6) La "invasión de Occidente"; 7) Intervención norteamericana; 8) Zonas de mayor resistencia española; 9) Zonas de predominio del separatismo.




Las críticas, sin embargo, arreciaban sobre Weyler. Desde el extranjero, principalmente desde Estados Unidos y tristemente desde España, a causa de su política de reconcentración y de hacer la guerra con la guerra. Weyler se daba cuenta de que era muy posible la intervención de los norteamericanos en el conflicto. En junio, en telegrama al presidente del gobierno, entre otras cosas, señala: "Estoy convencido de que mientras más próxima esté la terminación de la guerra por las armas, más dificultades han de poner los Estados Unidos para evitarlo".

La campaña de prensa contra Weyler fue muy dura, siendo culpable de atrocidades de todo tipo, como si la brutalidad de la guerra fuese obra de un solo hombre, o de un solo bando, como si la guerra y sus horrores fuesen invento de aquel general español. Incluso antes de tomar Weyler el mando de la Capitanía General de Cuba, fue atacado despiadadamente desde las páginas del Mercantil Valenciano.

El hecho de que en Estados Unidos se realizase una campaña de prensa amarilla contra el general, es comprensible, pues existían grupos de presión partidarios de la anexión de Cuba y el descrédito de dicho general les beneficiaba. Lo que resulta más difícil de entender es el afán que puso la prensa española en su destitución.

En Cuba, sin embargo, se preparaba meticulosamente la campaña de invierno, con la que se esperaba batir a los rebeldes en Oriente.

Un desgraciado suceso iba a dar un giro inesperado a la situación, el 8 de agosto de 1897 Cánovas era asesinado, por esta causa, María Cristina encargó al general Azcárraga la formación de un gabinete de transición.

Calixto García necesitaba levantar el ánimo de la ya lánguida insurrección, para lo cual, reunió una columna de 5000 hombres y se plantó el 14 de agosto ante Las Tunas, pequeño pueblo de unos 3000 habitantes, defendido por una guarnición de 300 hombres.


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Calixto Garcia y oficiales.


Al cabo de una semana de asedio, sus defensores se rindieron, siendo asesinados a machetazos, el pueblo saqueado, sus habitantes maltratados y tras incendiar lo poco que quedaba en pie, Calixto García abandonó Las Tunas. Este hecho fue utilizado por la propaganda como una gran victoria y como prueba de que los españoles aún estaban lejos de pacificar Cuba.


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NotaPublicado: 31 May 2007 22:52 
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custodio4244 escribió:
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Regimiento expedicionario Antequera.

Azcárraga significó la continuidad de la política española en la guerra, pero el 4 de octubre le sucede en la presidencia el gobierno Sagasta.

Si Cánovas defendió a Weyler contra viento y marea, Sagasta estaba dispuesto a relevarlo, a pesar de que desde La Habana le llegaban opiniones favorables al general. El 9 de octubre era cesado de su cargo Valeriano Weyler y nombrado como sustituto el general Blanco, que en 1896 había sido cesado de la Capitanía General de Filipinas por contemporizador e indeciso.

Blanco tenía instrucciones de Madrid de renunciar a toda ofensiva. El 25 de noviembre Calixto García arrasó Guisa. Evidentemente, los insurrectos no habían recibido la misma orden.

El 26 de noviembre apareció en La Gaceta un real decreto que otorgaba la autonomía a Cuba. Ya era demasiado tarde, los rebeldes cubanos sólo depondrían su actitud con la independencia.

El ambiente se iba enrareciendo cada vez más en la capital. El gobierno autonomista entró en funciones el 1 de enero de 1898. La prensa atacaba al Ejército. Se producían manifestaciones de uno y otro signo. El 12 de enero, como consecuencia de la publicación de algunos artículos, un grupo de militares irritados asaltaron las redacciones de varios periódicos.

El cónsul norteamericano pidió a Washington la presencia en La Habana de buques de guerra, en defensa de los intereses de sus conciudadanos. El acorazado Maine fondeó en el puerto de la capital y el 15 de febrero una explosión produjo su hundimiento, resultando muertos 266 tripulantes. Los americanos acusaron a los españoles. Una comisión americana destinada a investigar el suceso, declaró que una explosión exterior había provocado la catástrofe. La tensión diplomática crecía.

Los Estados Unidos querían controlar Cuba, entre otras causas, por la posición estratégica que la Isla ocupaba frente al golfo de México y estaban dispuestos a comprarla o a luchar por ella. Pero iban, hipócritamente, a justificar su intervención militar alegando razones humanitarias; querían evitar los sufrimientos del pueblo cubano. El 11 de abril, el senado y la cámara de representantes de los Estados Unidos, acuerdan que Cuba es libre e independiente y que si España no renuncia inmediatamente a su soberanía, queda autorizado el Presidente de los EEUU a utilizar todas las fuerzas militares y navales para llevar a efecto lo acordado. El 21 de abril se rompen las relaciones diplomáticas. El 25, los EEUU declaran la guerra a España y comienza el bloqueo de la Isla.

La escuadra del almirante Cervera, que se encontraba en Cabo Verde, recibe la orden de dirigirse a las Antillas, a pesar de que éste había manifestado insistentemente que era imposible derrotar a la flota yanqui, dada la manifiesta superioridad de la misma y que sería más conveniente que su escuadra se dedicara a la protección de las islas Canarias y de la Península ante un previsible ataque de los norteamericanos.

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Una vez recibida la orden de zarpar, Cervera escribe al ministro de Marina, "Con la conciencia tranquila voy al sacrificio, sin explicarme ese voto unánime de los generales de Marina, que significa la desaprobación y censura de mis opiniones, lo cual implica la necesidad de que cualquiera de ellos me hubiese relevado". No era sólo Cervera el que tenía esa pesimista impresión. Villaamil, capitán de navío que mandaba la escuadrilla de torpederos, telegrafió a su amigo Sagasta: "Ante la trascendencia que tendrá para la Patria el destino dado a esta escuadra, creo conveniente conozca usted por el amigo que no teme censuras, que si bien como militares están todos dispuestos a morir honrosamente cumpliendo sus deberes, creo indubitable que el sacrificio de este núcleo de fuerzas navales será tan seguro como estéril y contraproducente para el término de la guerra, si no se toman en consideración las repetidas observaciones hechas por su almirante al ministro de Marina".

El ejército español tenía sus fuerzas diseminadas por toda la Isla, aunque en La Habana se encontraba el grueso de las mismas por su importancia estratégica. El 19 de mayo llegó la escuadra de Cervera a Santiago de Cuba, ciudad situada en la parte oriental de la Isla, donde el ejército mambí era más fuerte y controlaba el territorio.

El ataque del ejército estadounidense a Cuba fue encomendado a Nelson A. Miles, General en Jefe del Ejército. Se eligió Tampa como lugar del que partiría el cuerpo expedicionario, denominado Quinto Cuerpo de Ejército. Allí en medio de una caótica y deficiente organización, se concentraron y embarcaron 18.000 hombres y el material de guerra necesario. El 14 de junio, la flota ponía rumbo a Las Antillas. La orden recibida era tomar Santiago en el menor tiempo posible, reembarcar y poner rumbo a Banes y esperar instrucciones.

La flota se encontró frente a Santiago el día 20. El general Shafter, que tenía el mando del Quinto, se entrevistó con el almirante Sampson, jefe de la escuadra que bloqueaba la bahía de Santiago, y con Calixto García. Fue el jefe cubano quien expuso su plan para tomar la ciudad, siendo aceptado por los americanos. Este consistía en desembarcar en Daiquiri y atacar por el este mientras los mambises cercaban el resto del perímetro de la ciudad.

El general cubano Castillo Dunay tomó Daiquiri, cuya guarnición se retiró sin presentar combate; el Quinto Cuerpo desembarcó bajo la protección de los mambises el 22 de junio. Al día siguiente, tras tomar Siboney, la división del general Lawton se encontró con las tropas españoles que estaban parapetadas en las alturas de las Guásimas. Estas eran las fuerzas que habían abandonado Siboney y que el general Linares, Gobernador de Santiago, había reforzado con 1.500 hombres bajo el mando del general Rubín.

Shafter había dispuesto que la división de Lawton ocupase la vanguardia, la de Kent se situase en las proximidades de Siboney y la de Wheeler en Daiquiri. El día 24 Wheeler decide, por su cuenta, atacar las Guásimas; ordenó a la brigada de Young avanzar pero el fuego de los españoles la frenó. Wheeler pidió refuerzos a Lawton, pero el general Rubín, obedeciendo órdenes, replegó sus fuerzas hacia Santiago. Como consecuencia, los americanos tomaron Las Guásimas, Sevilla y La Redonda; Santiago quedaba más cerca.

Cuando el mando americano se enteró de que el coronel Escario se dirigía con una columna a reforzar la ciudad, decidió atacar inmediatamente. El día 1 de julio fue el elegido para lanzar el asalto. Al amanecer de dicho día el ejército expedicionario había ocupado posiciones al lado este de Santiago.El eje del ataque estaría definido por el camino que desde Sevilla conduce a la ciudad, atravesando una densa manigua hasta las proximidades de Las Lomas de San Juan.

Cercana a estas se encontraba en un promontorio el núcleo defensivo de El Caney. Shafter pensó que era necesario tomar ambas posiciones, con el fin de evitar sorpresas. En función de este plan, los norteamericanos situaron sus unidades de la siguiente forma: frente a Aguadores, la brigada de Duffield, frente a las Lomas de San Juan, las divisiones de Kent y Wheeler, y al este de El Caney, la división de Lawton.

El general Linares, que tenía bajo su mando cerca de 10.000 hombres, organizó su primera línea defensiva. En el Caney, el general Vara de Rey con 527 hombres, en Aguadores 1.000, en San Juan 360 y una sección de artillería y en el fuerte Canosa 140.


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Soldado con uniforme de campaña


Los americanos pretendían tomar El Caney en dos horas con la división de Lawton , mientras que las divisiones de Kent y Wheeler desplegaban ante las Lomas de San Juan. Una vez tomado El Caney, Lawton se incorporaría al flanco derecho para efectuar el asalto a San Juan con el Quinto Cuerpo al completo.

A primera hora de la mañana, la división de Lawton avanzaba desplegada hacia El Caney. Pensando que el pánico iba a hacer huir a los españoles, pronto descubrieron que estos no eran muy propensos a las carreras, y que estaban dispuestos a poner toda la tenacidad del mundo en la defensa de su posición. Allí, no sólo se encontraba el valiente Vara de Rey, le acompañaban un puñado de guerrilleros soldados de nuestra Infantería, que dieron ejemplo de bravura y coraje.

Las primeras oleadas de asaltantes fueron detenidas por las descargas cerradas y rasantes que los defensores realizaron con sus mausers. La artillería americana dirige su fuego contra El Viso, pequeño fortín de piedra, punto clave de la defensa. A las nueve horas Lawton detiene el ataque, ante las dificultades que sus hombres encuentran para ganar un palmo de terreno y solicita se incorpore la brigada de reserva; sumando de esta forma más de 6.000 los hombres bajo su mando.

Al mediodía El Caney resistía. El imponente despliegue americano no había impresionado a sus defensores. La artillería se situó a un kilómetro de El Viso y sus fuegos empezaron a hacer mella en el fortín. Lawton recibe orden de abandonar el ataque para incorporarse al asalto de san Juan pero desobedece y continúa su lucha particular. Ahora la artillería barría eficazmente las trincheras españolas y ordena un nuevo asalto contra El Viso, que fue tomado a las cinco de la tarde. Desde allí se podía batir el pueblo y sus defensas, de forma que la resistencia era ya de todo punto imposible.

Herido el general Vara de Rey, entrega el mando al teniente coronel Puñet, que organiza la retirada. En ésta, fue alcanzado por u n disparo, allí quedó su cuerpo sobre el campo de batalla. Cuando fue encontrado por las tropas norteamericanas, le rindieron honores militares. Ya de noche, el teniente coronel Puñet llegó a Santiago con unos 60 hombres. Dos horas había calculado el soberbio Lawton que bastarían para tomar con sus 6.000 hombres una posición defendida por 527 españoles. Se equivocó, necesitó 12. El consiguió El Caney, los españoles la Gloria.

El capitán Wester, agregado militar de la Legación de Suecia y Noruega en Washington, testigo presencial de los hechos, escribió un relato de los mismos al final de la cual se puede leer:

"¡Después de esto, ni una palabra más se escuchaba en el campo americano sobre la cuestión de la inferioridad de la raza española!
Y esta lucha de El Caney ¿no aparecerá siempre ante todo el mundo como uno de los ejemplos más hermosos del valor humano y de la abnegación militar?
¿Quién haya tomado parte en ella no es digno de una honorífica recompensa?
¡Contemplad ese pueblo! Las casa están arruinadas por las granadas, las calles cubiertas de muertos y heridos. El general Vara de Rey está allá, muerto; sus ayudantes al laso suyo, muertos; en derredor multitud de oficiales y solados.
Todos han llenado su deber, desde el primero hasta el último.
¡Dichoso el país que es tan querido de sus hijos!
¡Dichosos los héroes que han sucumbido en un combate tan glorioso!
¡Con su sangre han escrito en la historia el nombre de El Caney, como uno de los más brillantes episodios guerreros, y con letras de oro deben inscribirse también en las banderas de las tropas que allí combatieron!".


Mientras se combatía en El Caney, las divisiones de Kent y Wheeler iniciaron su marcha para ocupar las posiciones de asalto. Avanzaron por el estrecho camino que conducía a Santiago. La división de Wheeler comenzó a vadear el río Aguadores y a desplegar en el flanco derecho, pero el vado se convirtió en un embudo y las tropas norteamericanas se fueron acumulando en el mismo produciéndose gran confusión.

Para intentar comprender lo que estaba ocurriendo, el mando americano ordenó izar un globo cautivo, de discreto color amarillo. Los españoles abrieron fuego contra el mismo y pronto comprendieron que el globo les indicaba la posición de las tropas enemigas, por lo tanto dirigieron sus descargas de fusil sobre la manigua. Nuestra sección de artillería con sus dos Krupp de 7,5 cm., tras derribar el globo, concentró su fuego sobre las tropas enemigas próximas al vado. Fueron los mambises los que adelantaron sus posiciones y vadearon el río estableciendo una línea de fuego a trescientos metros de las primeras posiciones españolas. Gracias a ellos, las dos divisiones americanas pudieron completar su despliegue.


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Cañon Krupp 7.5


Las fuerzas de Wheeler tomaron al asalto la loma de la Caldera que se encuentra frente a las de san Juan. El mismo se llevó a cabo bajo la protección del fuego artillero y de las ametralladoras Gatling. Los cañones españoles se quedaron sin munición, y aunque lentamente, aquella tropa abigarrada ascendía las colinas de forma imparable. Los defensores iniciaron una retirada ordenada, que fue protegida por los artilleros al mando de su capitán De Antonio; murieron todos.

Los americanos alcanzaron las cimas de San Juan. Todavía los españoles tuvieron fuerzas para lanzar un desesperado contraataque a cargo de nuestra infantería de marina, mandada por el capitán de navío Bustamante, pero fue rechazado.

El general Linares, herido en el combate, entregó el mando al general Toral. Al anochecer los españoles se encontraban parapetados en la última línea defensiva exterior.

Shafter ordenó la construcción de largas trincheras alrededor de Santiago.

El día 2 llega la columna del coronel Escario compuesta por 3000 hombres. Los mambises se apoderan de Cuabitas de cuya presa se abastecía de agua la ciudad. Sahfter pide la rendición y el general Toral contesta que no. El mismo día 2 el almirante Cervera recibe del general Blanco, General en Jefe, el siguiente telegrama: "En vista estado apurado y grave de esa plaza que me participa el general Toral, embarque V.E. con la mayor premura tropas desembarcadas de la escuadra y salga con ésta inmediatamente."


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NotaPublicado: 31 May 2007 22:53 
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custodio4244 escribió:
Aproximadamente a las 9,30 horas del día 3, la escuadra de Cervera inició la tan esperada salida de la bahía de Santiago con las banderas de combate izadas.

El plan era intentar que el mayor número posible de barcos pudiese burlar el bloqueo y buscar refugio en otro puerto navegando hacia el oeste. El buque insignia, el María Teresa, fue el primero que salió por la bocana, con la idea de atraer la atención de la flota enemiga sobre él, para lo cual nada más salir, abrió fuego sobre el acorazado más próximo pero lanzándose a toda máquina contra el Brooklyn, fue alcanzado y el fuego se apoderó rápidamente del barco por lo que Cervera dio la orden de embarrancar para salvar el mayor número posible de tripulantes.


Imagen

Otros buques: http://www.eldesastredel98.com/capitulos/fnesat.htm

Tras él salieron el Vizcaya, el Colón y el Oquendo, pero la escuadra estadounidense estuvo atenta a la maniobra de la española. El Vizcaya y el Oquendo fueron alcanzados por la artillería enemiga, pronto empezaron a arder sus cubiertas. El Colón era el único que parecía poder escapar del bloqueo, pero tras él se lanzó la escuadra enemiga, siendo el Oregón el primero en alcanzarlo. Ante la inutilidad del desigual combate, el capitán del Colón ordenó arriar la bandera, inundarlo y varar en la playa.

Toda la escuadra de Cervera fue destruida, pues nada más salir los dos cazatorpederos Furor y Plutón fueron batidos.

La victoria del almirante Sampson elevó la más bien baja moral del Quinto Cuerpo de Ejército, cuyo General en Jefe se planteaba una retirada a posiciones más seguras. Con todo a su favor, el general Shafter no se atrevía a ordenar el asalto a la ciudad, había tenido demasiadas bajas para tomar dos pequeñas posiciones defensivas escasamente guarnecidas. El Caney y San Juan pesaban en su ánimo.

Muchos de sus hombres se encontraban enfermos. Amenazó a Toral con bombardear la ciudad si no se rendía sin condiciones. La situación en Santiago se agravaba por momentos pero no aceptó la rendición. El 10 y el 11 de julio, la ciudad y sus defensas son bombardeadas, la situación es insostenible. Tras consultar con el Capitán General de Cuba, el 16 de julio, el general Toral rinde Santiago de Cuba y su provincia a los americanos.

A los cubanos, Shafter les impidió entrar en la ciudad en agradecimiento de la inestimable colaboración que prestaron al Quinto Cuerpo en Daiquiri, Las Guásimas y San Juan. Aquí comenzaron las fricciones entre cubanos y norteamericanos.

Tras la destrucción de la escuadra española de Filipinas en Cavite, la de Cuba en Santiago, la rendición de las fuerzas españolas de Oriente, la invasión de Puerto rico, Manila sitiada y la manifiesta imposibilidad de enfrentarse al poderío naval de los Estados Unidos, el gobierno de Sagasta inició conversaciones para negociar la paz. Aunque todavía tenía en Cuba más de 200.000 hombres que no habían entrado en combate y estaban dispuestos a luchar. El general Blanco mandaba el siguiente telegrama, el 14 de julio de 1898, al ministro de la Guerra: "La opinión dominante en este ejército, de la cual participamos sus generales, está por la continuación de la guerra, considerando que el honor de las armas exige aún más sacrificios; pero nunca será obstáculo para el cumplimiento de las órdenes del Gobierno que obedecerá como es su deber.

Profundamente agradecido por mi parte a las lisonjeras frases que me dirige en su telegrama del 12, es muy penoso para mí manifestarle que yo no puedo continuar al frente de este ejército en el caso de que el Gobierno decida hacer la paz."


Que el ejército de Cuba no se sentía vencido y no era partidario de la rendición lo manifiesta también el general Pando, Jefe del Estado Mayor del mismo, en el escrito de renuncia al acta de senador que dirige al Presidente del Senado el 6 de marzo de 1899, en el cual podemos leer lo siguiente:

Creencia era ésta que vi por mí mismo justificada, cuando desde puntos muy inmediatos al campo enemigo pedía al gobierno la continuación de la guerra, sintetizando mi petición en las siguientes frases "Continúa la guerra, y en breve les impondremos la paz que queramos". Creencia que aún sostengo, y de la cual di nuevamente fe en el mes de noviembre, en comunicación dirigida al ministro de la Guerra, cuya contestación todavía estoy esperando, y en la que manifestaba que, si por las dificultades que surgían para ultimar el Tratado de París hubiese que volver de nuevo a las hostilidades, dispuesto estaba a ir a donde se creyera que había más peligro, en la seguridad de defender con éxito nuestro territorio contra los americanos."

El escrito terminaba diciendo: " y si tuviese el convencimiento, que por fortuna no cabe en mi ánimo, de que entre los pánicos de aquel Ministerio había dejado de existir el pueblo y el ejército del 2 de Mayo y de siempre, rompería en el instante, no ya sólo mi acta de senador que ahora renuncio sino mi espada, mi uniforme y hasta mi carta de ciudadanía.


El 12 de agosto se firmó el Protocolo de Washington, documento base para las negociaciones que se realizarían en París, por él quedaban suspendidas las hostilidades. El 13, cuando ya se habían suspendido éstas, la artillería americana a primera hora de la mañana abrió fuego contra Manila, y ante el desconocimiento del protocolo y lo inútil de la resistencia, la ciudad se rinde.

La guerra de Filipinas fue otra historia

En el Tratado de parís, el 10 de diciembre de 1898, los comisionados españoles se limitaron a aceptar las condiciones de los vencedores. Por el mismo, España perdía Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas. En él se olvidaron de las islas Carolinas, las Palaos y las Marianas, situadas en el Pacífico. Ya no tenía sentido conservarlas y el 12 de junio de 1899 se firmó un acuerdo de cesión a Alemania.

El 1 de enero de 1899 fue arriada la nuestra bandera en La Habana. En tierra cubana quedaron enterrados más de 50.000 españoles.

Todavía quedaba una firma. El teniente Don Saturnino Martín Cerezo, el 2 de junio de 1899, convencido de la pérdida de Filipinas, por las noticias que leía en los periódicos que los sitiadores le dejaban por la noche, decidió capitular. Tras la firma del Acta de Capitulación sale de la iglesia un grupo de hombres que se habían ganado el respeto y la admiración de sus enemigos, ellos eran los que quedaban del Destacamento de Baler, eran los "Ultimos de Filipinas". Desde el 28 de junio de 1898 habían estado sitiados por fuerzas insurrectas tagalas muy superiores en número, que intentaron por todos los medios tomar la pequeña iglesia donde se habían refugiado, por ser el edificio más sólido del pueblo. Allí permanecieron 337 días soportando todo tipo de privaciones y negándose a entregar su puesto a pesar de los continuos asaltos a los que su "pequeña fortaleza" se vio sometida.


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Martin Cerezo.


Emilio Aguinaldo, Presidente de la República, les dedicó el siguiente decreto:

"Habiéndose hecho acreedoras a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio alguno, ha defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares e interpretando los sentimientos del ejército de esta República que bizarramente les ha combatido, a propuesta de mi Secretario de Guerra y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, vengo a disponer lo siguiente:

Artículo Unico. Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas no serán considerados como prisioneros, sino, por el contrario, como amigos, y en consecuencia se les proveerá por la Capitanía General de los pases necesarios para que puedan regresar a su país. Dado en Tarlak a 30 de junio de 1899."


Los héroes de Baler cerraron con honor el episodio final de nuestra presencia en Asia. A España sólo le quedaba mirar hacia el futuro.

Foto ampliable de los heroes de Baler, los ultimos de Filipinas:

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NotaPublicado: 31 May 2007 22:54 
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zaragoza escribió:
Muy buen trabajo "custodio4244", excelentes tus aportaciones sobre este episodio histórico que marcó un punto de inflexión muy fuerte en la soecidad española y hasta el punto de nombrar a una generación de grandes escritores, la generación del 98.

Sigues en tu linea de escribir con calidad. Mi sincera enhorabuena y cordial felicitación por este hilo que has creado.

Eres de "magna cum laude" !!!!

-*+ -*+ -*+ -*+ -*+ -*+ -*+ -*+ -*+ -*+ -*+ -*+


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NotaPublicado: 31 May 2007 22:55 
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rajau escribió:
Impresionante, mil gracias.


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NotaPublicado: 31 May 2007 22:56 
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Artillero escribió:
Excelente.


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NotaPublicado: 03 Jun 2007 12:52 
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Mi homenaje a Todos los Caidos por la Patria en estos conflictos:

No os olvidamos!!!!!

Los Últimos de Filipinas

[video width=400 height=350]http://www.youtube.com/v/PDXAEM3VGPU[/video]


Heroes de Cuba y Filipinas

[video width=400 height=350]http://www.youtube.com/v/-vylvdikKzI[/video]

¡¡Viva España!!!

¡¡Volveremos a Ser Imperio!!!

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