LA INICIACIÓN DE LOS TEMPLARIOS
"Para cada uno de ellos la disciplina es una devoción y la obediencia una forma de respetar a sus superiores, porque estos caballeros mantienen fielmente una existencia compartida, sencilla y alegre, sin esposa ni hijos."
La vida religiosa de un Caballero Templario se abría con la ceremonia de la iniciación, como era habitual en la tradición del Temple. El escenario habitual era una Iglesia de la Orden. El aspirante llevaba una túnica blanca, el cabello descubierto y aparecía completamente desarmado. Se le obligaba a jurar que renunciaba a la existencia laica, para convertirse en un monje-caballero.
A continuación se reproduce una ceremonia típica, basándonos en la declaración efectuada por el caballero Gerardo de Caux en un interrogatorio celebrado el 12 de enero de 1311, quién explicó como fue iniciado en la fiesta de San Pablo y San Pedro en el año 1298.
La Ceremonia de Iniciación se desarrollaba a puerta cerrada y en el más absoluto de los secretos.
A altas horas de la noche, los aspirantes son conducidos a una pequeña antecámara contigua a la capilla del convento. Dirige la iniciación el Maestre provincial, en presencia de numerosos Templarios. Dos caballeros se dirigen a los aspirantes:
"¿Buscáis la compañía de la Orden del Temple y deseáis participar en sus obras espirituales y temporales?
Tras la respuesta afirmativa el hermano templario prosigue:
"Buscáis lo que es grande pero no conocéis los duros preceptos que se observan en la Orden. Nos véis con hermosos hábitos, con hermosas monturas, perfectamente equipados, pero no podéis conocer la vida austera de la Orden, porque si deseáis vivir a este lado del mar, sereis llevado a Ultramar y recíprocamente; si deseáis dormir tendréis que levantaros y caminar hambriento si habéis deseado comer. ¿Aguantaréis todo esto por el honor de Dios y la salvación de vuestra alma?"
Ante la nueva respuesta firmativa el hermano toma la palabra:
"Queremos saber si creéis en la fe católica, si estáis de acuerdo con la Iglesia de Roma, si os habéis comprometido con otra Orden o estáis vinculado por matrimonio. ¿Sois caballero nacido de matrimonio legítimo? ¿Estáis excomulgado por vuestra falta o por otra razón? ¿Habéis prometido algo o echo algún regalo a un hermano de la Orden para ser recibido? ¿No estáis afectado por alguna enfermedad oculta que pueda imposibilitar vuestro servicio en la casa o vuestra participación en el combate? ¿No estáis cargado de deudas?"
El postulante responde que cree en la fe católica, que es libre, noble, nacido de matrimonio legítimo y que no sufre ninguno de los impedimentos indicados.
Entonces, los dos caballeros templarios se retiran, dejando al Maestre provincial, postulantes y demás caballeros rezando en la capilla.
Regresan, preguntan a los aspirantes si persisten en su demanda y se retiran por segunda vez, para informar al maestre de la voluntad claramente manisfestada. Después les conducen ante el Maestre, con la cabeza descubierta. Se arrodillan los postulantes y hacen la siguiente petición:
"Señor, hemos venido ante vos y ante los hermanos que están con vos para solicitar la compañía de la Orden"
El Maestre les pide que confirmen las respuestas previamente formuladas a las preguntas de los dos caballeros, los postulantes juran sobre cierto libro y el Maestre continúa:
"Debéis jurar y prometer a Dios y a la Virgen que obedeceréis siempre al Maestre del Temple, que guardaréis la castidad, los buenos usos y las buenas costumbres de la Orden, que viviréis sin propiedad. Que sólo guardaréis lo que os sea dado por vuestro superior, que haréis todo lo que podáis para conservar el Reino de Jerusalén y para conquistar lo que todavía no ha sido obtenido, que jamás iréis por vuestra voluntad a los lugares donde se mata, saquea o deshereda a los cristianos injustamente, y que si se os confían bienes del Temple juráis que los guardaréis bien. Y no abandonaréis la Orden, para mejor o peor, sin el consentimiento de vuestros superiores."
Los aspirantes juran y el Maestre continúa:
"Os recibimos, a vosotros, a vuestro padre y a vuestra madre y a dos o tres de vuestros amigosque deseen participar en la obra espiritual de la Orden, del principio al fin."
Y dichas estas cosas les reviste del manto blanco y les bendice, y para ello un hermano capellán canta el Ecce quam bonum y después se recita la oración del Espíritu Santo.
El Maestre, entonces, les levanta con sus manos, les besa en la boca y les indica que el sacerdote y los caballeros presentes les beses en la boca de la misma forma.
Todos se sientan. El Maestre detalla para los nuevos hermanos el código disciplinario de la Orden, les describe las faltas que acarrean la expulsión de la casa y la pérdida del hábito; después pasa revista a las reglas principales de la vida cotidiana de los Templarios. Recuerda que deben vivir en castidad y que les está prohibido el trato con mujeres. Y concluye:
"Marchad, Dios os protegerá."
La Regla de los Templarios
Acta del concilio en el cual, tal como dejo constancia Juan Michaelensis, nombrado escribano para dicho concilio, San Bernardo de Claraval entrega a Hugo de Payns y a los demás Caballeros Templarios, la Regla que en adelante deberían seguir, como Orden plena de Caballería. Francia, en el año del Señor de 1127.
todos se dirige especialmente nuestra platica, á aquellos que desprecian seguir sus propias voluntades, y desean con pureza de animo militar al Supremo, y Verdadero Rey, para que deseen tomar las excelentes armas de la obediencia, cumpliendo con exactisima atencion, y perseverancia: por esto, aconsejamos á vosotros que haveis abrazado hasta aora la milicia secular, en que
Christo no fué la unica causa, sino el favor de los hombres, que perpetuamente os acelereis á associaros á la unidad de aquellos, que el Señor eligió del monton de la perdicion, y dispuso con su piadosa gracia, para defensa de la Santa Iglesia: para esto, o Soldado de Christo! seas quien fueres, que eliges tan Santa conversacion, conviene que tú, acerca de tu profesion, lleves una pura diligencia, y firme perseverancia, que se conoce ser tan digna, santa, y sublime para con Dios, que si pura, y perseverantemente se observa por los Militantes, que dieren sus almas por Christo, mereceran obtener la suerte; porque en ella floreció, y apareció una Orden Militar, que dexado el zelo de la Justicia, intentaba, no el defender á los Pobres, ó Iglesias, como era de su instituto, sino robarlos, despojarlos, y aun matarlos; bien, pues, os sucede á vosotros, á quienes nuestro Señor, y Salvador Jesu-Christo, como amigos suyos os dirigio desde la Santa Ciudad á habitar en Francia, y Borgoña, que no cessais, por nuestra salud, y propagacion de la verdadera Fé, de ofrecer al Señor vuestras almas en victima agradable á Dios. Finalmente, nosotros, con toda afeccion, y piedad fraternal, y a ruegos del Maestre Hugo, en quien la sobredicha Milicia tuvo principio, estando juntos, con ayuda de Dios, e influyendo el Espiritu Santo de diversas mansiones de la Provincia ultramontana, en la fiesta de San Hilario, año de la encarnacion del Señor 1128. y del principio de la dicha Milicia el nono, merecimos oír de boca del mismo Maestre Hugo, el modo, y observancia de esta Orden Militar, capitulo por capitulo; y segun la noticia de la pequeñez de nuestro saber, todo lo que en el presente Concilio no se nos pudo contar, y referir de memoria, lo pusimos, de conformidad, y con dictamen de todo el Capitulo, á la providencia, y discrecion de nuestro Venerable Padre Honorio II. y del inclito Patriarca de Jerusalén Esteban, esperto en la fertilidad, y necesidad de la Religion Oriental, y de los pobres Conmilitones de Christo; á la verdad, aunque un gran numero de Religiosos Padres, que en aquel Concilio se juntaron por Divina inspiracion, apoya la autoridad de nuestro dictamen, no debemos pasar en silencio aquellos que vieron, y profirieron estas verdaderas sentencias, de que yo Juan Michaelensis, por mandado del Concilio, y del Venerable Abad de Clareval, a quien estaba encargado, y aún le era debido este assunto, merecí, por la Gracia Divina, ser escritor de la presente pagina.
Assistieron á la celebracion de esfte Concilio Matheo, Obispo Alvanense Cardenal y Legado Apostolico, Raynaldo, Arzobispo Remense, Henrique, Arzobispo Senofense, y sus Sufraganéos, Rankedo, Obispo Carnotense, Gosleno de Soisons, el de Paris, Trecense, Orleans, el de Augerre, Meldense, Cathalaunense, Laudunense, Belvacense, y el Abad Beceliacense, que despues fué Legado Apostolico, y Arzobispo de Leon, el Abad Cisterciense, Pontiniacense, el de Tres Fuentes, el de San Dionisio de Rhems, el Abad de San Esteban de Dijón, el Abad de Molismense, Alberico Remense, y Fulgerio Maestro, y otros muchos. De seglares, el Conde Theobaldo, el Conde Nivernense, y Andres de Bandinento. Asistieron tambien el Maestro Hugo, con Fray Godofrido, Fray Rotallo, Fray Gaufrido Bisól, Fray Pagano de Monte-Desiderio, y Archembando de Santo Amando, Cavalleros Templarios.
Me encanta el tema templario os pongo unas web interesantes
http://sirauras.iespana.es/sirauras/menutemple.htm
http://www.registrodeactividades.com/cg ... gi?0=22717
http://www.ordenmilitarespanoladeloscab ... UIDOR.html
Estos ultimos no son secta algun ni nada de eso hay mucha informacion en estas web.