Desde muy temprano en su historia, desde el inicio de la época republicana, las legiones romanas acudían a la batalla acompañadas de las ciudades aliadas. Además, Roma nunca desdeñó la ayuda que mercenarios o miembros de pueblos bárbaros le podían prestar en sus campañas, ya fuesen contra enemigos exteriores o en las cruentas guerras civiles que empañaron la parte final de la República; así es fácil encontrar a lo largo su historia la participación en conflictos romanos a honderos baleares, arqueros cretenses, jinetes númidas, entre otros.
Pero no será hasta la llega de Augusto, primer Emperador, cuando la situación de estos militares no romanos se asentó y estructuró dentro del esquema defensivo romano.
Augusto era consiente del enorme tamaño que tenía el ejercito romano después de las distintas guerras civiles que le auparon al poder, y de lo caro que sería para el Imperio mantener una estructura militar tan grande. Para ello licenció a buena parte de los legionarios, y redujo considerablemente el número de legiones existentes, pero, consiente de que esta reducción de efectivos podía debilitar la capacidad defensiva de Roma, aplicó un nuevo sistema que reforzase las defensas provinciales.
Para ello reclutó entre los ciudadanos de las provincias que no contaban con la ciudadanía romana contingentes militares que complementase las tropas acantonadas en ellas. Así nacieron los auxilia, o soldados auxiliares.
Los auxilia cobraban bastante menos que los legionarios, pero aun así su sueldo era lo suficientemente atractivo para llamar a un buen número de voluntarios a sus filas. Además, el recluta que sobreviene a los 25 años de servicio que debía ejercer recibía la ciudadanía romana con derecho a traspasársela a sus hijos.
La recluta de auxilia se realizaba siguiendo los modelos que se aplicaban a los legionarios (no se permitía la entrada de obesos ni de esclavos), pero siempre fueron más relajadas que las de estos. Los reclutamientos se realizaban en puestos militares, y los reclutas eran enviados con un oficial a los distintos cuarteles donde se procedería a su instrucción; en cada provincia fronteriza existían varios cuarteles de este tipo.
Los reclutas recibían un entrenamiento físico parecido al de las legiones; largas marchas con equipo pesado y entrenamiento con armas plomadas. Sin embargo, no recibían formación en lo relativo a obras civiles y se les enseñaba sistemas de formación distinto al manipular romano, como veremos más adelante. Además, recibían entrenamiento específico si se iban a dedicar a funciones concretas como infantería ligera, caballería exploradora o demás.
Los auxilia se articulaban en alas, si pertenecían a la caballería, y en cohortes si pertenecían a la infantería. Cada ala o cohorte auxiliar se dividía en quinquenarias, compuestas por aproximadamente 500 soldados, y miliariarias, compuestas por unos 1000. También existían los numerii, regimientos compuestos por un número no determinado de soldados, nunca más de 500, que realizaban funciones específicas, y que solían proliferar en tiempos de guerras. Por norma general, los habitantes de las provincias que no eran ciudadanos se agrupaban en cohortes auxiliares y alas, y los que procedían del otro lado del limes (frontera) se solían agrupar en numerii, si bien esto no fue nunca exactamente así.
Los oficiales que mandaban estas formaciones eran romanos, generalmente centuriones que terminaban o empezaban allí su carrera. Cobraban algo menos que en las legiones cuando empezaban allí como mandos, y algo más cuando estaban destinados a ellas por estar cerca del licenciamiento. Un centurión tenía más prestigio si comandaba un ala que una cohorte, y más si comandaba una cohorte que un numerii.
El equipo de estas unidades era más heterodoxo que el de los legionarios y variaba bastante en función a la región en que se encontraban. Las alas de caballería estaban mejor equipadas que las de infantería, y las cohortes mejor que los numerii. Se usaban cascos cónicos, diferentes a los redondos de los legionarios, y escudos ovalados, hacia donde fueron evolucionando los escudos legionarios posteriormente desde los escudos rectangulares. Sus corazas eran de cuero recubiertas de láminas de metal o enterizas de metal fino, además de cotas de mallas. Se solían usar glebas en los pies. Respecto al armamento, frente al sistema de armamento legionario que primaba la espada corta, jabalina y escudo, los auxilia usaban espada larga, lanza y escudo. No obstante también solían emplear armas propias de sus pueblos, especialmente los numerii.
En batalla, los auxilia solían formar en un sistema parecido al de las falanges hoplíticas griegas, y eran los primeros en entablar combate con el fin de romper las lineas enemigas, pues a juicio de Tacito, historiador romano, “su sangre era más barata que la de los legionarios”.
Por norma general una unidad de auxilia nunca servía en la misma región en la que era reclutada; con ello se esperaba que no desertaran y que entablasen batalla con más ardor dado que no tenían a donde huir si eran vencidos. Además estaban las consideraciones políticas, tales como “no dejar moros armados en las mauretanias”.
Las tropas auxiliares, pese a lo que se piensen, no dependían directamente de ninguna legión, ni estaban supeditadas a ellas, si bien marchaban juntas al combate, y en tiempos de guerra las órdenes las daba el mando legionario.
En tiempos de paz, las tropas auxiliares dependían del gobernador de la provincia donde se encontrasen y realizaban funciones más de policía que militares, tales como cutodia de caminos y de instalaciones civiles, si bien estaban exentas de realizar trabajos de ingeniería civil, como lo hacían los legionarios.
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