Los 215 rangers armados de Tina, la 'bad-ass' de origen español que protege a los elefantes de las guerrillas del Congo
Una mujer al frente de un ejército armado que defiende a los últimos 200 elefantes del parque nacional de Upemba. Llegó a haber más de 100.000. No hay en el mundo un lugar más peligroso para conservacionistas como ella: esta hija de español protege una extensión del tamaño de Jaén de insurgentes como los rebeldes Mai-Mai
La historia de los elefantes del parque nacional de Upemba se escribió con sangre. Fue una auténtica carnicería con sello humano. «De los cien mil paquidermos que llegaron a habitar la provincia congoleña de Katanga quedan solo dos centenares debido a la caza casi industrial durante los periodos de guerra, y seguramente, o al menos eso esperamos, debido también a que algunos se desplazaron a Zambia huyendo de la inseguridad», asegura Tina Laín. El acoso no ha cesado. Todo cuanto les rodea quiere matarles, de modo que su supervivencia depende en buena medida de esos 215 rangers que comanda la conservacionista de origen español en su calidad de directora del parque nacional, puesto para la que fue comisionada por la fundación Forgotten Parks, tras suscribir un acuerdo de colaboración con el Instituto Congolés para la Protección de la Naturaleza. Su pequeño ejército de defensores de la naturaleza incluye también varias docenas de rastreadores locales.
Tina hizo sus primeros pinitos en asuntos humanitarios con Cáritas España. En 2005 empezó a trabajar en el Congo con una ONG holandesa especializada en ayuda de emergencia. Tres años después, se involucró en la conservación de otro parque nacional congolés, el de Virunga, situado en el este del país. A Upemba llegó en 2016. Aunque carecía de formación en el manejo de armas, no tardó en ganarse el respeto de sus hombres —hay también alguna mujer—, junto a los que aparece a menudo retratada con el uniforme paramilitar de los guardabosques. La revista norteamericana Soldiers of Fortune le dedicó un reportaje que la describía como «la conservacionista badass que lucha contra los Mai-Mai en el corazón del Congo».
«Los furtivos son solo una parte del problema que amenaza a nuestros elefantes y no el peor», aclara a Crónica. «No suelen ir en grandes grupos, carecen de buenas armas y evitan a los rangers. A menudo les acompañan perros y, por regla general, salen corriendo cuando nos detectan. El mayor de los peligros para los animales y los guardabosques proviene de grupos armados Mai-Mai como los Bakata Katanga de Gédeon Kyungu. Se trata de una milicia muy violenta que sembró de muertes las comunidades locales cuando trataban de defender su agenda nacionalista y separatista. Algunos de esos grupos han conseguido sobrevivir y están involucrados en la explotación de recursos mineros, en la caza de elefantes o en cualquier otra actividad que les proporcione ingresos».
Todos los guardabosques que han perdido la vida durante los últimos años han caído en enfrentamientos con insurgentes. No son siempre encuentros fortuitos. Es frecuente que sean esas partidas de rebeldes las que organizan ataques deliberados contra los rangers de Tina. «El año pasado perdimos a dos guardabosques y dos rastreadores», nos explica. «A veces, tratan de apoderarse de nuestras armas o, en otras ocasiones, los matan de forma ejemplarizante para que todo el mundo vea qué le puede suceder a quien colabore con nosotros». Arrastran el problema de que los guardabosques son percibidos como una autoridad hostil o enemiga por las comunidades locales.
De momento, tienen la ventaja de que estas milicias no están tan bien pertrechadas como en otras zonas del país. «La presencia de armas de guerra es mucho más limitada en Upemba que en la provincia oriental de Nord Kivu, que es donde se halla el parque nacional de Virunga donde yo trabajaba antes de venir aquí. Allí los grupos armados tienen de todo: desde ametralladoras hasta lanzacohetes RPG7».
Los rangers de Tina disponen esencialmente de armas automáticas estilo kalashnikov y algún que otro PKM de diseño soviético. Los rebeldes a los que se enfrentan disponen de armas de asalto, hasta donde se sabe. No hay tampoco cifras precisas sobre el número total de insurgentes, pero este no es inferior a los doscientos hombres armados.
Tina sale a patrullar con sus rastreadores y sus guardabosques de tanto en tanto, aunque ella no porta armas. «Voy alguna vez, pero no diariamente. Tampoco tomo parte en operaciones largas en posiciones alejadas que puedan tomar días porque tengo muchas más obligaciones relacionadas con la gestión del parque nacional y la captación de fondos. Necesitamos combustible, comida, municiones, vehículos y equipamiento para nuestros rangers porque un parque sin dinero es un parque abandonado», asegura Laín.
En rigor, el apellido compuesto que le legó su padre — nacido en Barcelona pero de origen vasco— era Laín del Tej, pero ella lo simplificó y se quedó solo con Laín. Tina tiene 48 años y nació en Zambia, aunque pasó su infancia viajando con su familia por Sudamérica, Europa y África. Su padre trabajaba para diferentes compañías internacionales vinculadas al sector turístico. Su madre, fallecida hace una semana, era de nacionalidad francesa, al igual que ella. El hijo que tuvo de su matrimonio roto vive en Holanda, que es donde hallamos a Tina en el momento de esta entrevista, poco antes de que tome un vuelo de regreso a Lubumbashi, una ciudad de la República Democrática del Congo situada a unos cuatrocientos kilómetros del parque.
Antes incluso de gestionar la entrevista con Tina, desde el parque insisten en que la lucha que sostienen para proteger a esos doscientos elefantes de sabana no es exclusivamente armada. «Lo que estamos intentando es mostrarle a las comunidades que el parque no ha sido totalmente abandonado», continúa la directora de Upemba. «Queremos que vean que todavía hay gente luchando para protegerlo y sobre, todo, hacerles entender el valor que posee... Defender a los paquidermos exclusivamente con armas no va a funcionar jamás. Y por otro lado, afrontamos muchos retos debido a la falta de recursos. Ahora mismo tenemos alrededor de 215 guardabosques. Pero cincuenta están en la edad de jubilarse y otros tienen cargos más administrativos. El más viejo tiene 72 años y está superactivo, aunque en la oficina. Al final, disponemos solo de un centenar para patrullas. No solo necesitamos reclutar a nuevos guardabosques sino resolver cuestiones como dar con la manera de garantizar que los que se jubilen cobren una pensión después de muchos años trabajando en el parque porque el Gobierno del Congo no va a darles nada».
El trabajo que realiza Tina se sustenta en un contrato de colaboración con el citado Instituto Congoleño para la Conservación de la Naturaleza, que es el que tutela todos los parques nacionales y las áreas protegidas y el que en teoría debería pagar puntualmente los salarios de los rangers. El problema es que, a menudo, los sueldos no llegan y esos funcionarios terminan dependiendo de un bonus o abono extra. Toda la ayuda internacional es poca. Si alguien desea contribuir a salvar los elefantes puede realizar las donaciones a través del sitio web del parque (
www.upemba.org). Ese mismo espacio divulga habitualmente sobre el trabajo de Tina y su equipo.
Upemba es también el único lugar de la República Democrática del Congo donde quedan todavía cebras en libertad, además de hienas, leopardos, chacales y pangolines. La población de antílopes ha aumentado y hay muchas especies de aves como la cigüeña picozapato. En el parque hay varios biólogos trabajando, aunque ninguno de ellos es español.
En el momento de su creación, el 15 de mayo de 1939, Upemba tenía una superficie de 17.730 kilómetros cuadrados, lo que lo convertía en el parque más grande de África. En julio de 1975 se revisaron los límites y hoy en día el parque integral tiene una superficie de 10.000 kilómetros cuadrados, con un anexo de otros 3.000 kilómetros cuadrados. Su zona inferior se encuentra en la depresión de Upemba, que es un área exuberante de lagos y pantanos bordeada por el río Lualaba. Su sección superior se encuentra en las montañas más secas de la meseta de Kibara. En el parque hay también un puñado de aldeas.
LA AMENAZA CHINA
Los paquidermos no son los únicos animales amenazados. Había rinocerontes negros, pero el último ejemplar fue abatido hace 75 años. «Mataron y siguen matando a todo lo que se movía», afirma Tina. Y eso incluye también a los leones, de cuya presencia no han hallado rastros. «Creemos que ya no hay bastante presas en el parque para que puedan sobrevivir y los pocos que quedaban en los años 90 o fueron asesinados o se desplazaron seguramente hacia Zambia. Yo confío en poder reintroducirlos dentro de unos años, cuando la base de herbívoros haya aumentado».
Los monos, los pangolines y los antílopes son las especies más buscadas y cazadas para su consumo local como carne. Los pangolines también son el objetivo de los expatriados chinos que trabajan en muchas de las minas de la región, a los que les parece una especie de delicia gastronómica. Pekín está ahora construyendo una carretera a lo que se considera la mayor reserva mundial de litio que amenaza igualmente el parque. Hay además actividades extractivas de naturaleza ilegal. Así, por ejemplo, es común hallar explotaciones de oro, coltán o cobalto porque Upemba se encuentra en una de las zonas más ricas en minerales de la República Democrática del Congo.
En palabras de Laín, esto conlleva muchos desafíos, no solo en relación a los posibles impactos sociales y ambientales de la explotación ilegal, sino también en términos de seguridad, ya que muchas de estas minas ilegales están en manos de milicianos armados y, con demasiada frecuencia, protegidas por el ejército de la República Democrática del Congo (FARDC). Se sabe que el Gobierno ha establecido acuerdos de colaboración con Rusia pero la presencia de la Wagner (o de sus secuelas) no es detectable y notoria como en otros países de África.
Curiosamente, lo que más pone en jaque ahora a los elefantes no son sus colmillos y el marfil, tal y como sucedía en el pasado, sino los conflictos con los humanos que se producen en las zonas de cultivo donde coinciden y colisionan. De hecho, los paquidermos suelen transitar entre el parque propiamente dicho y las zonas aledañas, que es el área de los lagos, donde hay poblaciones de pescadores que han empezado a cultivar. A medida que la presión humana se incrementa, aumentan también los problemas de los elefantes y de quienes les defienden en ese peligroso rincón.
«Yo no me siento amenazada», nos confiesa Tina. «Pero realmente, en el Congo, uno no sabe nunca cuándo puede convertirse en el objetivo de esas partidas armadas. Fíjate, por ejemplo, lo que le sucedió a los dos rastreadores a quienes secuestraron en sus propias casas para después asesinarlos en el mismo día. De todos modos, tengo mucha confianza en mi equipo de rangers y de socios locales. Estuve muchos años trabajando en un lugar del este donde había muchos más grupos de rebeldes y lo que allí aprendí es que tu mejor protección es la red que tejes a tu alrededor».
https://www.elmundo.es/cronica/2025/02/ ... b4578.html