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NotaPublicado: 14 Nov 2008 01:29 
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MOONPLAYER escribió:
Only for your eyes, unos posters del ejercito Colombiano

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Enjoy :D


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Los comandos operan dentro y fuera de la constitución y la ley..


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NotaPublicado: 14 Nov 2008 02:02 
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Abril 28 de 2008
Ataque a Mitú, mayor golpe dado por las Farc, le costó 1200 guerrilleros muertos


El 1 de noviembre de 1998, a las 4:45 a.m., 1.900 subversivos cercaron la población. 40 miembros de la fuerza pública y 11 civiles murieron, y 38 uniformados y 9 civiles quedaron heridos.
La capital del Vaupés siempre había sido una población tranquila. A pesar de los constantes rumores sobre la toma, los habitantes veían lejana la posibilidad. Sin embargo, hoy todos creen que hubieran podido evitarse ese sufrimiento.

Pero no hubo tiempo de nada. Los cilindros detonaron con toda su potencia.

"Mija, se tomaron el pueblo", fue lo único que atinó a decir el esposo de Ayryn Williams, enfermera del hospital, quien hasta 20 días antes de la toma vivía enseguida de la estación y decidió trastearse a su finca. Allí se centró una de las partes más dramáticas de la toma.

"Todos en el pueblo escuchamos los estallidos. Yo pensé en irme para la estación a apoyar, pero, ¿qué podía hacer? Era un simple auxiliar bachiller sin armamento", recuerda César Augusto Díaz Braga, uno de los 61 policías que las Farc secuestraron ese día.

"A las 6 de la mañana llegaron los guerrilleros a mi casa. Cuando mi hermana abrió preguntaron por mí, me sacaron, me hicieron arrodillar y después me llevaron hacia la cancha", dice.

Entre tanto, su madre, doña Gilma Braga, se apretaba el estómago con los brazos, como para contener el dolor que tenía.

"César me buscó, me dijo que lo llevaban a una reunión, que ya volvía, pero yo sabía que no lo volvería a ver. Así fue, solo tres años después lo pude abrazar y besar", asegura la señora.

Diez y ocho horas más tarde cayó el comando de Policía y el coronel Luis Mendieta y sus 60 hombres fueron llevados en fila hacia las afueras de Mitú, que estaba en ruinas.

Ayryn fue llamada esa misma noche a atender a los militares que resultaron heridos cuando eran desembarcados en su finca. "Muchos se murieron en mi cama", dice.

Sobrevivieron, pero no ha sido fácil reconstruir sus vidas: César fue liberado en el 2001 y hoy intenta terminar su carrera de derecho, pese a su precaria situación.

Entre tanto, Ayryn se familiariza otra vez con la realidad. Estuvo durante 8 años en un hospital siquiátrico. Allí la visitaban, en sus alucinaciones, los soldados mutilados que le pedían a gritos que nos los dejara morir.

Ahora tiene que tomar todos los días 5 miligramos de Rivotril y 150 de Clonacepina: "Las pepas me sirven dizque para vivir, pero ese primero de noviembre me mataron el corazón, nos mataron el corazón a todos".

Cuando las Farc casi se llevan un 'Black hawk' en Urabá, en agosto de 1998

El helicóptero despegó desde Mutatá con rumbo a Pavarandó para rescatar, supuestamente, a 20 soldados que estaban heridos, pero los guerrilleros le habían preparado una trampa.
El ataque, ocurrido la tarde del sábado 15 de agosto de 1998, fue precedido por la incursión de 500 guerrilleros a un campamento de desplazados en Pavarandó. El saldo del combate fue de 15 soldados muertos, 14 heridos y 12 secuestrados.

"La guerrilla había lanzado una ofensiva sin precedentes. Comenzó 12 días atrás con las tomas de Miraflores y Uribe. Ya teníamos más de 200 compañeros secuestrados", recuerda teniente de la Aviación del Ejército Javier Páez. Como a eso de las 9 de la mañana, al centro de operaciones de la Brigada 17, en Carepa, entró una llamada de auxilio. Las Farc estaban atacando un batallón.

"A esa hora salimos para apoyar a las tropas. Llevamos abastecimientos, munición y desembarcamos unos hombres.

Sobre las 5 de la tarde recibimos una llamada de unos soldados que alertaban sobre la emboscada que les habían hecho 600 guerrilleros de las Farc", relata.

Después se supo que la guerrilla obligó a un militar a hacer el falso pedido de auxilio. Como los datos eran tan precisos, los mandos decidieron enviar el refuerzo a una zona que sabían estaba plagada de enemigos.

"Cuando descendimos para empezar a recoger a los heridos, lo que encontramos fue una lluvia de balas. Todo pasó muy rápido.
Cuando reaccioné, el piloto tenía dos impactos en el estómago y había perdido el control del helicóptero", señala el oficial. Tuvo que tomar el mando, a pesar de que también estaba herido.

El aparato apenas volaba: dos hidráulicos inservibles, el piloto automático dañado, las palas impactadas y los 4 hombres de la tripulación heridos.

"Como pude alejé el helicóptero del sitio y kilómetros más adelante logré aterrizarlo -recuerda Páez-. Salimos casi arrastrándonos, avanzamos 300 metros hacia la selva y esperamos los refuerzos".

En la interminable hora que estuvieron a merced de los subversivos, el mayor Páez les repetía a sus tres compañeros de tripulación que no se podían dejar coger vivos.
"Aquí disparamos hasta que se nos acabe hasta el último cartucho, pero nadie se va a entregar. O salimos todos o nos morimos todos aquí...", recuerda.
A las 6:30, dos helicópteros pudieron entrar por ellos. El aparato duró cuatro días en el sitio mientras le arreglaban el rotor de cola y las palas. Para eso fue necesario movilizar un batallón entero.

EL TIEMPO reconstruyó los pasos de los militares que cayeron en la trampa de las Farc en un recorrido desde Peñas Coloradas, el caserío que por más de 4 años comandó Anayibe Rojas, alias 'Sonia'.

Hoy, la zona es custodiada por la Brigada Móvil 22 que entró en el 2004 con el Plan Patriota. "Cada militar, antes de llegar acá, debe aprenderse de memoria el 'Caso Táctico de El Billar'. Después de observar los videos del ataque y analizar los documentos sobre la actuación del comandante del batallón y el resto del personal, se da uno cuenta de las embarradas tan grandes", señala uno de los soldados.

Estos militares son hombres curtidos que para dar cada paso toman todas las precauciones. "En este caño fue la emboscada", señala otro de los soldados. Es una quebrada escondida en medio de la vegetación. Un lugar vulnerable y peligroso para cualquier combatiente.

"Muchos de los soldados de la Móvil 22 antes de entrar a la zona se contactaron con sus compañeros sobrevivientes, les preguntaron por la situación del lugar y hasta guardaron en sus celulares audios de algunos uniformados que fueron grabados el día del combate", agrega el teniente a cargo.

"Es una selva de respeto y el enemigo también. En parte por eso estamos aquí, para salvar la honra de los 65 lanzas que murieron", concluye uno de los militares.

Las Farc pudieron planear el ataque a la Móvil 3 porque los militares cometieron graves errores. La unidad llegó a la zona en noviembre de 1997, siete meses después de haber sido creada, y se volvieron rutinarios, establecieron relaciones personales con mujeres de la zona sabiendo que la población era afecta a la guerrilla y tuvieron problemas de mando. Los oficiales y suboficiales carecían de liderazgo. Los soldados que integraban la unidad habían sido reclutados en diferentes zonas del país y no cumplían con las condiciones para pertenecer a la unidad.

La guerrilla tenía a su favor el estar actuando en una zona ubicada sobre el río Caguán y con presencia esporádica de la Fuerza Pública.

En 1997, Cartagena del Chairá, municipio al que pertenecen El Billar y Las Ánimas, fue epicentro de un despeje militar para la entrega de 60 militares que el mismo bloque había secuestrado en Las Delicias (Putumayo) en 1996.

La zona también fue protagonista en el mismo año, de las históricas marchas cocaleras, promovidas por las Farc y que llevaron a miles de campesinos a protestar contra las fumigaciones.

Por eso, para las Farc no resultó ninguna dificultad el dividirse en cuatro grupos y rodear a las dos compañías del Batallón 52, en el caño El Billar, donde acampaban.
Las cifras del ataque
Fecha: 3 de marzo.
Hora: 5:30 a.m.
Farc: 1.200 guerrilleros
Muertos: 65 militares y 30 subversivos.
Secuestrados: 43 militares.

En Uribe (Meta) la guerra aún continúa, pero ahora en su vasta zona rural
Tras la toma de las Farc, el 4 de agosto de 1998, hubo cuatro días de combate en medio de un pueblo que tiene cuatro cuadras a lo largo y tres a lo ancho.
Como en todas las poblaciones afectadas por los ataques, sus habitantes no quieren recordar la pesadilla. Don Manuel Ariza, ante la insistente petición, se arriesga a trasladarse a esa madrugada.
"A las 4:30 hubo una explosión, cayeron como 20 cilindros al mismo tiempo. El primero pegó en la estación, pero a los policías no les pasó nada".

"El primer día, el combate duró hasta las 10 de la noche. A la mañana siguiente pasó un guerrillero y me preguntó cómo me había ido. Le respondí que mal porque no habían dejado dormir. Le devolví la pregunta y me dijo que a ellos también les había ido muy mal porque les mataron mucha gente", agrega don Manuel.

Otro de sus recuerdos es la imagen de los 8 militares que los hombres de 'Romaña' se llevaron en fila por uno de los cerros. Diez años después, el único que no ha regresado del grupo es el teniente Raimundo Malagón (ya fue liberado en la operación jaque).

Manuel Ariza, que llegó a Uribe hace más de 30 años buscando fortuna y se acostumbró a los hostigamientos, no pensó que la arremetida del 98 fuera de tal magnitud.

Así también lo recuerda Marta Veloza, que lleva 15 años en el
pueblo. Ella y su esposo Erinson Ruiz, actual alcalde de Uribe, vivían en la sede de la Umata, justo detrás de la estación de Policía.

"Estábamos durmiendo y nos tocó salir con nuestra pequeña hija con lo que teníamos puesto. Lo primero que vimos al salir fue un guerrillero que acababan de matar. La plomacera era impresionante", relata doña Marta.

Una década después los estruendos del conflicto no resuenan en las pocas calles de Uribe, pero sí en su vasta zona rural, donde miles de militares siguen cerrando el cerco sobre uno de los 'pesos pesados' de las Farc: 'Jojoy'.
Cifras de Uribe
Fecha: 4 de agosto. 4:30 a.m.
Farc: 1.200 guerrilleros
Muertos: 33 militares y policías.
Heridos: 20 militares.
Secuestrados: 8 militares.


10 de Miraflores no han vuelto

Un día antes, el 3 de agosto de 1998, las balas y las explosiones no dejaban de sonar en Miraflores, Guaviare.

Fueron unos 1.500 guerrilleros que ese lunes empezaron a arrasar la base antinarcóticos de la Policía y el Batallón Joaquín París. "Esos militares eran muy confiados, tan poquitos y en ese 'culo' de selva", recordaría años después un desmovilizado del frente primero de las Farc.

Fueron 26 horas de guerra que siguen vivos en la mente de muchos en este pueblo que tiene una sola calle principal que es, a su vez, pista de aterrizaje. "Había tanta guerrilla que muchos ni siquiera combatieron", recuerda Iván Flórez, actual alcalde del municipio.

De los 71 militares y 56 policías que las Farc se llevaron de Miraflores hay 10 que aún no regresan.
Cifras de Miraflores
Fecha: 3 de agosto. 7 p.m.
Farc: 1.500 guerrilleros
Muertos: 30 militares y 20 subversivos.
Heridos: 50 militares.
Secuestrados: 71 militares y 56 policías.

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NotaPublicado: 14 Nov 2008 02:22 
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Después de muchos golpes que le costaron la vida a cientos de militares y miles de guerrilleros, el Gobierno Nacional desarrollo un vanguardista plan de reestructuración y modernización en las Fuerzas Militares, los resultados fueron inmediatos y empezó una racha de éxitos en los que se desalojó a las fuerzas insurgentes de la gran mayoría de territorios, se disminuyó su fuerza y se dio de baja a importantes mandos centrales: Caballero, Acacio, J.J., Raúl Reyes, Iván Ríos y Tirofijo entre otros.
En la actualidad las FARC han vuelto a pequeños grupos que atacan en forma fluida, minando extensas áreas rurales, replegándose con agilidad y encubriéndose entre campesinos..

Aquí les dejo algunas imágenes

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El mejor amigo del soldado

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Operativas

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NotaPublicado: 23 Nov 2008 01:41 
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LA HISTORIA HUMANA DE UNA BALA
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Cada vez que los médicos forenses del país extraen proyectiles calibre 5.56 de los fríos y yertos pechos de subversivos muertos en combate, es posible que no reparen en algo tan vital como lúgubre: que esos mismos cartuchos mortales, que fueron elaborados meses atrás con sumo refinamiento, tuvieron que pasar por decenas de manos vívidas antes de ser disparados y extirpados, ya oxidados en sangre coagulada y descompuesta.

Seguramente esos mismos médicos, cuando utilizan cuchillos y sierras para practicar necropsias a aquellos subversivos, tampoco caen en cuenta de un detalle que no resulta menor: en 2008, de enero a septiembre, 1.041 alzados en armas han sido abatidos, muchos de ellos por proyectiles calibre 5.56 que lograron atravesar tres centímetros de piel y músculo de sus calientes y palpitantes cuerpos, hasta ocasionarles la muerte.

El nacimiento de una bala

Carlos Riascos es ingeniero mecánico y jefe de planta de municiones de la Industria Militar (Indumil), la única autorizada en Colombia para fabricar las balas de las Fuerzas Militares. Él, que de lunes a viernes supervisa la producción en serie de miles de cartuchos, piensa que es una brutalidad que los civiles porten armas.

También ve su trabajo como cualquier otro y no le mete mayores moralismos al asunto. Y no es que esté a favor de la guerra. Sencillamente le gusta, desde el punto de vista industrial, "el arte de procesar y transformar la materia prima". Además, de eso vive Riascos, así como otras 800 personas que trabajan con él.

—Muchos vivimos de la fabricación de armas y municiones. Mal que bien, la guerra también es un negocio. Cuando el ejército acabe con la guerrilla o se firme la paz, a nosotros nos tocará buscar nuevos mercados en el exterior.

"Buscar nuevos mercados en el exterior". Cualquiera pensaría que se trata de una estrategia para comercializar internacionalmente algún producto agrícola emergente. Pero no se trata de uchuvas o hierbas aromáticas. Se trata, nada más y nada menos, que de balas. Y no son de las de salva. Son de las de calibre 5.56, que están cargadas de 1,67 gramos de pólvora y que les sirven a los soldados para cumplir con sus deberes.

Cuando el 2008 se acabe, 50 millones de balas habrán sido producidas por Indumil durante todo el año, unidades suficientes para que la empresa cubra las necesidades que el Ejército tiene en el campo de batalla. Construir un solo cartucho cuesta aproximadamente 700 pesos, lo que arroja una inversión total de un poco más de 15 millones de dólares. Este gasto está prácticamente asumido por el Plan Colombia. El mínimo restante se solventa a través de la venta de munición deportiva y de caza. Y para el día en que no se necesiten más proyectiles, Indumil podrá mantenerse de otros productos que fabrica como piezas microfundidas y explosivos para minería industrial y energética.

Mientras ese día llega, Riascos sigue preocupándose de su manufactura, que empieza con un fleje; es la mínima expresión de un cartucho o el embrión de una bala. En apariencia, el fleje es un dedal de cobre y zinc que mide un centímetro de alto. También se trata de un embrión in vitro, pues es importado de países como Sudáfrica, Chile y México. Para que este se convierta en bala, deberá pasar por diez máquinas que, sumando sus tiempos individuales de procesamiento, lo deja listo en tres minutos. Queda claro entonces que también es una criatura prematura.

En esa misma línea de máquinas, el fleje vivirá todos los estados posibles: pasará por un horno a 630 °C, se limpiará con ácido sulfúrico y sufrirá dos estiramientos para que evolucione a una vainilla que, mediante otros siete pasos y cinco inspecciones, alojará un fulminante, la pólvora y el proyectil. Así saldrá estampada con la serie IM-2008-P063 —las siglas del fabricante, el número del año de fabricación y la serie del lote.

De ahí en adelante, cuando el 'feto' devenga en un infante digno de infantería, lo que seguirá es pura logística: cartuchos hechos y derechos que son dirigidos a una bodega en donde nuevamente revisan dimensiones, les depositan la pólvora, se les ensambla el proyectil y se les calibra las medidas una vez más. El empaquetamiento, finalmente, resulta más sencillo: las balas son puestas en pequeñas cajas cónicas de cartón donde caben de a 35 unidades hasta completar cajas de madera de 1.400 cartuchos, que a su vez deberán completar un lote, que consta de 200.000 en total y que tarde o temprano deberá llegar a la brigada que más lo necesite.

***

Nunca dejará de ser irónico que el control de calidad de una bala recién fabricada suponga que esté apta para ser disparada y, consecuentemente, para acabar con la vida del enemigo o herirla de gravedad, cuando menos. Pero Riascos, dentro de su lógica laboral y su overol azul oscuro, no opina lo mismo.

—Si una bala no pasa los controles de calidad es por sus especificaciones técnicas y por nada más. Nunca pienso en su destino final; eso lo decidirá el Ejército cuando tenga que defender a la población civil.

Tiene razón en no pensar en el destino final de las balas: no es asunto suyo. Lo es el de su futura víctima, quizás algún paramilitar o guerrillero bajo algún intimidante alias. Y seguramente, en el momento en que aquellos médicos forenses estén revolviendo su caja toráxica en busca del proyectil que supo liquidarlo, no repararán sobre la certeza del conocido refrán: "Quien a hierro mata, a hierro muere".

Municiones a 60 kilómetros por hora

Cuando una bala es disparada alcanza los 952 metros por segundo. Pero para que esto suceda, primero debe viajar a 60 kilómetros por hora hasta llegar a las diferentes bases militares de Colombia. Esto en horarios de escaso flujo vehicular, en todo caso. Sea de día o de noche. Por razones de movilidad. Siempre será transportada vía terrestre. Por aire sale mucho más costoso. A los únicos lugares que envían balas en avión es a los departamentos de Arauca, Putumayo, Vichada y el Amazonas, regiones lo suficientemente expuestas a la guerrilla como para arriesgarlas a un posible robo. El primer responsable de hacer llegar 45 toneladas desde la capital hasta la Cuarta Brigada de Medellín es el coronel Cardona, del Batallón de Abastecimiento Pedro Fermín Vargas. En esta ocasión, él despachará el envío a las 20:21 horas.

—De noche, todos los gatos son pardos.

Así, lacónicamente, el coronel justifica su procedimiento. Las razones no sobran: de día, una columna de camiones de carga con material de guerra puede ser un blanco fácil para la guerrilla; los conductores están entrenados para manejar mejor de noche y los soldados escoltas, empuñando fusiles que escupen hasta 150 balas por minuto, también combaten mejor en la oscuridad.

—Igual el país no está caliente. Hay suficientes tropas y capacidad de respuesta.

También enfatiza que cuando una columna viaja, durante todo el trayecto está siendo constantemente vigilada. La mejor prueba de ello fue un día en el que una caravana compuesta por 110 camiones llegó sin ningún problema a su brigada de destino. Y eso que todos los camiones juntos, que eran conducidos prácticamente pegados, sumaban una distancia total de seis kilómetros rodantes.

—Primero lo primero.

Esa es la escueta sentencia que el coronel exclama ante la llegada de su mujer y sus tres hijos mientras interrumpe abruptamente sus asuntos. Quizás esa sea su forma de poder separar dos órdenes tan rutinarias e importantes como disímiles entre sí: instar a sus hijos, con apacible firmeza, a que se laven las manos, y dar la autorización final para que esa misma noche salgan, rumbo a Medellín, cinco Kodiaks, una Ford 7000 y dos Chevrolet NPR con equipamiento militar, 36 cabos y cuatro suboficiales del Ejército.

***

Afuera del batallón de abastecimiento, 40 hombres armados esperan la orden de salida para escoltar la columna hacia Medellín. Adentro de una de las oficinas, el mayor Murcia pone a prueba su capacidad de asombro con una emisión del programa de Criss Angel, el famoso ilusionista neoyorquino, que una vez más logra burlarse de la muerte desafiando los vagones de una montaña rusa que lo iban a embestir. El artista sale avante y eufórico una vez más.

¿Qué pasaría si así, como por arte de magia, desapareciera un cargamento evaluado en 1.000 millones de pesos?

—Es imposible que nos roben —advierte el mayor—; para eso tenemos a los escoltas y por eso no aseguramos los suministros.

Lo dice con la misma autoridad de quien también le tocó escoltar una columna alguna vez. El mayor Murcia lleva 17 años de carrera en las Fuerzas Militares y ha pasado por todo. En su acento costeño —es de Cartagena— se permite dar las recomendaciones finales (que hacen parte de la orden de operaciones) a sus hombres y choferes:

—Los conductores deben viajar con un soldado que les hable todo el tiempo para que no se vayan a quedar dormidos. Las tropas deben turnarse para descansar. En cada parada sería bueno que se tomaran un tintico...

Y sigue con los consejos:

—Les recuerdo que deben guardar su distancia, mirar los espejos y esperar cualquier carro que se quede. Lo importante es que ese material llegue completo a los hombres que defienden nuestros departamentos. Hagan todo despacio y con buena letra, que no hay prisa.

Camiones vemos, cartuchos no sabemos

Gilberto González es un civil de mediana estatura, tez morena, bigotes tupidos y abdomen prominente. Porta un pase de quinta categoría y lo que menos le gusta de su trabajo es tener que dormir en la cabina de su camión. La única vez que le tocó vivir una emboscada guerrillera, hace siete años en el Alto del Tigre, salió ileso. Bregó hacia adelante y hacia atrás para evitar el fuego cruzado. Los soldados lograron dispersar el ataque.

A Gilberto González le pagan una mensualidad de 1.180.000 pesos que le sirve para sostener a su familia. Como está acogido a la Ley 1214 (para empleados públicos y trabajadores oficiales vinculados al Ministerio de Defensa), cuando cumpla 20 años de servicio podrá jubilarse y acceder a una vivienda militar. Mientras tanto, seguirá engallando su Kodiak modelo 2006 con calcomanías y accesorios kitsch, para mimetizarlo dentro de la muy nacional concepción de decorado automotor. ¿La razón? Pasar por un camión de carga común en caso de algún retén guerrillero.

***

Tras siete horas y nueve minutos de recorrido entre Bogotá y Honda, la columna pernocta en el Batallón de Infantería número 16 Patriotas. El soldado Parra, que lleva 13 meses de servicio y quien tiene una novia en Medellín que extraña mucho, pronto podrá dormir tranquilo. Tendrá un día de descanso y almorzará su ración militar que incluye arroz, fríjoles, arepa, una salchicha y ensalada de cebolla y pepino. La acompañará con limonada. Y a las 18:48 horas le pasarán revista en medio de los vallenatos y merengues que escuchan los conductores mientras revisan sus camiones.
***

—¡Abrite, soltate! —le gritan los soldados a un ciclista en medio de la noche.

Son las 22:07 horas en la quebrada La Suiza, pasando el municipio de Doradal. Un niño de aproximadamente 15 años que viste una camiseta del Atlético Nacional se prende del bumper de uno de los camiones para evitar el cruel ascenso. Ignora que ese camión carga nueve toneladas de cascos y municiones.

También trata de ignorar los gritos de advertencia. Después de cinco minutos se desprende, quizás porque logró llegar a su hogar, donde también quizás sus padres lo regañarán por llegar tarde. Y seguramente el sacrificio de las pedaleadas que quiso ahorrar no le permitirán ser, algún día, escarabajo colombiano digno de un premio de montaña en el Tour de Francia.


***

Cuando una columna del Ejército debe detenerse, lo tiene que hacer en el lugar más alejado de la población civil. Es la novena parada desde que salieron de Bogotá y esta vez, en una pequeña tienda llamada La Mañosa, una máquina con un brazo mecánico para agarrar muñecos de peluche llama la atención de todos. Inmediatamente se agolpan alrededor de ella los 36 emocionados cabos, mientras esperan el momento de poder hacerse a un souvenir. El soldado Parra no logró sacar esa muñeca que quería para su novia en tres oportunidades que tuvo. El soldado Muñoz también falló en su intención de llegar con un regalo para su pequeña hija de seis años. Cada turno les costó 200 pesos.

***

El teniente Alarcón es el directo responsable de lo que suceda con el envío hasta que llegue, de madrugada, a Medellín. Es el de mayor rango dentro de la columna y sabe que si el material de guerra llega incompleto, inmediatamente le abrirían una investigación civil, otra disciplinaria y una más penal. Ser hallado culpable o inocente es lo de menos; de faltar un solo cartucho, deberá responder económicamente por él. Se lo descontarían de su sueldo. Por eso cuando llega, se tranquiliza. Cumplió la misión y podrá hacer entrega oficial del inventario para que horas después sea redistribuido hacia los batallones más necesitados.


***

Han pasado cuatro días desde que comenzó el viaje y una parte de las balas marcadas con la serie del lote IM-2008-P063 están en el Grupo de caballería mecanizado número 4 Juan del Corral, en Rionegro, a una hora de Medellín. Se trata de uno de los batallones más exitosos de Colombia y que fue estratégico para despejar el oriente antioqueño, que hace algunos años era prácticamente intransitable. El deceso de 'Tirofijo', las bajas de 'Raúl Reyes' e 'Iván Ríos' y la entrega de 'Karina' tienen la moral de las Fuerzas Militares por encima de la estratosfera.

Pero no siempre fue así. Antes, esporádicamente, algunos altos mandos maltrataban a los soldados. El ánimo de estos últimos rozaba el subsuelo. Entonces, en casos aislados, del resentimiento que le tenían a los guerrilleros salía uno menor dirigido contra aquellos mandos superiores, cuyos cuerpos aparecían abaleados por la espalda, cuando las confrontaciones habían sido frente a frente contra los subversivos. Los humillados aprovechaban la confusión para vengar su desgracia.

Ahora el buen humor y la camaradería son generales. El Ejército se ha modernizado, el trato humanizado y la política de seguridad democrática los tiene más que satisfechos. Las Fuerzas Militares están atravesando su mejor momento.

Proyectiles a diestra y siniestra

Hace ya varios años, la Convención de Ginebra le recomendó al gobierno colombiano dejar de usar las balas calibre 7.62 en el conflicto interno por considerarlas causantes de crímenes de lesa humanidad. Por su envergadura, dichas balas son capaces de partir en dos a un ser humano. Por eso se sustituyeron por las de calibre 5.56 que, de todas formas, también matan mediante los fusiles más utilizados: los Galil y los M16.

Sin mayores protocolos y por medio de una solicitud escrita, el mayor Roldán —quien cree que los mejores soldados son los pastusos, los llaneros y los de Boyacá, por ser ellos extremadamente observadores del terreno, al punto de poder saber si la guerrilla estuvo en determinado lugar—, del grupo mecanizado, se dispone a entregar 1.000 cartuchos a dos de sus mejores soldados profesionales: Úsuga y Osorio.

El soldado Úsuga tiene 30 años e ingresó al Ejército por experimentar. Ahora se dedica a patrullar los doce municipios de su jurisdicción. Ha perdido la cuenta de los combates en los que ha estado, pero tres estrellas en su uniforme le recuerdan las veces que ha sido herido en combate. Para él se trata de una cuestión de honor.

—Cada estrella me representa el orgullo y el privilegio de poder decir que me han herido tres veces y no me han matado.

El soldado Osorio nació en Medellín y lleva doce años de carrera militar. Inicialmente ingresó por obtener la libreta y le quedó gustando la milicia. La primera vez que pudo sostener una bala en la mano se sintió inseguro; pensó que sus balas no podrían hacerle daño a nadie y que, por el contrario, las que le dirigieran lo herirían fácilmente. Si se encontrara frente a frente con un guerrillero, no lo mataría:

—Eso es lo que nos diferencia. Nosotros respetamos el Derecho Internacional Humanitario. Si están heridos, les respetamos la vida; si ellos nos ven mal parados, nos disparan a mansalva.

Úsuga y Osorio reciben, cada uno, 500 proyectiles de dotación. Ellos se demoran en promedio ocho minutos para cargar 175 balas dentro de cinco proveedores. Cuando están listos, son enviados, junto con otros cuatro soldados, a un patrullaje de rutina. El sector está bajo su control, pero aún deben combatir lo que queda del Frente 47 y la columna móvil Jacobo Arenas, ambas de las Farc, algunas bandas criminales que se dedican al narcotráfico y una facción de las Águilas Negras que presuntamente estaría rearmándose.

Úsuga y Osorio se ganan 920.000 pesos mensuales. Ambos están completamente familiarizados con la guerra. Saben que durante el combate, la tierra chispea a su alrededor a causa de los balazos enemigos. Por más insensible que pueda sonar, también saben que la moral de ellos está supeditada al número de bajas que logren dar. Un subversivo menos significa estar a un ser humano más cerca de conseguir la paz.

Y aunque ellos ignoran si alguna vez han logrado matar a alguien —todo es muy confuso durante el fuego cruzado—, lo único cierto es que cuando regresen tendrán 18 horas para legalizar las balas disparadas, mediante el llenado de un radiograma donde indiquen cómo, dónde y por qué las gastaron y la diligencia de un burocrático comprobante de gasto que deberá llevar ocho firmas para poder ser registrado en un folio y archivado en los libros de tiro para siempre.

***

A pesar de que en sus rostros se manifiesta la aspereza del conflicto y que en la tez tatuada por esquirlas se evidencia la barbarie de una guerra interminable, tanto Úsuga como Osorio guardan el mismo ingenuo anhelo de todos los colombianos: que la paz se pueda alcanzar algún día para que por fin puedan vivir con tranquilidad.

Y a pesar de que ellos ignoran si en los combates que han peleado sus balas han terminado perdidas en el monte o perforando los tres centímetros de piel y músculo de sus enemigos, los médicos forenses seguirán descubriendo, muy a su pesar, las balas oxidadas dentro de la sangre coagulada y descompuesta de las víctimas que sigue cobrando el conflicto.

Tal vez por eso es que tanto Úsuga como Osorio siguen limpiando con un trapo seco en Rionegro cada ocho días los mismos proyectiles calibre 5.56 que alguna vez supervisó Riascos en Indumil. Porque tal como están las cosas, lamentablemente pareciera que la única forma de acabar con la violencia en Colombia no será por medio de un proceso de paz sino a punta de bala.

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NotaPublicado: 23 Nov 2008 11:10 
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Registrado: 07 Feb 2007 09:27
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Es increible que por 317 euros mensuales, estos valientes soldados sostengan, tan dura lucha.-

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SLAVA UKRAYINI! HÉROYAM SLAVA!.-
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NotaPublicado: 25 Dic 2008 00:43 
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Ayer pasaron por el Discovery Channel un documental protagonizado por un ex-SAS, Chris Ryan, llamado "Elite Police", y en el que participaba en entrenamientos y operaciones con los "Jungla" de la Policia Nacional de Colombia.


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NotaPublicado: 25 Mar 2009 07:17 
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FRENADO PLAN DE LAS FARC QUE BUSCABA LLEGAR A BOGOTÁ DESDE EL SUMAPAZ
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La operación Fuerte, en la que cayeron el Negro Antonio y Mariana Páez frenó avance guerrillero hacia la capital.
La última vez que los cundinamarqueses tuvieron noticias de las Farc en sus tierras fue a principios de 2004, cuando el Ejército informó que el último de sus jefes, el Zarco, había huido hacia las selvas de Uribe, en el Meta.

La noticia parecía cierta. Los secuestros masivos e individuales, las extorsiones de todo tipo y los ataques indiscriminados que azotaron a la región por años, cesaron.

La guerrilla intentó mantener a unos pocos milicianos (no más de 50 en todo el departamento), como ojos para sus propósitos, según las autoridades. Pero, en poco tiempo, los paramilitares que intentaron copar los vacíos dejados por sus enemigos los exterminaron.

La Fuerza Pública tuvo que dar la pelea para evitar que un grupo fuera reemplazado por otro y, al final, los habitantes respiraron tranquilidad.

Un plan del 2007

Sin embargo, y según informaciones en manos de las autoridades, el plan contemplado por las Farc en su octava conferencia, sobre la toma del poder, intentó cristalizarse nuevamente en el 2007.

Jorge Briceño, el Mono Jojoy, resguardado en La Macarena (Meta), convocó a una reunión al Estado Mayor del Bloque Oriental, conocido como Embo, y designó a un grupo de sus hombres de confianza para que prepararan "la retoma de Bogotá".

Así está consignado en uno de los documentos que los militares encontraron en el computador de Felipe Rincón, otro de los jefes de las Farc muerto, en medio de un combate en las selvas del Yarí, en noviembre del año pasado.

Universitarios, un objetivo

Según los análisis, la reunión se cumplió en Uribe y Jojoy encargó a siete guerrilleros de la tarea: el Zarco, Chucho (capturado en noviembre pasado), Nelson Robles, Romaña, Yerminson, el Negro Antonio y Gaitán. Así mismo, comisionó a Mariana Páez, la única mujer que en toda la historia de las Farc ha hecho parte del estado mayor central del grupo, para que iniciara el reclutamiento de universitarios.

Así las cosas, salieron de la región de La Julia, en Uribe, y sentaron su campamento en lo alto del páramo de Sumapaz, donde sabían que por estrategia era más fácil mantenerse.

"A esos cerros es muy difícil que los pájaros (los helicópteros) lleguen", les dijo Jojoy en una de las últimas comunicaciones descubiertas por el Ejército.

Los militares también tenían lista su estrategia, y el pasado 27 de febrero, el general Jairo Antonio Herazo, comandante de la V División, lanzó la operación Fuerte, a 3.800 metros de altura, sobre la cuchilla Las Ánimas, en pleno páramo.

Allí cayeron Mariana y Gaitán. Sus cadáveres aún no han sido reclamados. El Negro Antonio fue capturado, al igual que otros doce guerrilleros. Once más también murieron.

Esto no quiere decir que las Farc hayan declinado en el intento de seguir en Cundinamarca y acosar a Bogotá. Esa es la obsesión de Jojoy.
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Logros del Plan Patriota en el departamento

El 12 de marzo del 2003, hace exactamente 6 años, el entonces comandante de las Fuerzas Militares, general Jorge Enrique Mora, aprobó la ejecución de la Operación Libertad Uno, destinada exclusivamente al departamento de Cundinamarca, que se convertiría en el laboratorio del Plan Patriota. Esta era la campaña militar más grande en la historia del país.

Para el mes de mayo, la Fuerza de Despliegue Rápido y la Aviación del Ejército pusieron en marcha una acción de cierre en cuatro regiones del departamento: Gualivá, Rionegro, Sumapaz y Tequendama.

Con 7.000 hombres fueron cercados 13 frentes de las Farc que habían convertido a Bogotá y Cundinamarca en centro de secuestro y extorsión. La red de apoyo y logística que construyó la guerrilla permitió que controlara las principales rutas de acceso a la ciudad y dejara desoladas veredas enteras. Los pobladores prefirieron abandonar sus casas antes de terminar plagiados o muertos.

A pesar de que la primera parte de la operación dejó cerca de 34 militares amputados por minas, para el 31 de octubre habían caído muertos, en medio de los combates, seis de los más importantes jefes subversivos.

El último y el más significativo para el Bloque Oriental y para el secretariado fue Marco Aurelio Buendía, uno de los más firmes aspirantes a suceder al Mono Jojoy. Con su muerte, los pocos que quedaron se refugiaron en el Meta. Ahora intentan volver.

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NotaPublicado: 25 Mar 2009 07:26 
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JOJOY Y EL JUEGO DEL AHORCADO
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La captura de 10 guerrilleros cercanos al Mono Jojoy estrecha el cerco a este integrante del Secretariado de las Farc. La estrategia: desabastecerlo, presionar sus anillos de seguridad y reducirle el espacio por el que se puede mover.
Diez presuntos integrantes de la estructura de milicias y colaboradores del frente Yarí de las Farc, al mando de Rigoberto Lozano, alias ’Víctor Tirado’, fueron capturados en diferentes sitios del Meta, Caquetá y Cundinamarca.

Aunque el nombre de este guerrillero no dice mucho, este es un golpe más que se le da a la seguridad de Jorge Briceño Suárez, alias el ‘Mono Jojoy’, a manos de la Fuerza de Tarea Conjunta ‘Omega’, que junto con la Fiscalía y los grupos Gaula, realizaron la operación “Marte”en estos tres departamentos.

La operación ‘Mesias’, apoyada por la Fuerza Aérea, es la continuación de la ofensiva militar contra las Farc, iniciada con el desalojo de las cuevas que le servían de refugio a alias el ‘Mono Jojoy’, donde también fue descubierto el hospital del Bloque Oriental y una fábrica de explosivos.

Durante la operación militar, realizada en coordinación con la Fuerza Aérea Colombiana, también se incautó numeroso material de guerra, incluidos tres lanzagranadas, 15 fusiles y 472 granadas, entre otros.

También destruyeron ocho campos minados y once campamentos, donde localizaron 8,5 toneladas de víveres y 30 mil medicamentos varios.

Este hecho se suma a una larga lista de golpes que en los últimos días le han propinado a los hombres de ‘Jojoy’: el hallazgo de unas cavernas subterraneas donde al parecer se escondían personas de su confianza. La muerte de ‘Mariana Páez’, de ‘Gaitán’ o la captura del ‘Negro Antonio’ son algunos de los ejemplos concretos de que, ahora sí, las Fuerzas Militares le están respirando en la nuca a uno de los hombres más emblemáticos de las Farc.

“Al ‘Mono Jojoy’ se le han dado golpes que él no esperaba en zonas como el Yarí, donde se articulan el Bloque Oriental y el Bloque Sur de las Farc (...) estamos seguros que esto lo está haciendo tomar decisiones bajo presión que le van a generar un descuido, o posiblemente un error”, le dijo a Semana.com un oficial de inteligencia de la Fuerza de Tarea Omega, que tiene su base de operaciones en Larandia, Caquetá.

En esta oportunidad fueron capturados Claudia Alexandra Pulgarín García, alias ‘La culona’; Jesús Querubín David Perdomo, alias ‘El médico’; Alberto Sepúlveda Marines, alias ‘Puño’; María Carlota Cardozo Castaño, alias ‘Carlota’; Carmen Perdomo Marulanda, Gerardo Ceballos Perdomo, Luis Alfredo Villalobos Guchuvo, alias ‘Sopapo’; Ligia Cárdenas Leguizamón, alias ‘Doña Ligia’; Rosalba Gaviria Toro, alias ‘La Paisa’; y Germán Ramón Fierro, alias ‘El mocho’.

Contra los capturados las autoridades adelantan procesos por los delitos de desplazamiento forzado, concierto para delinquir agravado, rebelión, homicidio agravado y secuestro extorsivo agravado.

Varias de estas personas participaron en el comité temático de las Farc en la época de los diálogos del Caguán, a finales de los 90. Otros se dedicaban al movimiento de masas en el Yarí y otros a la logística financiera a través del testaferrato y el robo de ganado.

Las operaciones contra el negro Acacio, John 40, y la Operación Jaque, han diezmado varios frentes y compañías. Su influencia en la antigua zona de distensión es cada vez menor, y el acoso de las Fuerzas Militares ha empezado a hacer mella en su círculo cercano.

Según publicó esta misma revista, se han desmovilizado algunas personas de sus anillos de seguridad, lo que ha hecho que se reduzca a 18 guerrilleros su grupo más cercano y a 300 los que protegen su entorno. Tal como lo mostraron los militares hace poco, en ocasiones Jojoy ha tenido que moverse de manera subterránea en la manigua, en cavernas que se extienden a lo largo de varios kilómetros. En varios momentos Jojoy ha estado a punto de ser herido por bombardeos y asaltos a sus campamentos.

Tal como lo explicó otro oficial de inteligencia militar, lo que están haciendo las Fuerzas Militares es apretar a las Farc como en el Juego del ahorcado. “Parte por parte se le va quitando movilidad a ‘Jojoy’”, dice el militar al hablar del bloqueo al abastecimiento de víveres y medicinas, a la presión a sus anillos de seguridad y a la reducción de su espacio físico, hechos que a la larga le están quitando la respiración al otrora temido Jorge Briceño Suárez, alias el ‘Mono Jojoy’.
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NotaPublicado: 25 Mar 2009 07:28 
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Registrado: 08 Mar 2008 17:27
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A LA CAZA DEL SECRETARIADO

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Siete brigadas y la Fuerza Omega del Ejército son las encargadas de capturar, en páramos y selvas, a todos los integrantes de la cúpula de las Farc.
El general Freddy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, durante uno de los sobrevuelos de esta semana en busca del rastro de los herederos de ‘Tirofijo’. En septiembre de 2008, oficiales de inteligencia militar empezaron a escuchar conversaciones que suscitaron su atención. Estaban seguros de que oían la voz de Guillermo León Sáenz Vargas, alias Alfonso Cano, máximo jefe de las Farc. Pero lo más inquietante de sus comentarios en lenguaje cifrado fue entender que Cano estaba ordenando a los suyos la retoma de Cundinamarca. La noticia era alarmante, aunque después de la Operación Libertad, en 2003, en la región se había logrado arrinconar a los frentes 51, 53, 54 y 55 de ese grupo ilegal.

Según las Fuerzas Militares, pasaron de 500 guerrilleros a unos 50. Hace apenas una década, esos frentes habían sido los promotores de las llamadas “pescas milagrosas”, al mando de Henry Castellanos Garzón, alias Romaña, y prácticamente convirtieron en vías fantasmas varias carreteras del departamento. De hecho, la vía Bogotá-Villavicencio era un absoluto azar. Componentes del llamado Bloque Oriental, dirigido por Jorge Briceño Suárez, alias Mono Jojoy, con su cadena de secuestros y asesinatos amenazaban con llegar hasta la capital de la República.

Por eso, cuando los oficiales de inteligencia oyeron la voz de Cano dando la orden de reconquistar Cundinamarca, de inmediato se acuartelaron. Y el primero en hacerlo fue el general Jairo Herazo Marzola, comandante de la Quinta División del Ejército, quien ordenó reforzar los entrenamientos de los soldados profesionales de la Brigada 13, el Batallón Timanco, el Batallón de Alta Montaña del Sumapaz, las Fuerzas Especiales del Batallón Número 4 y la Fuerza de Tarea Omega. Un selecto grupo fue llevado al Centro de Instrucciones y Reentrenamiento en Usme, conocido como la CIR Australia.

Durante tres meses, los soldados profesionales asumieron una disciplina: ejercicios por debajo de tres grados de temperatura, combates simulados en altas horas de la noche y adversas circunstancias de lluvia intensa, neblina extendida y baja visibilidad. Esta condición obedecía a que una vez concluyeran las prácticas, los soldados debían desplazarse al Páramo de Sumapaz, en donde casi siempre, como lo relató uno de ellos, el clima no ayuda y son los guerrilleros quienes mejor conocen el terreno. “No podíamos estar en desventaja”, agregó la fuente.

Los soldados profesionales, al mando de los generales Luis Eduardo Pérez, comandante de la Brigada 13, y Jairo Herazo, de la Quinta División, se pusieron al frente del operativo con una misión adicional a la protección de Cundinamarca: detener a los guerrilleros que iban rumbo a Bogotá y, de paso, capturar al Mono Jojoy. Incluso, más allá de sus pretensiones originales, llegar a las entrañas del secretariado de las Farc. Los generales Pérez y Herazo se “mudaron” a San Juan del Sumapaz y concentraron su operación individualizando sus objetivos principales.

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http://www.youtube.com/watch?v=jsWGLoynNJ4

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