Debido a los enormes descuentos en el salario, aplicados solamente a los Suboficiales (Oficiales Superiores y Jefes no sufren descuentos), efectivos de Prefectura Naval y posteriormente de la Gendarmería Nacional se han acuartelado en reclamo por un salario digno...Se encuentran tomadas los edificios sede de dichas fuerzas (Guardacostas y Centinela). Hay versiones que marinos estarían tomando el edificio sede de la Armada (Edificio Libertad) en adhesión al reclamo.
http://www.clarin.com/politica/alarga-n ... 21375.html
http://www.lanacion.com.ar/1513956-renu ... prefectura
Unos 600 policías pertenecientes a los cuerpos de Prefectura y Gendarmería rompieron desde el martes la cadena de mando y se concentraron frente a las sedes de sus organismos para reclamar mejoras salariales. Las protestas las iniciaron el martes los agentes de la Prefectura Naval contra un decreto del Gobierno que, según ellos, les reducía sus salarios entre un 30 y un 70%, al eliminar las pagas extras que cobraban en negro. A sus reclamos se sumaron el miércoles cientos de agentes frente a la sede de la Gendarmería. Y también el miércoles unos 200 suboficiales marinos, frente al edificio central de la Armada. Las tres concentraciones se registraron en un radio de apenas un kilómetro y medio de diámetro, en el centro de Buenos Aires.
La Prefectura Naval controla los mares, ríos y zonas portuarias de Argentina. Y la gendarmería, las fronteras terrestres. En los últimos años, durante los Gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández a ambos cuerpos se les asignó también tareas de seguridad en los barrios pobres del sur de la capital, golpeados por el narcotráfico, y en las provincias más pobladas, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
Ante la insubordinación de los agentes, el Gobierno dio marcha atrás el miércoles por la mañana y suspendió por un mes el decreto que retiraba las pagas adicionales. Pero los policías continuaron con sus protestas. Indicaron que no abandonarían la calle hasta que no les aumentaran el sueldo básico en más del doble, con lo cual pasaría de 3.000 pesos (unos 400 euros) a 7.000 (933 euros en el mercado paralelo).
No iba a ser una protesta más. Una cosa es oír a miles de sindicalistas gritando “el pueblo unido jamás será vencido” y otra bien distinta es ver en Argentina a miles de agentes saltarse la cadena de mando y gritar en plena calle: “Las fuerzas unidas, jamás serán vencidas”. Ante la gravedad de la situación, los diputados opositores y del Gobierno lograron firmar un escueto comunicado conjunto en el que les conminaban a “adecuar sus acciones a pautas de funcionamiento democrático y subordinación a las autoridades legalmente constituidas”.
De nada sirvió. El miércoles por la tarde, la ministra de Defensa, Nilda Garré, entregaba otra pieza a los manifestantes anunciando la destitución de las cúpulas de ambos cuerpos, lo que significaba el paso a retiro de diez comandantes generales de la Gendarmería y diez generales de la Prefectura. “Queda así normalizada la situación”, anunció Garré. Pero estaba aún muy lejos de normalizarse. Los agentes siguieron reclamando más dinero. Y continuaron concentrados frente al edificio Guardacostas, en el centro de Buenos Aires. Concedieron al Gobierno un plazo de dos horas para que un representante acudiese allí a negociar con ellos. Luis Alberto Heiler, el nuevo general al mando de la Prefectura acudió. Pero tampoco se arregló nada.
Mientras tanto, el alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, se dirigió por televisión a los manifestantes para decirles que aunque comprendía que tenían razones para estar descontentos, debían abandonar las calles y volver a sus casas. Pero el desafío continuó.
Al día siguiente, el jueves a las diez de la mañana, ante el edificio Centinela, donde se encuentra la sede de la Gendarmería, se concentraron unos 500 gendarmes, la mayoría con sus pistolas en la cintura. Al preguntarle por qué iban armados, Raúl Maza, quien ejercía funciones de portavoz, contestó: “Es la gente que recién salió de la guardia”. Un compañero suyo añadió: “Gendarme significa gente con arma”.
Ante la petición de todos los grupos políticos para declinar la protesta, Raúl Maza señaló: “Nosotros somos primero trabajadores y ciudadanos.
-¿Pero ustedes no tienen prohibido manifestarse?
- Se nos vienen exigiendo obligaciones y obligaciones a lo largo de 30 años y nunca nos dan derechos. No puede ser que los gendarmes tengan que hacer trabajos adicionales para alimentar a sus familias. La ley que nos prohíbe manifestarnos es una ley militar. Si ellos [en referencia al Gobierno] son militaristas, que las hagan cumplir.
-Uno de los cometidos de ustedes consiste en reprimir protestas ilegales en la calle. Ahora, ¿quién debería reprimirles a ustedes?
-Lo tiene que decidir el Gobierno. Nosotros no estamos cortando ninguna calle.
En efecto, protestaban en la acera del edificio. El cabo primero César Villalba, señaló: “¿Ellos [los suboficiales] van a comer con 3.000 pesos cuando hay una inflación del 25 o 35%? Esto es un país inestable y a nosotros nos han tirado por el Fuerte Apache [un barrio marginal] que es casi peor que las favelas de Brasil. Esto tiene que reventar, la presidenta es un desastre”.
De los 42.000 miembros de la gendarmería, 30.000 son suboficiales y 12.000 oficiales. Las protestas solo la han ejercido los suboficiales. A unos 500 metros de la sede de la Gendarmería se manifestaban también unos 300 suboficiales marinos, frente a la sede de la Armada. Esta fuerza militar cuenta con 15.000 suboficiales y 3.000 oficiales. Ellos iban sin armas, pero también asumían que le ley les impide manifestarse. A ellos no se les rebajó el salario, pero se quejaba de que cobran más de la mitad de su sueldo en pagas extras, en negro. El suboficial Marcelo Pereyra Cueva le dijo a sus compañeros: “Los políticos están usando esto en contra nuestra. No hay que permitir que lo usen a favor de ellos”.
A veinte minutos caminando desde la sede de la Armada, en el Edificio Guardacostas, se mantenían concentrados unos 300 policías de la Prefectura Naval. Esta fuerza de seguridad dispone de 29.000 uniformados. No portaban sus armas reglamentarias, pero mantenían cortadas el tráfico en la Avenida Madero, una de las de mayor afluencia de camiones en la capital. Cuando un prefecto les pidió que liberasen uno o dos carriles, le contestaron con cánticos: “No movamos nada, que nos saquen a patadas”.
http://internacional.elpais.com/interna ... 62689.html
Los gendarmes argentinos en huelga se sienten los parias de la sociedad
Las familias de los gendarmes protestan. | R.W.
Las familias de los gendarmes protestan. | R.W.
El bombo es un elemento imprescindible en las manifestaciones que se realizan en Argentina. Hay gremios que tienen gente especializada en batir el instrumento que marca el ritmo de las reivindicaciones salariales. En cambio, cualquiera se da cuenta de que los que aporrean el bombo en las manifestaciones del cuerpo de Gendarmería, son unos amateur. No se les puede culpar; es la primera vez en décadas que esa fuerza de seguridad se declara en huelga. Los gendarmes se plegaron a la protesta que iniciaron sus colegas de la Prefectura Naval, contra el decreto que reduce sus sueldos a la mitad.
A modo de ilustración, el suboficial que en septiembre ganaba 6.000 pesos (1.300 dólares), en octubre recibiría 3.000 pesos y ni que hablar de sueldo de la tropa. El decreto en cuestión lleva la firma de la presidenta Cristina Kirchner, quien hace tres meses reconoció públicamente que los rangos medios y bajos de la Gendarmería ganan una miseria. ¿Qué cambió desde entonces? Lo más probable es que el déficit presupuestario haya aumentado al extremo de que fuera necesario recortar, pero no de la nómina de los funcionarios de la Casa Rosada ni de los gerentes de las empresas estatales sino de los proletarios.
En este caso, de los proletarios más vulnerables, puesto que no cuentan con una organización que los defienda. Además, en Argentina los uniformados son los parias de la sociedad. Mucha gente todavía los asocia con los represores de la última dictadura militar.
Fernando, un sargento de 22 años, detesta la comparación. “Yo no había nacido cuando las fuerzas armadas se tomaron el poder (en 1976) y no ingresé en la Gendarmería para andar torturando a mis semejantes. Ser gendarme es una forma de ganarse la vida prestando un servicio a la comunidad. Pero claro, ganarse la vida de esta manera es casi imposiblel”, dice a El Mundo, el agente que por las noches hace guardia en la Villa 31, un barrio pobre en el centro de Buenos Aires. Fernando pertenece a un contingente de 350 hombres que fue traído desde Santiago del Estero, una provincia del norte, para cumplir esa tarea en la capital.
“Pensábamos que sería una buena oportunidad para conocer la famosa ciudad, pero nos alojaron en la base que tiene la Fuerza Aérea en Morón. Ese sitio queda lejos del centro y el transporte está caro, como todo en Buenos Aires. Fíjese que para comer tenemos que hacer una vaquita (colecta)”, cuenta el sargento.
Uno de sus compañeros, el sargento primero Osvaldo, dice no sentirse bien recibido en la gran ciudad. “En la puerta de una discoteca, a los únicos que les pidieron la cédula de identidad fue a nosotros. Seguramente porque somos morochos y hablamos con la tonadita (acento) provinciana. Me habían advertido que los porteños se creen superiores pero no imaginé que tendrían tantos prejuicios. ¿No somos todos argentinos?”, dice Osvaldo, señalando la bandera que ondea en el Edificio del Centinela, sede nacional de la Gendarmería.
Para echar más sal en esas lastimaduras, ciertos grupos kirchneristas como La Cámpora, el movimiento que dirige Máximo Kirchner, el hijo de la presidenta, apuntaron a que los suboficiales en huelga están a sueldo de las “grandes corporaciones” y del grupo periodístico Clarín, la bestia negra del gobierno.
Hasta ahora no han presentado pruebas que convaliden esa acusación. Cabe señalar que en los años que Cristina lleva gobernado al país, los militantes de La Cámpora han llegado a ocupar los cargos más remunerativos de la administración pública, como la dirección de Aerolíneas Argentinas, la compañía aérea más deficitaria de Latinoamérica. Este mes, el gobierno va a desembolsar 240,5 millones de pesos (más de 53 millones de dólares) para cubrir los gastos de la empresa que preside el camporista Mariano Recalde. Pese al déficit presupuestario, sería impensable que la Casa Rosada recorte el subsidio a Aerolíneas y menos el sueldo de su titular, estimado en 35.000 pesos (7.700 dólares). Para recortes están los morochos que patrullan las calles de la ciudad.
http://www.elmundo.es/america/2012/10/0 ... 91150.html