"Si van a las seis de la mañana corriendo en camiseta y pantalón corto, es que son españoles". Así identifican habitualmente en la base militar de Ādaži (6.734 hab.) , en Letonia, a los 202 miembros de la Brigada Extremadura, el quinto grupo de españoles que llega a este frío campamento, donde la frontera entre la UE-OTAN y Rusia sufre algunas de sus mayores tensiones.
Llegaron el pasado mes de julio y se irán después de navidades para ser sustituidos por otros, porque los contingentes se renuevan cada seis meses. Estos son el llamado eFP V, o sea, el quinto relevo del Enhanced Forward Presence, el nombre de esta misión de la alianza atlántica. La traducción sería algo tipo Mayor Presencia Avanzada, pero bien podría interpretarse muy libremente como "me voy para la frontera, que no me fío de ti".
Aunque estén tan lejos de casa, los españoles tienen muy claro lo que hacen aquí: "No podemos saber si va a pasar algo, pero Rusia se metió en Ucrania y se anexionó Crimea. Esta es la frontera de la Unión Europea y con nuestra presencia la protegemos, así que estamos ayudando a proteger a España".
Los militares españoles comparten unas gigantescas instalaciones compuestas por decenas de hectáreas con soldados de otros nueve países: los otros ocho enviados por la OTAN a esta misión (Canadá, Albania, Italia, Montenegro, República Checa, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia) además de los propios letones. Esta mezcla es la mayor de todas en los cuatro batallones que la OTAN desplegó en el Báltico y Polonia a raíz de la actuación rusa en Ucrania.
Sólo Canadá, que lidera el equipo internacional y tiene algo más de 300 efectivos, desplegó un contingente más numeroso que el extremeño. Sin embargo, los soldados españoles aportan algo que no ha hecho ningún otro país: los carros de combate Leopardo y vehículos mecanizados de combate de infantería Pizarro, con los que se realizan maniobras a menudo y se refuerza a todo el battlegroup.
Testigo directo. Letonia, la esquina de Europa donde creen en la "invasión rusa en 36 horas"
Todos los soldados españoles están aquí bajo las órdenes de un teniente coronel español, que a su vez informa a un coronel canadiense. En España, se organiza y controla la actividad de los españoles desde el Mando de Operaciones, del que dependen todos los despliegues de los nuestros en el exterior.
¿Y cómo es el día a día en la base de Adazi? Frío, desde luego, porque la baja temperatura (sensaciones térmicas de -10ºC) y la poca luz invernal de Letonia (amanece pasadas las 8.30; anochece antes de las 16.00) no ayudan a estar como en casa.
El día transcurre con muchos entrenamientos, ya sean conjuntos o por países, haciendo tareas de adiestramiento y probando los Leopard y los Pizarro en condiciones extrañas para estos gigantes blindados, porque el terreno y el clima no tienen nada que ver con los de España.
Adazi era una base de la URSS donde había unos 2.000 soldados del llamado 76 batallón del ejército soviético. Está rodeada de bosques, situada a unos 30 kilómetros de la capital letona, Riga, y su suelo es extrañamente arenoso. Se trata de arena de playa, porque el Mar Báltico está a unos 20 kilómetros, y la ausencia de alturas en el relieve ha depositado sedimentos tierra adentro. Al lado de las instalaciones está el pueblo de Adazi, una pequeña localidad que gracias a la actividad militar de estos últimos años vive un momento boyante para sus pocos negocios.
Ahora se está ampliando esta base porque había algunas instalaciones muy viejas, y cada uno de los países desplegados tiene una zona propia. En la parte de los españoles, aun con los rigores propios de la milicia, hay unas cuantas comodidades: billar, dardos y futbolines en un amplio hangar que también sirve de comedor y aparatos de gimnasia con los que completan esas carreras de las seis de la mañana. Carreras, por cierto, que no se dan ni los propios letones.
"Hay días que acabas el turno y no hay mucho más que hacer: algo de deporte, llamar a casa, y a la cama", explican algunos. Tampoco hay muchos días libres: cuatro en total para los seis meses de misión. Es duro pasar seis meses sin ver a la familia, pero al menos tienen facilidades para llamar a diario. Algo que por otro lado es imprescindible para mantener alta la moral de las tropas. Y la de los españoles, explican ellos, debe de ser de las más altas, porque además son el contingente, reconocido por los propios anfitriones, que menos problemas causa. A eso ayudan mucho los cocineros, que de vez en cuando les hacen una paella.
Los españoles son los únicos soldados de este battlegroup que van permanentemente vestidos de uniforme, con lo cual su presencia siempre se reconoce. El Mando de Operaciones, de hecho, tiene como uno de los objetivos de esta misión promover la Marca España, así que el hecho de ir de uniforme es parte de esa tarea.
Los soldados interactúan con la población civil letona a menudo, participando en competiciones deportivas, haciendo visitas a localidades, colegios, llevando donaciones a grupos sociales necesitados... Eso les ha convertido seguramente en los soldados extranjeros más valorados de los que están en Letonia, y buena muestra de ello fue que el Gobierno letón les invitó a desfilar el pasado 18 de noviembre, cuando celebraba el Día de la Independencia.
https://www.elmundo.es/internacional/20 ... b4679.html
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SLAVA UKRAYINI! HÉROYAM SLAVA!.-