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Los cuatro pelotones permanecen en las posiciones conquistadas toda la noche organizandolas y mejorandolas para reanudar la ofensiva. Durante los siguientes días las tropas patrullan intensamente. Casamatas que no habían visto antes son descubiertas y dan lugar a combates y nueva capturas de prisioneros. 84 muertos del enemigo se encuentran en el frente del "Colombia". El día 16 llegan los relevos del ejército surcoreano.
Esa noche el Puesto de Mando recibe la Orden de Operaciones No. 41 del Regimiento 21º. Eran las ordenes para finalizar la Operación Nómada con la toma de las alturas dominantes sobre el valle de Kumsong. Es un avance que se hará en territorio enemigo. Lentamente el Batallón empieza el penoso despliegue apoyado por la aviación y la artillería amigas.
El día 20, mientras el Puesto de Mando se desplazaba hacía la primer línea, una ráfaga de ametralladora hirió al Comandante del "Colombia" Teniente Coronel Jaime Polanía Puyo y destroza la cara del fiel José Hilario Patacón, su ayudante.
"El teniente coronel Polanía Puyo, desde la camilla donde era conducido hacia la retaguardia, en su mano el micrófono del radio de campaña, lanzó a sus hombres vibrante arenga recibida por todas las estaciones en escucha silenciosa, señalando a Kumsong como la meta de honor de su unidad, de la que pugnó hasta último momento por no dejarse evacuar. Su coraje, su determinación de lucha, el aliento heroico que dejó a sus hombres al partir, galvanizaron al batallón como quizá no lo había estado en momento alguno."
Gen. Alvaro Valencia Tovar
Corea, resurgimiento de las cenizas
El Mayor Luís Etilio Leyva asumió el comando y continuó al frente del ataque segundado por el Mayor Alfonso Novoa Morales, quien asumió como segundo comandante. El 22 al amanecer se inició el ataque. Nada detendría el avance colombiano. Una enconada resisitencia apareció sin asemejarse en nada a la desplegada sobre El Chamizo, La Teta y Don Polo. Los hombres del "Colombia" no detendrían su avance hasta coronar los objetivos finales.
No habían terminado de consolidar el objetivo tomado en bravísima lucha cuando descendió en un pequeño helicóptero el Mayor General Blackshear Bryan, Comandante de la Vigésima Cuarta División. El jefe vibraba de emoción al decir:
"He combatido en tres guerras, pensé que nada me faltaba por ver en el campo del heroísmo y de la intrepidez humana. Pero me faltaba ver combatir al Batallón Colombia".
Las acciones de los hombres del "Colombia" durante la Operación Nómada merecieron el reconocimiento, tanto del gobierno coreano como del estadounidense. Las citaciones presidenciales de ambas naciones permanencen adheridas a su bandera.
Tras pasar la primera navidad en las trincheras soportando un clima helado, el día 31 de diciembre, último de 1951, se desplegaron 3 patrullas con ordenes de cruzar las líneas enemigas. Correspondió al Subteniente Camilo Torres Cruz comandar el tercer pelotón de la Compañia A cuyo objetivo fue alcanzar los escombros de la aldea Cho So-ri, dos kilometros al norte de los puestos de avanzada. Los informes de inteligencia coincidieron con los hallazgos de la patrulla por lo cual Torres solicitó fuego de artillería sobre los objetivos descubiertos. La unidad se lanzó al ataque siendo impactados y muertos el Cabo Gonzalo Sánchez así como el soldado Hidalgo. Sin embargo se cumplió la toma de la posición.
La respuesta china no se hizo esperar y devolviendo un intenso fuego se evidencia un contrataque de fuerzas superiores, por lo cual el Subteniente Torres ordena el repliegue para cubrirse con la defensa de la artllería propia. El fuego de ametralladoras enemigo hiere al soldado López y en el desprendimiento de toda la unidad hacia terreno seguro, son heridos el Cabo Duarte y dos camilleros coreanos.
Ya en terreno seguro el Subteniente Torres verificó que le faltaban 5 hombres, informó de inmediato al Capitán Alvaro Valencia Tovar quien dirigía la operación desde el puesto de mando y quien había reemplazado como S-3 el 25 de diciembre al Mayor Luís Etilio Leiva trasladado a Tokio.
Difícil dilema se le plantea al Capitán Valencia. Ordenar el regreso de la patrulla en busca de los hombres faltantes quienes podrían estar muertos, heridos o capturados, o dar por concluida la misión y poner a salvo la patrulla de Torres. Llega al puesto de mando el Mayor General Henry Hodes, nuevo comandante de la Vigésima Cuarta División, unidad a la cual estaba adscrito el "Colombia". Enterado del dilema de Valencia, preguntó cual sería su decisión. La respuesta de Valencia lo sorprendió. La orden era de regresar en la busqueda de los compañeros faltantes. El General estuvo completamente en desacuerdo, ¿como arriesgar más de cuarenta hombres ante el destino incierto de cinco, muy probablemente muertos o prisioneros? El Capitán Valencia se sostuvo en su decisión ante el evidente disgusto de Hodes. Decía Valencia, los combatientes colombianos no se abandonaban a la merced del enemigo! Había posibles sobrevivientes o heridos. Los cádaveres mismos tenían que ser rescatados. El General ordenó se comunicara al Comandante de Batallón, Teniente Coronel Polanía Puyo, pero Polanía no se hallaba en la unidad. Muy disgustado el General Hodes abandonó el puesto de mando pero permanenciendo al frente dentro de su vehiculo.
El Subteniente Torres recibió la orden de rescatar a sus soldados, utilizando la sorpresa que significaría su reaparición en el área que acababa de abandonar. La sorpresa fue evidente y permitió causar nuevas bajas al adversario tomado fuera de sus posiciones. Los apoyos programados cumplieron la tarea y la patrulla regresó sin nuevas pérdidas. Cuatro muertos y dos heridos fue el saldo final del operativo. Dos heridos rescatados con dos muertos en la segunda fase.
-Es la decisión más extraña que he oído, sentenció el General Hodes al enterarse del resultado. Yo no la hubiera tomado, pero lo felicito, Capitán.
Uno de los oficiales estadounidenses que se desempeñaba como observador de artillería, llamó personalmente al comando del regimiento para manifestar su admiración por los colombianos, que correspondiendo a su ya bien ganada fama, dejaban otra vez más, muy en alto el nombre de la patria y de su ejército.
"El Colombia" estaba incorporada a la Vigésima Cuarta División que fue trasladada a Tokio por lo cual los colombianos fueron adscritos a la Séptima División. Al despedirse los mandos colombianos de la cúpula de la Vigésima Cuarta División, el rudo General Hodes muy emotivo y cálido despidió a cada uno de los oficiales presentes. Al llegar al Capitán Valencia Tovar sonrió y dijo:
-Capitán Valencia usted es un S-3 de batallón audaz y valiente. De haber sido yo su comandante ese primer día del año, lo habría despedido de esa posición. Tras su logro, lo habría ascendido. Esos son los azares e incertidumbres de la guerra.
El 9 de febrero el General Lyman L. Lemnitzer organizó una parada militar para recibir oficialmente la unidad colombiana a la Séptima División y agregado al Regimiento 31º, convirtiéndose en el cuarto batallón de esa unidad bajo el mando del Coronel Noel M. Cox.
Los relevos procedentes de Colombia permiten copar los faltantes del Batallón a raíz de las bajas y heridos. Quienes han cumplido su periodo regresan al país.
La nueva posición del "Colombia" era llano con algunos montículos aislados y tenía al frente un espolón rocoso que aparecía en el mapa con 400 msm. se desprendía de una formidable elevación de 1.100 msm. De allí los colombianos lo bautizaron Cerro 400. En la cima había un observatorio enemigo y por sus laderas habían fortificaciones, material de guerra y mucha tropa china.
El General Lemnitzer en prevención de una posible ofensiva china desarrolló a partir del 11 de mayo la Operación Thunderbolt. Un impresionante poder de fuego fue desplegado sobre los cerros 1.100 y 400 con bombardeos aereos complementando la artillería de la División.
En vecindades del Cerro 400 un tanque golpeo una mina quedando inutilizado y heridos sus tripulantes. Nuevamente el S-3 Valencia ordenó una misión de rescate, recuperando el vehiculo averiado y poniendo a salvo sus tripulantes.
El Teniente Coronel Polanía Puyo recibió la solicitud del Coronel Cox, Comandante del Regimiento para que el S-3 del Batallón Colombia, Capitán Alvaro Valencia Tovar fuera asignado como miembro efectivo del Estado Mayor del Regimiento en calidad de S-3. Unico caso que se registro en todo el Octavo Ejército.
El 22 de mayo el Subteniente Vladimir Valek Moure fue encargado de hacer un registro al montículo más alejado de la línea en el frente del Batallón Colombia. Operativo diurno ejecutado resultó en la muerte del Subteniente Valek y numerosos heridos de su pelotón. Al arribar al objetivo recibieron fuego de morteros. Caía el primer oficial del Ejército colombiano en Corea.
El de 10 de junio el Comandante encargado del Batallón, Mayor Luís Etilio Leiva, recibió la orden de operaciones Top Secret para la Operación Climber. El objetivo era el asalto del temible Cerro 400. La inteligencia militar hacia meses no recibía nuevas informaciones pues no había recientes capturas de prisioneros con información valiosa. Urgente era enriquecer con nuevas informaciones a los servicios de inteligencia.
La misión se le encomendó a la Compañia A del Capitán Luís M. Galindo Vargas. Sus oficiales eran los Tenientes Carlos E. Leaño Gómez, Jaime Garzón Garavito, Bernardo González Quiroz y los Subtenientes Víctor H. Salguero Flóres y Mario N. Bernal Avella. Bernal Avella al mando del Tercer Pelotón fue designado para el asalto a la posición. Leiva seleccionó un terrero similar en la retaguardia y allí ensayó la operación de asalto. Día y noche obligó a sus hombres efectuar las maniobras hasta alcanzar la perfección.
El 21 de junio la Compañia A partió hacia el objetivo. Traspasan las posiciones propias con efectivos estadounidenses y los pelotones Primero y Segundo se ubican en sus posiciones de apoyo, a trescientos y cien metros respectivamente. Veinte minutos después cruzó hacia el objetivo el subteniente Bernal con el pelotón de asalto. Faltando cincuenta metros, fue descubierto por el enemigo que reaccionó de inmediato con fuego de armas automaticas y granadas de mano. Recibiendo fuego de apoyo ya acordado lanzó el asalto con bayoneta calada para combate cuerpo a cuerpo. Antes de ocupar el objetivo todo fue un infierno ensordecedor. Explosiones de artillería, morteros, granadas, tanques, cohetes y los disparos de ametralladoras y armas automaticas.
Bernal con la primera escuadra al mando del Cabo Segundo Jesús Campos Mancera, atacaba el objetivo por el frente. La segunda escuadra por el flanco izquierdo al mando del Cabo Segundo Luís Miguel Barrios con el Sargento Segundo Alfredo Delgadillo F. y por la derecha la escuadra del Cabo Segundo Baudilio Ospina Muñoz.
El Subteniente Bernal lideró gran ímpetu al ataque, seguido por los Cabos Campos y Ospina, quienes heridos continuaron avanzando en forma rauda y eficiente llevando al resto del Pelotón. Tomado el objetivo, el soldado Pedro Alcántara Pira, saltaba emocionado en la cima ondeando una pequeña bandera tricolor hasta recibir una esquirla. El tricolor fue recogido por el Cabo Delgado quien siguió ondeándolo hasta que los camilleros recogieron a su compañero herido. Las bajas fueron, del pelotón de asalto: el soldado Juan de Dios Gómez, muerto con bayoneta por un chino y 15 heridos. En el pelotón del Teniente González, el Cabo Segundo Miguel Sierra Suárez y el soldado Gilberto Melgarejo Pinzón, muertos por la artillería pero sus cuerpos fueron llevados por el enemigo. En el Pelotón del subteniente Salguero, el soldado Francisco Sanín Romero murió de esquirlas de mortero.
El Puesto de Mando del Primer Batallón del Regimiento 31º se convirtió en un palco para observar el desarrollo de la operación. Allí se encontraba el Mayor Leiva como Comandante encargado del Batallón, el Coronel Lloyd R. Moses, Comandante del Regimiento, el General Lemnitzer con su Estado Mayor, Comandante de la División y el General (r) Paul Peabody corresponsal de Vision. Fueron muchos los elogios por la destreza y habilidad de los combatientes colombianos que profirieron los altos mandos, pero lo que más se escuchó fue, "they're crazy!" ante el arrojo temerario de los hombres comandados por el Subteniente Bernal.
El General Peabody comentaría que el General Lemnitzer refiriendose al asalto al Cerro 400, le había dicho que era la mejor acción coordinada que había visto en dos guerras.
La guerra ofensiva había terminado al final de la Operación Nómada. Las esperanzas para finalizar la guerra se redujeron a la mesa de conversaciones en Pan Mun-yung. El Octavo Ejército se dedicó a fortificar las líneas que habían alcanzado. Así a partir del segundo semestre de 1952, la guerra continuo pero en las trincheras. El Ejército de las Naciones Unidas se dedicó a operaciones de constantes patrullajes y ataques de objetivo limitado.
Hacia principios de julio llegó al área del Batallón, el Teniente Coronel Alberto Ruiz Novoa. Llegaba para reemplazar al Teniente Coronel Jaime Polanía Puyo como Comandante de la Unidad. Había sido seleccionado por el Coronel Mariano Ospina Rodríguez, Comandante del Ejército en Bogotá por sus antecedentes y excelente hoja de vida. Al momento de su nombramiento ocupaba el Comando de la Escuela de Infantería. El 4 de julio tomó el mando del Batallón frente al nuevo Comandante de la Séptima División, Mayor General Wayne C. Smith y el Coronel Lloyd R. Moses, Comandante del Regimiento.
La ofensiva belica quedó en manos de la artillería y la Fuerza Aérea. Los continuos bombardeos ocasionaron nuevas bajas y heridos entre las tropas colombianas. Murió el Cabo Segundo Janio Luís Calvo y otros 13 hombres resultaron heridos.
El diario trajinar del Batallón Colombia se convirtió en las periódicas patrullas, las rotaciones de posición y sufrir las consecuencias de los intensos bombardeos de la artillería enemiga. Las agresiones se reducen a esporádicos encuentros entre patrullas rivales y asaltos de objetivo limitado. Así pasa el segundo semestre hasta llegar el mes de noviembre.
La novedad es el octavo grupo de relevos que llegan de Colombia. Tras superar el entrenamiento previo en la Brigada de Institutos Militares de Bogotá, el octavo grupo de relevo bajo el mando del Capitán Jorge Robledo Pulido, con 6 oficiales, 50 suboficiales y 149 soldados embarcó en Cartagena el 10 de octubre en el transporte marítimo "General Wood Ford", llegando al área de reserva donde se encontraba El Colombia el 19 de noviembre de 1952 en medio del agudo invierno con temperaturas de -15C para iniciar un nuevo e intenso entrenamiento pero en esta oportunidad, muy cerca del teatro de operaciones.
El 29 de diciembre El Colombia es trasladado al área de Konsong-gol. Seguía el mismo tedioso trajín de relevos periódicos que oscilaban entre áreas de reserva con sus correspondientes entrenamientos intensivos y paso a la línea de fuego en el frente, llena de patrullajes de combate diurnos y nocturnos, que ponían a prueba la tenacidad colombiana. Las bajas, principalmente heridos, a causa del fuego enemigo lanzado en forma insistente sobre el frente.
El 10 de enero deben relevar al segundo batallón del Regimiento 31.º en la línea principal del frente. Vuelven los malditos patrullajes de combate. Al mando de oficiales salen los pelotones con el fin de toma de prisioneros y material, asalto a algún objetivo, probar la solidez defensiva de un punto o simplemente reconocer el área patrullada.
Al finalizar el mes de enero, se intensifica el patrullaje hay contacto con el enemigo ocasionando serias bajas tanto en heridos como muertos.
El 23 de enero el comando del batallón por la Orden del Día, felicita a los Tenientes Miguel Ospina y Edgardo Vallejo por la conducción de las misiones de patrullaje efectuadas esos días. Hay mención especial para el radioperador Cabo Primero José Rodríguez Silva, quien con serenidad, a pesar de la intensidad del combate, mantuvo la comunicación informando sobre el desarrollo de la situación, haciendo posible el apoyo de artillería.
El 24, el comando del regimiento dispuso que El Colombia rotara de posición con segundo batallón del regimiento 17 en el sitio de Común-Ni para luego ser relevado en la línea de fuego el día 26 de enero y pasar al área de reserva conocido como Indian Head. Vuelve el descanso y los entrenamientos.
El 12 de febrero una fuerza de tarea de El Colombia realizó una acción de limpieza en el área de Hodback donde capturan 76 individuos, presumiblemente infiltrados.
Al comando del Regimiento 31.º, llega el Coronel William Kern, inflexible y marcadamente obcecado a más de poco amigo de los Suramericanos.
Ruiz Novoa recibe instrucciones de efectuar un "raid" sobre las posiciones enemigas con el fin de capturar prisioneros y documentos a la vez que infligir bajas y daño material a las posiciones fortificadas. La operación es denominada Bárbula y se dan 10 días para escoger el escenario y preparar el operativo.
En marzo nuevamente hay traslado para El Colombia que pasa a ocupar la zona adelantada de "Camp Stewart". Miguel Ospina es asignado como jefe de transmisiones por cual pasa a formar el Estado Mayor del batallón.
Después de un intenso entrenamiento el TC. Ruiz asignó el "raid" a la Compañía C, al mando del capitán Hernando Acevedo, con su ejecutivo, teniente José Jaime Rodríguez y tres pelotones de fusileros a cargo de los tenientes Miguel Piñeres Grimaldi, Luís Alberto Andrade y Luís A. Bernal Baquero. La unidad debía atacar y destruir las posiciones que se encontraban localizadas sobre el cerro 180 con tres cimas que reciben la denominación táctica del 180A, 180B y 180C.
Saliendo al amanecer se debía lograr la cima para efectuar el ataque. Se estimaba que el cerro 180 permanecía ocupado de día por un pelotón de fusileros reforzado con dos ametralladoras punto 50 y dos morteros de 60 mm.
A las 6:25 el primero pelotón informa haber alcanzado la distancia de asalto y el Comando ordena a los dos pelotones continuar. Dos minutos más tarde el primer pelotón hace contacto con el enemigo, y el Comando ordena iniciar los fuegos de apoyo. Tres minutos después, el segundo pelotón informa que está recibiendo fuego. La posibilidad de sorprender al enemigo se había perdido.
El comandante del batallón manejó oportuna y adecuadamente la acción. Se respondió con celeridad los pedidos de fuego y el tercer pelotón se desplazó con rapidez en apoyo del escuadrón de asalto, pero la resistencia china en el cerro 180 superó los estimativos optimistas que hicieron al respecto. Las casamatas, que se suponían destruidas o al menos debilitadas por los fuegos de ablandamiento efectuados tres días atrás, estaban sólidas y había una excelente defensa. El apoyo de artillería enemigos en los cerros vecinos indicaron un plan efectivo de defensas, de manera que la capacidad de combate colombiano se vio menguado por las cuantiosas bajas.
Con todo se combatió ardorosamente. Se estima que las bajas enemigas debido al combate cuerpo a cuerpo y al intenso apoyo que recibieron del batallón y de las puestas por el regimiento y división, superaron con mucho a las sufridas por la unidad colombiana.
Hacia las 7:00 horas se vio el movimiento de refuerzos chinos desde los cerros vecinos y de inmediato Ruiz Novoa ordenó se abriera fuego de apoyo pedido por el primer escalón. La artillería china unió sus fuegos a los morteros, tornando la situación dificilísima, por lo cual el comando del batallón ordenó el repliegue mediante las previamente acordadas bengalas luminosas, insistiendo en la evacuación de heridos y muertos, una verdadera proeza bajo el fuego enemigo. El tercer pelotón, con sus efectivos todavía completos, se dedicó a esa labor y bien pronto comenzó a sentir bajas pese a lo cual prosiguió su tarea con sentido heroico.
Al atardecer en un silencio enigmático pasada la tensión angustiosa las agrupaciones regresan a sus posiciones traspasando la línea ocupada por las tropas americanas quienes miran con admiración a cada uno de los soldados colombianos a los que aplauden a pesar de trasportar los heridos en camillas.
Contabilizadas las bajas, una vez llegados varios rezagados al puesto de reunión de heridos de antemano, fue de 11 muertos, 43 heridos y 10 desaparecidos que se supuso habrían caído prisioneros. Aunque la misión de capturar prisioneros y documentos no pudo cumplirse y el porcentaje de hombres y armamento perdido en la acción fue muy alto, el batallón cumplió la tarea impuesta. Comunicaciones interceptadas al mando enemigo confirmaron la realización del asalto y el combate cuerpo a cuerpo, pero la cantidad de bajas sufridas por los pelotones de asalto no permitió la toma y el conservar el objetivo. Una nueva incursión no podría hacerse con menos de un batallón atacando varios frentes simultáneamente. Había fallado la inteligencia del Regimiento. Grave error cometió el Mando del 31.º, que pagó su precio con la sangre de las tropas colombianas.
El Colombia, a pesar de las pérdidas sufridas en el sangriento ataque al cerro 180, fue comprometido dos días después en el frente de batalla, relevando al 1.º Batallón del Regimiento. No se le permitió al Batallón Colombia asimilar el golpe sufrido en Bárbula.
El sector que le correspondió defender a la unidad colombiana era uno de los más difíciles del frente. En un peligroso sector de tres kilómetros que incluía el cerro Old Baldy o Viejo Calvo, llamado así pues en un principio había tenido un zona boscosa en su cima, pero la aviación, artillería y morteros estadounidenses la había bombardeado hasta aplanarla totalmente. Desde 1951 había sido el escenario de varias batallas anteriores. Había sido ocupada por los estadounidenses y luego recuperada por los chinos en muchas oportunidades. Por un costado de Baldy venía una carretera que comunicaba directamente con Seúl. De allí la importancia estratégica del cerro. Había que cuidarlo para evitar que la carretera quedara en manos del enemigo.
En esta nueva posición, dos compañías, la A en la posición Dale y la B en el cerro Old Baldy, ocuparon el frente en ese orden de oeste a este, y la C un poco más atrás en medio de las dos. La ya menguada Compañía de Reemplazos cubrió las bajas de los días anteriores, con lo cual quedó liquidada. Así la totalidad del batallón se encontraba en el frente sin retaguardia.
Alfredo Forero Parra: Terminada la entrega y firmada el acta final en la cual asumía la responsabilidad, pregunté al Sargento puertorriqueño quien me entrega la posición, por el tiempo de permanencia de las tropas que salían y la situación reinante, a lo cual me contestó: "Teniente, nosotros llevamos cinco días de estar en esta posición, otro tanto permanecieron las tropas a las cuales relevamos". Y agregó: Esta posición es un verdadero cementerio puesto que un centenar de veces ha sido tomada y combatida por el enemigo, así como recuperada otro tanto por los nuestros. No más de ocho días dura una tropa en este frente ya que es continuamente castigado por el intenso fuego enemigo que causa innumerables bajas en personal y material, sembrando desconcierto, desmoralización y agotamiento".
La frágil defensa de este sobre extendido frente y las debilitadas casamatas y trincheras debido al largo invierno y constante fuego enemigo, llevó al coronel Ruiz a requerir del regimiento una reserva que diera capacidad defensiva a las compañías colombianas, todos desplegadas sin capacidad de contraatacar, obteniendo le fuera asignada una compañía de fusileros del Batallón de Reserva estadounidense.
Desde su llegada, El Colombia recibió sin tregua fuego de cañón, mortero y ametralladora. A partir del día 20 comenzó un martilleo incesante de artillería sobre las posiciones del Regimiento 31.º. El Colombia en Old Baldy, el Segundo Batallón se encuentra a su izquierda y, el Tercer Batallón está en el cerro Pork Chop, lo que coloca a los colombianos en medio de los dos batallones estadounidenses. Un ataque de artillería de esta naturaleza solo denota que se está ablandando el terreno para facilitar un ataque. Comunicaciones interceptadas y la llegada de desertores chinos confirman el ataque. La noticia es inmediatamente transmitida al escéptico coronel Kern.
El día 21, cinco cadáveres fueron descubiertos en el cerro 180. 4 colombianos y un estadounidense. Estos fueron expuestos en forma desafiante por los chinos buscando que El Colombia cayera en la trampa de recuperarlos. El comando del Batallón temerariamente decidió hacerlo, lo que causó el asombro en las autoridades superiores, hasta el punto en que el coronel Kern, comandante del Regimiento, acudió a presenciar el rescate, que culminó con el paso de las líneas por un equipo de voluntarios de la Compañía C, integrado por los más aptos, entre quienes figuraban zapadores expertos en remoción de minas y trampas explosivas en consideración a que los cuerpos podrían estar minados. Las proezas de la patrulla de rescate son inigualables. El soldado Alejandro Martínez Roa, ascendió hasta la cumbre del cerro 180, desactivó una mina china bajo el cadáver de su compañero, descendió con su lamentable carga, escapó bajo el fuego enemigo cuando fue divisado, y regresó al aciago cerro con el cabo Limas para sacar otros cuerpos unido a una patrulla colombiana que había logrado infiltrarse.
Antes de las tres de la tarde se había cumplido la misión bajo el intenso fuego enemigo y condiciones peligrosísimas. Esta hazaña mereció la Estrella de Plata, concedida en el lugar del combate, al cabo 1o. Pedro Limas Medina, comandante de la patrulla, y a los soldados Gerardo Quilindo, César Quiñones, Alejandro Fialla Cubillos y Alejandro Martínez Roa. El coronel Ruiz Novoa le dijo al soldado Martínez Roa: "Que hazaña han hecho ustedes. Que demostración de valor, de precisión y coraje. La patria sabe que en ustedes está muy alto el pendón nacional."
El día 22, el ablandamiento de la posición en Old Baldy fue intenso. Más de 2000 granadas y morteros cayeron sobre las posiciones colombianas.
El día 23 de marzo en vista que la Compañía B llevaba 11 días en la posición más difícil y de mayor castigo sin haber sido relevada, decidió el coronel Kern ordenar la rotación de la Compañía C por la B. La Compañía C había conducido el reciente ataque al cerro 180 y apenas había logrado reorganizarse. De inmediato objetó la orden el coronel Ruiz Novoa quien esperaba un ataque y no consideraba prudente ese tipo de maniobra, además de no contar con una unidad de reemplazos, queriendo a todas luces evitar enviar la "C" a otro infierno tan poco tiempo después de Bárbula. Kern se sostuvo en la orden emitida y el coronel Ruiz no tuvo más remedio que obedecer. Se ordenó el relevo de la Compañía B por la C. Este comenzó hacía las tres de la tarde, pero el fuego enemigo impedía su avance y nuevamente la Compañía C empieza a sufrir bajas dificultando llegar al destino. La Compañía B que llevaba tantos días bajo fuego estaba lógicamente desmoralizada y desmotivada. No es fácil vivir la experiencia de tantos días bajo fuego de artillería, sufriendo bajas sin que se repongan los hombres perdidos y sin saber hasta cuando se darán las ordenes de relevo. Para ellos, la orden llegó como una bendición de Dios.
Alfredo Forero: Ese día nuestras posiciones se encontraban seriamente ablandadas por el fuego enemigo de artillería y morteros. En nuestra posición del segundo pelotón de fusileros de la Compañía B nos encontrábamos defendiendo el cerro de Old Baldy. Pasado el medio día, se me ordenó alistar el pelotón porque al caer la noche seríamos relevados por la Compañía C que se encontraba a nuestro lado.
Todos, desde nuestros puestos de combate, esperábamos ansiosos el relevo pero nada que llegaban para reemplazarnos. Hacia la cinco de la tarde decidí hablar con el comandante estadounidense de los tanques quienes nos apoyaban con su poder de fuego. Convencido de que se nos avecinaba un ataque logré que nos facilitara una ametralladora .30 para emplazarla en mi posición y así mejorar su defensa. Todo se alistó, incluso el lanzallamas que teníamos asignado.
A las 8:30 PM el puesto avanzado de la Compañía A al mando del subteniente Álvaro Perdomo, que se encontraba en el puesto Dale, en medio de un batallón estadounidense en el cerro Pork Chop y la Compañía B de El Colombia, que estaba a nuestro lado, sufrió un violento ataque. A pesar de su tenaz resistencia no pudo mantener la posición. Desde Old Baldy, tanto la Compañía B y C apoyamos con fuego de ametralladoras y de tanques que estaban en nuestras posiciones. Batimos las armas automáticas y fusiles sin retroceso con que se apoyaban las tropas chinas.
Cuarenta minutos después del ataque a Dale, se desencadenó intenso fuego de artillería y morteros pesados sobre Old Baldy. La tierra se estremecía como en un terremoto y un continuo relampaguear seguido de ensordecedoras explosiones cubría toda la posición de nuestra Compañía, la B. Las fugaces siluetas de los hombres, las armas y las debilitadas fortificaciones, parecían espectros entre los estallidos del enemigo. Gritos de angustia y quejas de agonía se mezclaban al tableteo del fuego propio y enemigo. El combate arreciaba a cada instante. A corta distancia se oía disparar los morteros de 60 y 82 mm. del enemigo. Las comunicaciones se fueron perdiendo. No respondían los apuntadores de las piezas ni los comandantes de escuadra. De repente me comunicaron la muerte de mi reemplazante de pelotón el Sargento Azael Osorio Salazar; luego la del comandante de la tercera escuadra, cabo primero José Narváez Moncayo, que próximo a morir gritaba que lo levantaran de los pies para aliviar su padecimiento pues había sido seccionado por la cintura y nada podía hacerse por él. La muerte del cabo primero Ernesto González Varela, comandante de la segunda escuadra, donde había instalado mi puesto de combate fue atroz. Estábamos casi en contacto de codos. Disparaba él su ametralladora sobre una avalancha de chinos que se nos vino encima cuando un proyectil de bazuca lo impactó decapitándolo, quedando la cabeza colgada de la espalda. Creía vivir una pesadilla o película de horror hasta que nuevas explosiones sobre mi casamata me hizo regresar a la realidad. Di aliento a mis hombres y continué en comunicación con las ametralladoras y di instrucciones para que un cabo tomara el lanzallamas, para dispararlo cuando apareciera el enemigo.
A los pocos minutos llegaron al casamata dos soldados gritando, "¡Los chinos, los chinos!". Efectivamente, los chinos se abalanzaron sobre nuestra posición dando aullidos estridentes, disparando ráfagas de subametralladora y lanzando granadas.
El ataque no prosperó. Fueron detenidos en las alambradas quedando estas llenas de cadáveres enemigos.
Una nueva oleada de chinos atacó de nuevo, rompiendo la defensa y llegando a nuestras trincheras. Ahí comenzó a llegar el relevo. Desconocían los puestos de amunicionamiento, la distribución de los casamatas y sus sectores de defensa.
El Coronel Ruiz tenía razón, el ataque era inminente. El relevo en que insistió el Coronel Kern, comandante del Regimiento había dejado en muy malas condiciones las dos compañías involucradas. Ahora los colombianos estaban pagando en precio. La Compañía C había sido duramente golpeada en Bárbula y sus hombres aún estaban bajo sus efectos y sin poder llegar totalmente a ocupar sus puestos en Baldy.
Un regimiento chino perfectamente sincronizado había lanzado el ataque sobre Dale. Mientras se distraía el mando del Regimiento con el ataque anterior que tocaba el batallón estadounidense contiguo a la compañía colombiana, otro regimiento chino avanzó en medio de la oscuridad hacia Old Baldy y se situó en posiciones de asalto mientras caía una lluvia espantosa de artillería enemiga. El incesante bombardeo de ese y días anteriores habían logrado con creces sus objetivos de ablandamiento, destruyendo buena parte de las alambradas y minas, dejando sin defensas las trincheras al ataque directo. Toda la noche se combatió fieramente en medio de la confusión causada por la oscuridad y por la presencia de elementos de dos compañías colombianas en Old Baldy pues el relevo al no concluir mitad de la C continuaba en el frente con mitad de la B. La situación de la defensa no podía ser más débil. Un batallón completo atacando y dos compañías adicionales reforzándolo era una fuerza demasiado grande contra las tres compañías de El Colombia.
El coronel Ruiz avisó su intención de utilizar la compañía de reserva estadounidense que le había sido asignada para contraatacar y proteger a las tropas comprometidas en el combate. El oficial de enlace norteamericano palideció ante la solicitud. Con voz trémula declaró que ya la reserva se había empleado para contener la penetración china en el cerro Pork Chop en defensa del tercer batallón estadounidense. Con el se había recuperado el cerro y ayudado a los estadounidenses. No había mediado aviso ni advertencia previa al coronel Ruiz.
El Colombia, pues quedaba reducido a sus propios medios, nuestra unidad carecía de reserva para contraatacar. La Compañía A, que hubo de replegarse ante la ferocidad del ataque que precedió al de Old Baldy, se hallaba empeñada en recuperar la parte penetrada por los chinos con sus propias fuerzas. La B y la C, a mitad del relevo, en tal confusión que nada podían hacer.
A pesar de la adversidad se estuvo a punto de quebrar la fuerza del asalto, como se comprobó por una angustiada comunicación interceptada por inteligencia de la División, en la que el comandante del batallón de asalto chino afirmaba imposible tomar la altura 266 (Old Baldy). La respuesta del mando chino fue implacable: tomar la altura o sufrir las consecuencias. Momentos después se anunció el envió de refuerzos.
Los esfuerzos en la defensa de la posición se agotaban al aumentar drásticamente el numero de asaltantes y disminuir por las bajas el de los defensores. El olor a pólvora y sangre impregnó el aire. Aquello se convirtió en un infierno. Sin embargo, los colombianos combatieron con su reconocida intrepidez. Los asaltantes, prevalidos de su enorme superioridad numérica, tuvieron que conquistar la posición trinchera por trinchera, reducto por reducto, en feroz combate cuerpo a cuerpo.
Sobre la medianoche, convencidos los dos bandos que el contrario se había quedado con el cerro empezaron a golpear con la dureza de sus artillerías. Ambos ejércitos a pesar de tener sus tropas en medio, descargaron lluvias de proyectiles sobre los hombres que trenzados en lucha cuerpo a cuerpo trataban de mantener sus posiciones. Las bajas de fuego amigo y enemigo se dieron por igual.
Desde la medianoche solo un pelotón había logrado llegar a West View y ayudó a contener parte del ataque. Allí los colombianos esperaron los refuerzos para retomar la posición perdida. Estos lógicamente nunca llegaron.
Alfredo Forero: Hacía las 4:30 AM solo quedaban seis hombres, con la munición agotada y acosados por el enemigo del segundo pelotón de fusileros de la Compañía B. Mediante fuego y movimiento nos abrimos paso hacia el camino de los tanques, perdiendo tres hombres más por la artillería que no descansaba.
Desde antes de la media noche, los tanques que estaban en el valle se retiraron, dejando libre esta entrada al enemigo. Un camión con nuestras municiones se detuvo a la entrada de la posición en la carretera del valle. En el venían el oficial de zapadores Teniente Leonidas Parra y el de transmisiones Teniente Miguel Ospina, una bruma intensa cubría el amanecer y esporádicamente se escuchaban disparos y gritos.
Ospina llegaba con ordenes de tratar de restablecer las comunicaciones con el Comando del Batallón, pero ante la cruda realidad de Old Baldy ya no había nada que hacer.
Hacia las 8:00 AM llegó un pelotón estadounidense al que los colombianos pidieron apoyo de fuego para retomar el cerro perdido, pero sin atender la solicitud se retiró después de hacer un reconocimiento de la situación. De no haber mediado la resistencia heroica de nuestras tropas en Old Baldy, la fuerza china habría podido romper la Línea Principal de Resistencia de la 7.º División y entrar hacía lo profundo del territorio aliado con gravísimas consecuencias, ya que por la carretera podría llevar tropas y blindados enemigos directamente a Seúl.
En este momento el comando de la División ordena convertir en tierra de nadie el cerro. Y comienza el más temible bombardeo sobre Old Baldy. El Batallón Colombia no había podido recuperar sus hombres rezagados, heridos o muertos. Todos quedaron a merced de la aviación norteamericana, inclemente en su accionar.
Lamentablemente en esta oportunidad todo estaba en contra de El Colombia. No fueron sus hombres. Fueron los errores y la apabullante superioridad numérica de la fuerzas chinas asaltantes quienes causaron la perdida definitiva del cerro. De nuestros hombres habían quedado 95 muertos, 97 heridos y 30 desaparecidos. Más del 20% del batallón había caído.
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_________________ "Somewhere a true believer is training to kill you. He is training with minimal food and water, in austere conditions, training day and night. The only thing clean on him is his weapon and he made his web gear. He doens´t worry about workout to do, his rug weight what it weighs, his run end when the enemy stops chasing him. This true believer is not concerned about "how hard it is", He knows either he wins or die, He doesn´t go home at 17:00, He is home, He knows only the Cause"
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