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NotaPublicado: 01 Ago 2009 00:33 
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aquí hay parte de la historia que se ha comentado en el hilo de colombia,también hubo una participación de España y ésta de tipo militar en el año 1834,en una alianza con Uk,Francia,Portugal y España,de esa guerra viene lo de la conchichina¡¡


Españoles en la guerra de Vietnam. En 1965 Estados Unidos presionó a Franco para que enviara urgentemente al Mekong a un grupo de médicos militares
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 09/08/2005 - La Vanguardia


EL DICTADOR ESCRIBIÓ a Johnson para decirle que simpatizaba con su guerra pero que la tenía perdida política y militarmente

En agosto de 1965 Franco envió una carta al presidente Johnson en la que le manifestaba sus simpatías por la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Pero el dictador español también le anunciaba la derrota americana: "Política y militarmente su guerra la tienen perdida debido a que el comunismo social agrada al pueblo vietnamita ya que ofrece más posibilidades que su sistema liberal occidental" sentenció el Caudillo. La carta de Franco finalizaba con unas sorprendentes frases de admiración hacia el líder comunista Ho Chi Minh. Paradójicamente, la pesimista opinión de Franco no fue óbice para que autorizara satisfacer la petición norteamericana de que un contingente de médicos militares españoles acudieran echar una mano en aquella guerra perdida.

El 16 diciembre de 1965 el Secretario de Estado, Dean Rusk, se preparaba para apremiar a Franco. Las Fuerzas Armadas de EE. UU. necesitaban con urgencia total que médicos españoles acudieran a la provincia de Go Cong, en pleno delta del Mekong, donde - calculaban- cubrirían las necesidades sanitarias de 60.000 personas, según se desprende del informe personal y confidencial que le entregaron a Rusk en la fecha indicada. Rusk insistió y finalmente un contingente de médicos y sanitarios militares españoles fueron reclutados para una misión que no se descubriría hasta mucho tiempo después, dando paso a la intensa historia humanitaria de los españoles en Vietnam que La Vanguardia reveló el 11 de enero de 1998.

La respuesta a la urgente petición americana de ayuda se inscribió oficialmente en el marco de los acuerdos entre España y Estados Unidos a través de la Oficina de Asistencia Militar del Mundo Libre (FWMAO, en inglés) y el servicio quedó bautizado como Misión Sanitaria Española de Ayuda al Vietnam del Sur. En total participaron tres equipos. El primero partió en 1966 y regresó a finales del 67. Luego fueron relevados por otro, y éste por un tercero. En total, participaron 30 militares, y la presencia española en Vietnam se prolongó durante dos años, puesto que el segundo y el tercer destacamento sólo permanecieron en el país asiático seis meses. A todos ellos los reclutaron aquí y allá, en secreto. Tanto es así que varios estaban destinados en el desierto del Sáhara y unas horas después se vieron caminando en plena vegetación vietnamita acompañados del continuo tableteo de los helicópteros y del olor a napalm.

Como habían solicitado los mandos militares norteamericanos, el destino de los médicos españoles fue la localidad de Go Cong, en pleno delta del Mekong, a 45 kilómetros al sur de Saigón y a apenas a siete kilómetros de las playas del mar de la China. El local asignado fue un pequeño, deteriorado e insuficiente hospital de 150 camas aproximadamente, en estado semirruinoso y pintado de color amarillo.

Al llegar a Vietnam, los españoles se cuidaron de distinguirse de los estadounidenses. El uniforme que llevaban se lo proporcionaron los norteamericanos, pero enseguida cosieron en ellos las insignias españolas. En el patio del hospital o­ndeaba la bandera española y procuraban dirigirse a los pacientes en francés y no en inglés. Querían diferenciarse del aparato de guerra y lo con-siguieron. Los vietnamitas les bautizaron tai-ba-nha, que significa precisamente los españoles.Las relaciones con la población civil fueron tan buenas que los habitantes de Go Cong nombraron a uno de los puentes que cruzaban los brazos del delta del Mekong can tai-ba-nha, que significa puente de España.

La misión se alojaba en un edificio colonial francés, en buen estado. Tenían tres asistentas vietnamitas, a las que instruyeron en cocina hispana, hasta conseguir paellas que provocaron la afluencia de oficiales norteamericanos al comedor español. Al principio, la materia prima para la cocina era suministrada por la intendencia del Ejército de EE. UU., para luego la comprarla en los mercados de la ciudad.

Pero, no hay que llevarse a engaño. Go Cong no era un lugar cómodo. Estaba cerca de la ruta Ho-Chi-Minh, por donde cruzaban los vietcongs y el delta del Mekong era uno de los lugares donde se combatía más ferozmente. Por la noche los caminos estaban cortados. Al caer la noche, el Vietcong minaba la carretera y por la mañana los americanos la limpiaban para poder transitar por ella. Cuando los españoles viajaban a visitar enfermos, lo hacían en jeep y a toda velocidad, "por si disparaban desde entre los arrozales" en palabras del coronel Faúndez, uno de los médicos que vivió la experiencia. Así, los escasos 45 kilómetros que separaban Go Cong de Saigón no podían recorrerse por la carretera que unía directamente ambas ciudades: el Vietcong lo impedía. Hasta llegó a instalar una aduana donde los guerrilleros cobraban impuestos a los viajeros o revisaban la carga de los campesinos.

El "pequeño, deteriorado e insuficiente hospital" como se describe en un informe oficial del Ejército español el dispensario de Go Cong, eran una de las pocas esperanzas en la zona contra el paludismo, el tétanos, la metralla y el napalm. Pero los medios eran muy escasos. Había 150 camas y la media de ingresados era de 400. Lo más frecuente era que varios pacientes compartieran cama y que debajo se acomodaran los acompañantes. Los medicamentos y el plasma eran escasos, pese a la extendida idea cinematográfica de que la logística de EE. UU. era capaz de llevar helado de postre a los combatientes en primera línea. El relato de un oficial de EE. UU. revela cómo se paliaban las carencias los españoles: "Parece increíble, pero vi cómo el doctor español insertó un tubo de transfusión en su propia vena, mientras seguía operando a una mujer vietnamita que padecía un tumor".

El comportamiento humanitario de los militares españoles fue reconocido por el enemigo de EE. UU. Ocurrió durante la fiesta del Tet. La residencia española fue atacada por el Vietcong con fuego de mortero, ametralladoras y fusil. Al día siguiente se produjo otro ataque de mortero. Un trozo de metralla hirió a uno de los oficiales españoles y mató a ocho vietnamitas que hacían de guardia en el centro. En el informe sobre el incidente consta que tras estos hechos, soldados del Vietcong detuvieron los vehículos en los que se viajaban por la región los médicos de la misión española y les pidieron perdón por los daños, porque la guerra no iba contra ellos. Había razones para la disculpa: el 70 por ciento de la población atendida en la misión española eran vietcongs.

La jornada de trabajo española en Vietnam abarcaba de las ocho de la mañana a las seis de la tarde. Las horas muertas las empleaban en jugar al dominó o al ajedrez o en escribir cartas. De lo que sucedía en España no tenían más noticias que las suministradas por la familia por correo y las noticias de algún periódico que llegaba con quince días de retraso. Para rebajar la tensión bélica, consiguieron acudir por turnos fines de semana a Saigón o incluso viajar a Japón.

Pero esta aparente tranquilidad no podía hacer olvidar que se estaba en medio de un conflicto cruel. "Era muy frecuente empezar a oír ráfagas de ametralladora o bombas a las cuatro o cinco de la mañana. Después preguntabas dónde había sido y ya no veías nada. La guerra seguía".

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo Edición: Iñaki Ellakuría Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: Franco no sintió la muerte de JFK / 32

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saludos.
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NotaPublicado: 01 Ago 2009 04:52 
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Buenas a todos

Puede que algun dia me lean...Igual que los mercenarios Españoles de los años 60 en africa,Séñores...TODOS mis respetos...

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"Somewhere a true believer is training to kill you. He is training with minimal food and water, in austere conditions, training day and night. The only thing clean on him is his weapon and he made his web gear. He doens´t worry about workout to do, his rug weight what it weighs, his run end when the enemy stops chasing him. This true believer is not concerned about "how hard it is", He knows either he wins or die, He doesn´t go home at 17:00, He is home, He knows only the Cause"


Última edición por MOONPLAYER el 01 Ago 2009 15:11, editado 1 vez en total

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NotaPublicado: 01 Ago 2009 09:13 
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Muy interesante Lego. Gracias.

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Gracias por compartir esa información con todos nosotros lego.
Ciertamente en el pasado fuimos reconocidos y admirados por nuestra fiereza en el combate.
En la actualidad lo somos por nuestro caracter humanitario.....
Un abrazo

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Tratamos de hacer las cosas " A prueba de idiotas"; El problema radica en que cada dia hacen mejores idiotas.


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NotaPublicado: 19 Ago 2009 04:51 
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Teniente Antonio Velázquez, un ceutí en la guerra del Vietnam
Escrito por Francisco Sánchez Montoya (Papeles de la Historia)

“¿Cuántos sois, doce? Pues volveréis con vida a España tres o cuatro”. Con éstas palabras recibió en Saigón un sargento del Ejercito estadounidense a los españoles entre ellos dos ceutíes el Subteniente Sanjosé y el teniente Antonio Velázquez Rivera (hoy retirado, General de Brigada de Sanidad).

Este último de la mano del programa “Dutifrí” de Sardá, ha vuelto a esas tierras, el próximo domingo día 25 de mayo en Telecinco al filo de la media noche, podremos ver a este ceutí volviendo al Vietnam cuarenta años después, al lugar donde estuvo enviado por el Gobierno Español como médico. Este ceutí reconoce que la primera sensación que tuvo al pisar tierra vietnamita en 1968 “se le hizo un nudo en el estomago”. No era para menos. Cuando el helicóptero americano que le trasladaba desde Saigón a la población donde se encontraba la misión española tomaba tierra, los morterazos caían por todos los lados. “Aquí nos cortan el cuello fijo”, pensó Velázquez al llegar a su destino. Eso era lo habitual en aquella zona.

El hoy general de Sanidad Antonio Velázquez formaba parte del equipo médico español que llegó a Go Cong, en el delta del Mekong, en marzo de 1969, dos años y medio después del inicio de la misión española en Vietnam. Desde el primer día, el trabajo era “tremendo” en el hospital que, desde septiembre de 1966, atendían los sanitarios españoles. Los heridos de guerra se multiplicaban, entre ellos, guerrilleros del Vietcong cuya presencia provocaba situaciones tensas con los militares estadounidenses. “Atendimos a un prisionero del Vietcong que estaba muy grave y los americanos lo tenían esposado a la cama”, explica el hoy general ceutí. “Como médico era una situación muy incomoda para mí, que no podía ver así a un paciente, pero para ellos también era difícil, porque cumplían órdenes”. Esas órdenes hicieron también que Velázquez no pudiera evitar la muerte de dos niños con difteria. Quería que un helicóptero trajera medicación o evacuara a los niños a Saigón, pero la respuesta que obtuvo de los militares americanos fué que estaban rodeados por el Vietcong y necesitaban todos los helicópteros para combatir, no para misiones sanitarias.

Velázquez recuerda con cariño las buenas amistades que hizo en Go Cong. Las relaciones con los americanos las califica de “cordiales”, pero eran mejores con los vietnamitas. Una noche, que visitó a una familia amiga, le avisaron del peligro que corría al moverse por la población. “Doctor, qué hace aquí, márchate rápido, hay VC, VC (siglas de Vietcong)”. El ceutí hizo caso al aviso de sus amigos y salio corriendo hacia su alojamiento. A los pocos minutos se desencadenaba un ataque de los guerrilleros norvietnamitas.

Otro día que se desplazó a Saigón por carretera su vehiculo fué detenido por una patrulla de paramilitares. “No soy americano, soy un médico español”. Velázquez pronunció las primeras palabras que aprendió en vietnamita y logró pasar, aunque después tuvo conocimiento de un ataque en el que participó esa misma patrulla. “En Asia o en África decir que eres médico es algo sagrado, la gente te respeta y te quiere”, asegura. A pesar del peligro, Saigón le enamoró desde el primer día. “Era increíble la intensidad con la que se vivía allí. Aunque la guerra y la muerte estaban presentes las veinticuatro horas del día, Saigón era una ciudad llena de vida. El bullicio era tremendo, circulaba mucho dinero y por las calles podías encontrarte de todo. Las drogas y la prostitución marcaban el ritmo diario”.

Un problema físico obligó a Antonio Velázquez a ser ingresado en un hospital americano. Allí tuvo ocasión de conocer la nueva especie de fatiga de combate descubierta en abril de 1968 por dos especialistas de Estados Unidos en Salud. El teniente coronel meter y el capitán Jonson denominaban “neurosis de combate” a los síntomas que presentaban numerosos combatientes estadounidenses que, en Vietnam, a diferencia de la Segunda Guerra Mundial, se estaban enfrentando a un ser “indefinidido y desconocido”. “En el hospital me encontré con un soldado estadounidense de origen italiano, de 19 años, que había estado vagando durante seis días por la selva, completamente enloquecido, porque habían aniquilado a toda su patrulla. Él era el único superviviente y estaba destrozado”, cuenta Velázquez. En la cama situada junto a la suya estaba un chicano, veterano de Corea, que había estado horas y horas en el agua, en la frontera con Camboya, esperando la incierta hora de combatir. “A esta guerra no se puede venir voluntario”, le dijo al médico español al conocer su presencia en Vietnam. “Esto es demasiado duro”, sentenció.

Las posibilidades de que tropas españolas entraran en combate eran muy elevadas después de que el 26 de julio de 1965 el presidente de Estados Unidos, Lindon B. Johnson, se dirigiera por carta al jefe del Estado español, Francisco Franco, pidiéndole que España se implicara en esa guerra. En su carta, Johnson expresaba a Franco su más “profunda convicción personal” de que las perspectivas de paz en Vietnam aumentarían “grandemente” en la medida en que los esfuerzos de Estados Unidos fueran apoyados y compartidos por otras naciones que “comparten nuestros propósitos y nuestras preocupaciones”. No era la primera vez que Estados Unidos intentaba implicar a España directamente en Vietnam. Todo formaba parte de una cuidada estrategia de los americanos para contar con el apoyo del mayor número de países y demostrar a la opinión publica internacional que no estaban aislados diplomáticamente en su intervención en el país asiático.

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