La España que lleva pistola
Fernando mira a un lado y otro de la terraza del bar donde desayuna, abre un poco la americana y enseña su pequeña arma enfundada en cinturón de piel marrón atado en el abdomen. Es una Glock de 9 mm y la lleva por seguridad. Es joyero, transporta mercancías y hace unos años sufrió varios atracos violentos, por eso la Guardia Civil le concedió la licencia B, que le permite portar su pistola como autodefensa. A él no le gusta, cuenta. Pesa, tiene que estar todo el tiempo pendiente del "hierro", no puede beber ni ir al fútbol con ella y le recuerda las malas experiencias del pasado. Pero admite que se siente más seguro. Fernando (pide aparecer con un nombre falso) es uno de los cerca de 8.000 españoles con licencia para ir armado por la calle. Un permiso que se concede solo en aquellos casos donde la amenaza está contrastada. Son políticos, joyeros, armeros, magistrados, algún futbolista o exmilitares.
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El problema principal en la UE es que existe una suerte de vacío legal que permite comprar, como meros objetos de colección, armas desactivadas en países con antiguos conflictos armados del norte de África (en el actual estado fallido de Libia, Gadafi llegó a incentivar la compra de Kalashnikov a las familias), repúblicas exsoviéticas y Balcanes. Las armas utilizadas en los atentados del pasado en noviembre París procedían de stocks desactivados de los Balcanes; las que se utilizaron para la matanza en el semanario Charlie Hebdo unos meses antes salieron del mercado negro de armas inutilizadas de Eslovaquia. Transformarlas de nuevo en armas letales es relativamente sencillo y la regulación sobre lo que se considera un arma desactivada es bastante heterogénea en los distintos países de la UE. Sin embargo, pueden circular libremente de un país a otro.
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Lo mismo sucede con las armas de fogueo -las llamadas detonadoras que se utilizan para competiciones deportivas o para rodajes-, para las que solo es necesario en España presentar un DNI al adquirirlas. Transformarla en un arma letal es bastante sencillo (se suele cambiar el cañón y la recámara) y en los últimos tiempos han caído muchas bandas dedicadas a ello. Uno de los casos más mediáticos fue el del supuesto embajador en España de Corea del Norte, Cao de Benós, que fue detenido tras recibir en casa dos detonadoras: una Zoraki 917 Black de nueve milímetros y otra Zoraki 906 cromo semiautomática. Ambas habían sido transformadas y estaban listas para disparar. Pero desde ANARMA creen que se trata de una práctica arriesgada y poco frecuente. Aún así, Guardia Civil se ha incautado de unas 500 pistolas detonadoras trucadas en los últimos dos años.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/10/13/ ... 66037.html