Fuerzas de Elite

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NotaPublicado: 13 Ene 2007 15:37 
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38-SPL escribio:

Con permiso del Webmaster me gustaria abrir un nuevo tema sobre unidades mas que especiales 'especificas' que lucharon en escenarios 'retros' como Vietnam, frente del pacifico de la S.G.M. y Corea.
Me vais a tachar de carca pero es que me gusta mucho el tema.
Para empezar os dejo esta Web de una unidad de la Armada estadounodense (NAVY) que opero en Vietnam, se llamaban SEAWOLF. Si gusta el tema pondre mas informacion de estos escenarios.
Un saludo.

http://www.seawolf.org/

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NotaPublicado: 13 Ene 2007 15:38 
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Popeye escribio:

Estan muy bien las fotos de la web, y hay bastantes. Por cierto tu prefieres tabaco en la carcel que flores en el cementerio, yo la verdad prefiero una tumba en Colombia que una celda en Estados Unidos jaja pero para gustos...

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NotaPublicado: 13 Ene 2007 15:38 
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38-SPL escribio:

...si porque si tuvieras que ir a la carcel de Colombia supongo que seria una muerte en vida...
Me alegro que te haya gustado el web.

Dejo otra web y esta en español, esta muy bien para introducirse en el tema Vietnam, abarca todos los paises participantes, graduaciones, cuerpos, y muchas fotos.

http://www.museodevietnam.com/

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NotaPublicado: 28 Nov 2008 00:37 
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muy buenos dias... :grin: :grin:


espero q aportes muchos datos sobre vietnam y me sumo a esto tb....


yo quisiera saber sobre la actuacion de los mercenarios en la frontera con camboya...

segun se, eran parte de las tropas de operaciones de la cia...


bueno camaraa lo saludo y espero q juntos compartamos datos para enriquesernos sobre esta guerra q cambio la formas de pelearlas en el mundo entero... :shock:



saludos 8-)

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NotaPublicado: 28 Nov 2008 01:34 
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bueno aca les dejo un par de fotos de mercenarios realizando estas tareas de exploracion y aniquilacion.


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espero q les guste saludos

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NotaPublicado: 27 Nov 2010 23:52 
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Hola con vuestro permiso os pongo un reportaje sobre una unidad especial poco conocida que actuó en Vietnam el nombre de dicha unidad es Tiger Force.


La Fuerza Tiger fue una fuerza de tarea del Ejército de los Estados Unidos, (1er Batallón (Aerotransportado), 327º Regimiento de Infantería, 1ª Brigada (Separada), 101.ª División Aerotransportada), que peleó en la Guerra de Vietnam.[1]
P
La unidad de un tamaño aproximado de 45 paracaidistas fue fundada por el Coronel David Hackworth en noviembre de 1965 para "combatir a las guerrillas del Vietcong"[2] La Fuerza Tiger fue una unidad altamente condecorada, y pagó su reputación con muchas bajas.[3] Fueron condecorados como unidad en octubre de 1968 por Lyndon B. Johnson.[4] En octubre de 2003, el períodico Toledo Blade realizó una investigación en la que se encontró que miembros de la unidad Fuerza Tiger habían cometido varios crímenes de guerra.[5]


Aquí viene el reportaje que escribieron 4 periodistas del periódico Toledo Today y esta basado en entrevistas con antiguos miembros de esta unidad.

El escuadrón de cortadores de orejas que asoló Vietnam

El escuadrón de cortadores de orejas que asoló Vietnam


LA ORGIA DE SANGRE Y VIOLENCIA DE LA 'TIGER FORCE'. Los fieros soldados de la 'Tiger Force' cortaron las orejas de sus víctimas en Vietnam y se hicieron collares con ellas. Violaron todas las leyes escritas y no escritas de la guerra. El Pentágono investigó durante más de cuatro años sus atrocidades, pero decidió proteger a los sospechosos. Treinta y seis años más tarde, cuatro periodistas del 'Toledo Blade' han logrado desenterrar uno de los capítulos más escabrosos del Ejército norteamericano y ofrecernos el lado más descarnado de la guerra.


CARLOS FRESNEDA. Corresponsal

NUEVA YORK.- El soldado Sam Ybarra disparó a quemarropa contra un niño vietnamita de 15 años en la aldea de Duc Pho. Le mató porque quería sus zapatillas de tenis, eso dijo. Se las probó, pero no le valían. Para desquitarse, sacó su cuchillo y le cortó una oreja a su víctima inocente. La guardó como «trofeo de guerra».

Los soldados de la Tiger Force se hacían collares con orejas humanas, unidas por el cordón de un zapato, y así entraban en los pueblos vietnamitas, proclamando su reino del terror y disparando contra todo lo que se movía.

Mataron y mutilaron a decenas de civiles indefensos. Violaron y degollaron a niñas de 13 años. Decapitaron bebés. Acribillaron a madres delante de sus hijos.

Fusilaron a decenas de ancianos mientras segaban sus campos de arroz. Torturaron y ejecutaron a decenas de prisioneros. Muchos soldados se quedaron con cráneos de sus víctimas como recuerdo.

De mayo a noviembre de 1967, el escuadrón más sanguinario de la División Aerotrasportada 101 -curtido para luchar y matar como un tigre en la jungla- convirtió las regiones de Quang Ngai y Quang Nam en un campo de exterminio donde todo estuvo permitido.

Meses antes de la masacre de My Lai, que hizo despertar a los americanos a los horrores del Vietnam, los soldados de la Tiger Force habían perpetrado ya su particular orgía de sangre y violencia, y se habían colgado medallas por sus méritos de guerra.

El rosario de atrocidades de la temible Tiger Force permaneció en secreto hasta 1971, cuando el Pentágono abrió una investigación, comprobó la existencia de la menos 18 crímenes de guerra y elevó sus conclusiones a la Casa Blanca, que decidió dar carpetazo al asunto en 1974, por aquello de no reabrir las heridas aún sangrantes del Vietnam.

Al cabo de 36 años, tres reporteros y un fotógrafo del diario Toledo Blade, se lanzaron a la misión imposible de reconstruir las tropelías de la Tiger Force. Ocho meses tardaron Michael Sallah, Mitch Weiss, Joe Mahr y Andy Morrison en completar sus pesquisas.

Hablaron con más de un centenar de soldados y supervivientes, visitaron el escenario del apocalipsis en Vietnam, bucearon en más de 2.000 páginas de documentos clasificados.

El resultado es una espeluznante y abrumadora serie de reportajes -Secretos sepultados, verdades brutales- que lleva publicando toda esta semana el Toledo Blade y que ha encaramado al pequeño periódico de Ohio a lo más alto del periodismo de investigación.

En un momento marcado por el patrioperiodismo y por la censura de guerra y de posguerra en Irak, con todos los grandes diarios temiendo romper filas por que nos les acusen de traición, sorprende este fogonazo de luz atroz que llega precisamente desde la América profunda.

«La gente se puede preguntar por qué hemos decidido escribir sobre los crímenes de guerra cometidos hace 36 años por los soldados americanos durante un guerra impopular», escribe el director del Toledo Blade, Ron Royhab. «Pues bien, pensamos que la gente necesita saber lo que se ha hecho en su nombre... La gente tiene derecho a saber que los soldados americanos cometieron atrocidades y que nuestro Gobierno ha procurado que no se hicieran públicas».

El Pentágono, por boca del portavoz del Ejército de Tierra Joe Burlas, ha respondido alegando que la investigación sobre la Tiger Force se cerró por «falta de evidencia» y ha dejado claro que no existe la mínima intención de reabrir el caso.

El eco de los horrores de la Tiger Force ha llegado estos días hasta Vietnam: varias asociaciones de derechos humanos han reclamado al Gobierno de Hanoi que exija explicaciones sobre el caso a Washington. Pero el Ministerio de Exteriores ha dado por cicatrizada la polémica con una nota exculpatoria: «Nuestra política consiste en promover el mutuo entendimiento a través de la cooperación y de las relaciones bilaterales, tanto con Estados Unidos como con otros países que tuvieron una relación hostil con Vietnam en el pasado».

Los políticos prefieren mirar hacia otro lado, pero la opinión pública americana -narcotizada aún por los efectos especiales de la guerra más cercana- vuelve a leer y a presenciar estos días las viejas y sangrantes escenas que parecen sacadas de películas como las célebres Platoon, Nacido el 4 de julio, o Apocalypse Now.

La Tiger Force, o Fuerza Tigre, se creó en 1965 como un escuadrón de elite de la División Aerotrasportada 101, especializado en combatir a la guerrilla en las junglas del sureste asiático.

El escuadrón estaba compuesto por voluntarios, con experiencia de combate y con un marcado instinto asesino: una de las pruebas consistía precisamente en un cuestionario para detectar «las ganas de matar» de los aspirantes.

La mayoría de sus integrantes fueron reclutados en pueblos de la América profunda como Rayland (Ohio), Globe (Arizona) o Loreto (Tennesse). Muchos de ellos, como Sam Ybarra, eran menores de 20 años y habían tenidos problema con la ley. Ybarra, al que muchos recuerdan como «el asesino más prolífico» del escuadrón, salió de la cárcel por posesión ilegal de armas para enrolarse en el Ejército (murió de una neumonía en el 82, víctima del alcohol y de la drogas).

Después de un período de adiestramiento en Estados Unidos, los soldados de la Tiger Force entraron por primera vez en combate en el sur de Vietnam, en lugares como My Cahn h Dak To, antes de ser enviados a las regiones centrales para combatir el avance del Vietcong.

El escuadrón de elite lo componían 45 soldados, que actuaban coordinados con otras unidades pero que funcionaban con una gran autonomía y sin apenas supervisión.

Se les distinguía por su uniforme de camuflaje a rayas, a modo de tigre, el nombre del escuadrón. Se dividían en grupos de siete u ocho, con aprovisionamiento, munición y agua para sobrevivir durante 30 días en plena jungla.

«Vivíamos el día a día», relata al Toledo Blade el ex sargento William Doyley, de 70 años, desde su retiro en Missouri.

«No esperábamos sobrevivir. Nadie con un poco de cerebro esperaba sobrevivir en aquella situación... Así que hacías lo que te venía en gana, especialmente para seguir vivo. Y la manera de vivir era matar, porque si alguien está muerto no tenías que preocuparte por él».

Los primeros miembros de la Tiger Force llegaron a la región de Qyan Ngai el 3 de mayo de 1967. Tardaron poco en actuar.

Cinco días después hicieron su primer prisionero: un tipo que parecía más chino que vietnamita, con todo el aspecto de pertenecer a la milicia del Vietcong. Durante dos largos días le torturaron y le golpearon.

«Intenté mantenerlo con vida, pero sabía que sus horas estaban contadas», recuerda otro superviviente de la Tiger Force, William Carpenter. Según consta en la investigación abierta años después por el Pentágono, los soldados se plantearon matarlo «haciéndole saltar por los aires con explosivos». Al final le dijeron que era libre, le dejaron correr y le dispararon por la espalda.

Las ejecuciones de los prisioneros enemigos empezaron a ser «una ley no escrita», de acuerdo con el ex sargento Miller. Al soldado San Ybarra le recuerdan aún ajustando un puñal al cañón del rifle y clavándoselo sin contemplaciones en la base del cráneo, a modo de garrote vil, a otro prisionero.

Con el tiempo, las mismas prácticas sanguinarias se empezaron a aplicar a la población civil. En junio se hizo prisionero a un anciano con ropas negras que parecía un monje budista y que se atrevió a quejarse del modo en que los soldados trataban a los campesinos. Los soldados le ataron las manos y le adhirieron una granada al cuerpo. Luego dijeron que llevaba explosivos para justificar su muerte y hacerle pasar como un «enemigo combatiente».

Pronto comenzó a popularizarse en el batallón otro ritual espantoso: la mutilación de las víctimas. Todos apuntan de nuevo al soldado Ybarra como el iniciador de la tradición, con aquel niño de 15 años al que mató para quitarle las zapatillas de deporte y al que luego cortó una oreja que guardó escrupulosamente en una bolsa de comida.

El periodista Ward Just, en su libro To What End, reveló. sin embargo, que en 1966, meses antes de empezara la traca macabra, un soldado de la Tiger Force envió por correo a su esposa en EEUU las orejas cortadas de varios de sus enemigos. El Ejército norteamericano conocía pues esta práctica aberrante, pero se sabe que de alguna manera la consintió.

Durante la investigación del Pentágono, al menos 27 soldados reconocieron que «coleccionar» orejas de las víctimas era «algo aceptado popularmente» y que poco después se pusieron de moda los «collares» de orejas -unidas con cordones de zapatos- que los soldados exhibían con orgullo para intimidar a la población.

«Hubo un período en que casi todos nosotros llevábamos collares de orejas», admitió el ex médico Larry Cottingham a los investigadores del Pentágono, que también descubrieron otra pasión inconfesable de los soldados en aquella cruenta guerra: la busca y extracción de muelas de oro en los cadáveres aún calientes.

Los hombres de la Tiger Force no tardaron en sufrir en sus carnes los rigores de la guerra en la jungla: dos soldados muertos y 25 heridos en la primera emboscada. La mitad de la compañía tuvo que ser evacuada, pero pronto llegaron los refuerzos, con el lugarteniente James Hawkins al mando. Con fama de despiadado, llegó con la misión de penetrar en el valle del Song Ve y forzar la evacuación de más de 5.000 campesinos, con la excusa de que el arroz que cultivaban servía para alimentar al enemigo.

El traslado a los campos de refugiados debía hacerse a punta de cañón; quienes no obedecieran las órdenes de los soldados, fueran mujeres, ancianos o niños, corrían el riesgo de morir acribillados.

«Nosotros no tomábamos partido en la guerra», relató al Toledo Blade el vietnamita Nguyen Dam, 66 años. «Todo lo que queríamos era que nos dejaran cultivar nuestras tierras». Dam salvó la vida porque se dejó trasladar al campo de refugiados de Nghia Hanh, donde vivió dos años empotrado contra un muro de cemento.Cuando regresó, el valle era un sembrado de fosas comunes.

El lugarteniente Hawkins se ganó el respeto y el temor de la tropa volándole la cabeza a un inocente carpintero de 66 años, Dao Hue, que cometió el delito que pedir a gritos que le dejaran vivir. «Ese derecho queda suprimido aquí», dijo Hawkins en el momento de apretar el gatillo.
El propio Hawkins, que ahora tiene 63 años, admitió ese incidente en declaraciones al Toledo Blade y justificó su acción «porque los gritos del campesino podían llamar la atención del enemigo». Hawkins recibió las garantías del Pentágono de que no sería investigado. Meses después, fue ascendido a mayor del Ejército.Al relevo de Hawkins llegó el coronel Gerald Morse, el jinete fantasma, presto a orquestar desde su helicóptero las acciones sanguinarias de la Tiger Force con sus unidades del Primer Batallón de la 327 de Infantería. Lo primero que hizo fue «rebautizar» sus compañías: la A de «asesinos», la B de «bárbaros» y la C de «cortagargantas». La finísima línea roja que separaba a los civiles de los enemigos saltó definitivamente por los aires en la región de Quang Nam, otoño del 67. El soldado Rion Causey, que ejercía como médico del escuadrón, no daba crédito a sus ojos: «Habíamos perdido cinco hombres y a otros 12 los teníamos heridos. Los soldados querían vengarse a toda costa. Todo el mundo estaba sediento de sangre». Causey confesó que en un solo mes contabilizó 120 víctimas, y reconoció que a los civiles muertos se les registraba como militares.

Las atrocidades de los últimos meses ocupan la parte más densa y escabrosa de la investigación que abrió el Pentágono. A una niña de 13 años la violaron y la degollaron sobre la marcha.A un bebé lo decapitaron para quitarle un colgante de oro. El objetivo era llegar a las 327 víctimas (en honor al número del batallón), pero se superó el listón con creces: el soldado Sam Ybarra, veterano del escuadrón, recibió una distinción por haberse adjudicado la víctima número mil. Noviembre del 67.

«Si llego a saber que la guerra acaba tan pronto, habría matado a más», admitió sin contemplaciones el ex sargento William Doyle, otro de los distinguidos por sus méritos en Vietnam: «Aunque maté a tantos que perdí la cuenta».

Doyle fue de los primeros en ser contactados por el equipo de cien agentes, al servicio del Pentágono, que investigó en 1971 las atrocidades de la Tiger Force. Doyle, 70 años, ha reconocido ahora al Toledo Blade que los investigadores le pidieron que mantuviera en secreto los crímenes de guerra.

Cuatro años y medio duró la investigación, impulsada por el impacto de la masacre de My Lai. El Pentágono había prometido mano dura contra los crímenes de guerra, pero el asunto pasó de mano en mano, de Nixon a Ford. El gigante norteamericano volvía a replegarse sobre sí mismo; luego vendrían las otras guerras.

El arrepentido, el orgulloso, el testigo

Rion Causey, 55 años, ingeniero nuclear, vive en Livermore, California.Se incorporó como soldado y médico con 19 años a la 'Tiger Force' y fue testigo de decenas de muertes de civiles desarmados. En un solo mes, entre mayo y noviembre de 1967, contabilizó 120 víctimas. «No sé cómo hay gente que puede seguir durmiendo como si tal cosa por las noches, 36 años más tarde», declara al 'Toledo Blade'.

«Yo no soy una persona religiosa, ni tengo todas las respuestas sobre la vida. Entonces tenía sólo 19 años, pero sabía que lo que estaban haciendo estaba mal, terriblemente mal». Herido en noviembre del 67, abandonó el escuadrón en helicóptero y recuerda aún cuáles fueron sus últimas palabras según abandonaba aquel infierno en plena jungla: «Que Dios os ampare por vuestras atrocidades».

William Doyle, 70 años, vive en Missouri. Se unió a la 'Tiger Force' como sargento en junio de 1967 y ha admitido al 'Toledo Blade' que mató a varios civiles, a varios prisioneros, e incluso a algunos intérpretes vietnamitas que fueron asignados a su unidad.Lejos de sentir remordimientos, asegura que lo único que lamenta es no haber sido aún más mortífero.

William Carpenter, 55 años, vive en Rayland, Ohio. Se incorporó como soldado a la 'Tiger Force' en enero de 1967, cuando tenía 18 años. Fue de los primeros en atreverse a contar los crímenes de guerra de la 'Tiger Force' al equipo de investigación asignado por el Pentágono: «Por un lado intentaban averiguar lo ocurrido.Por el otro, hicieron todo lo posible por ocultarlo y por mantenernos callados, porque no convenía reabrir las heridas de guerra».

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“Hueles eso? ¿Lo hueles muchacho? Es napalm. Nada en el mundo huele así. ¡Qué delicia oler napalm por la mañana!. Un día bombardeamos una colina y cuando todo acabó, subí. No encontramos un solo cadáver de esos chinos de mierda. ¡Qué pestazo a gasolina quemada! Aquella colina olía a… victoria” - Coronel Kilgore (Robert Duvall)


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Mijkhael, pásate por el hilo de presentaciones y hazlo de manera somera pero completa:
http://fauerzaesp.org/foro/viewtopic.ph ... 129#192129

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Tenemos un hilo especifico sobre Vietnam, seguiremos alli.

Cualquier duda o consulta via mp, porfavor.

Un saludo y cierro

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