Londres cierra el "año de los cuchillos" con cuatro asesinatos en menos de 24 horas
El último año se han registrado 80 muertes por apuñalamiento y más de 13.000 asaltos con arma blanca. Una tercera parte de las víctimas eran menores
La Commissioner of Police of the Metropolis del Metropolitan Police Service londinense Cressida Dick, ha dado la voz de alarma ante la oleada de ataques con cuchillos en Londres (80 víctimas mortales y 13.715 asaltos con arma blanca en el último año) y ha propuesto un cambio radical de estrategia para combatir la delincuencia en la capital británica como si "una epidemia de salud pública".
"La prevención funciona mejor que los refuerzos policiales", advirtió Cressida Dick, que achacó recientemente la situación a los recortes presupuestarios y al menor número de agentes en las calles. Entre noviembre y diciembre, el Metropolitan Police Service puso en marcha la así llamada Operación Noches de Invierno, con 900 detenidos y 359 armas incautadas. Aun así la criminalidad siguió en aumento (un 30% más que el año anterior) y culminó con el trágico asesinato de dos adolescentes y dos jóvenes en el último día del año.
"Es horrible que los crímenes de cuchillo se hayan cobrado otras cuatro vidas ante la llegada del nuevo año", declaró el alcalde de Londres Sadiq Khan. "Trabajaremos sin descanso en 2108 para intentar acabar con esta epidemia", terció el edil laborista, que advirtió que la policía está al límite y que le será muy difícil poder mantener el número actual de agentes (32.000) con los recortes impuestos por el Gobierno de Theresa May.
Una tercera parte de las víctimas mortales de los últimos doce meses (26) eran menores de edad. La comisaria-jefe del Metropolitan Police Service advirtió que el aumento de la delincuencia juvenil a niveles que no se veían en la última década está directamente vinculada al deterioro de las condiciones sociales en los barrios periféricos de Londres.
"La mayoría de los atacantes son gente que ha sufrido algún tipo de experiencia adversa en su infancia o en su juventud y que arrastra problemas familiares", asegura Cressida Dick. "Estas situaciones son las que conducen a resultados negativos y hacen que la gente sea propensa a la violencia, tanto a sufrirla como a causarla".
La Commissioner of Police of the Metropolis del Metropolitan Police Service propone emular el modelo de Glasgow. La segunda ciudad escocesa, que llegó a ostentar la tasa más alta de mortalidad y de criminalidad de Europa, ha logrado lavar su reputación en menos de una década con una aproximación de "salud pública" a la delincuencia, intentando atajar el problema desde la raíz con programas de empleo juvenil, de inserción social y de prevención de la violencia doméstica.
"Estamos realmente ante una epidemia que afecta a la salud pública y que va más allá del cometido del Ministerio de Interior", declaró a The Guardian la diputada laborista Sarah Jones, al frente del comité especial sobre la delincuencia con arma blanca creado en el Parlamento. El Gobierno británico ha creado también un grupo de trabajo interministerial para afrontar el problema que afecta no solo a a Londres, sino a la mayoría de las ciudades de Inglaterra y Gales, donde la delincuencia a punta de cuchillo se ha disparado un 17% el último año.
http://www.elmundo.es/internacional/201 ... b45a8.html"Querido Abdikarim, todos estamos conmocionados por este terrible suceso que ha acabado con tu muerte y no terminamos de aceptarlo. Te vamos a echar mucho de menos y estamos pensando en su familia. De parte de todos tus amigos de la Escuela William Ellis. No te olvidamos".
Abdikarim Hassan, 17 años, es la penúltima víctima de la epidemia de cuchillos que sacude Londres. Y William Ellis es la escuela pública de mi hijo pequeño, que en junio del año pasado sufrió ya un primer sobresalto con otra pelea a cuchilladas (a las puertas del colegio) que acabó con un adolescente malherido.
La nota con la que arranca esta historia está escrita en un ramo de flores, en el altar callejero levantado en memoria de Abdikarim, en el campo de fútbol de Peckwater Estate, donde solía jugar hasta el pasado martes. "Era un chaval muy brillante y muy listo, que no se metía en problemas", asegura su tío segundo Daaud Baalwaan. "Toda la familia está conmocionada. Su madre no puede creérselo: murió prácticamente en sus brazos"...
Hace ya dos años que escribí por primera vez una historia, titulada Londres, a punta de cuchillo, y desde entonces tengo la inquietante sensación de que la violencia acecha a cada esquina. Londres, más peligroso que Nueva York, fue otro titular más o menos reciente, y criticado por algunos por el tinte "alarmista".
Poco después, la cruda realidad acabó dándome la razón: Londres celebró a su manera el nuevo año con cuatro asesinatos con arma blanca en menos de 24 horas. El año 2017 se cerró con 80 muertos a punta de cuchillo (26 de ellos, adolescentes). En 2018 van ya 16 asesinatos, y los dos últimos ocurrieron en el breve espacio de una hora en Camden, el distrito donde vivo y en el espacio en el que a diario se mueven mis hijos.
Abdikarim Hassam fue acuchillado a las 8,30 de la tarde cuando salía de una tienda cerca de su casa, en Bartholomew Road. Le apuñalaron en el pecho no con una navaja, sino con un cuchillo descomunal, como los que usaron los autores del atentado del Puente de Londres. Se desangró ante los ojos de su madre, que se temió lo peor cuando vio la ambulancia y salió corriendo en su auxilio.
Una hora después, en la cercana Malden Road, murió acuchillado Sadiq Aadam, de 20 años, la tercera víctima mortal de una misma familia. Hace apenas seis meses fue asesinado su hermano, Mohamed Aadam, y hace tres murió por herida de cuchillo su primo Mohamed Abdullahi. Hubo un tercer ataque en la noche de los cuchillos: un adolescente de 16 años que sobrevivió a las heridas y se recupera en el hospital.
La policía ha detenido como sospechoso a un joven de 18 años y baraja la hipótesis de una guerra de pandillas callejeras entre la comunidad somalí de Camden, aunque los dos asesinados eran estudiantes universitarios y sin antecedentes. "La frecuencia con la que los jóvenes están dispuestos a quitarse la vida es alarmante", reconoce el inspector-jefe Paul Considine. "Todos tenemos un papel que desempeñar si queremos prevenir sucesos como éste".
"Estamos ante un problema nacional que requiere una solución nacional", ha proclamado el alcalde de Londres, Sadiq Khan, lanzando balones fuera. La secretaria de Interior, Amber Rudd, ha anunciado esta misma semana "una nueva estrategia" para hacer frente al "desastre" de la delincuencia con cuchillos que afecta por extensión a Inglaterra y Gales, pero ha advertido al alcalde que asuma su parte de culpa: "Esto no lo resolvemos sólo con dinero".
"¿Está matando la austeridad a nuestros hijos?", se pregunta en portada el Camden New Journal, que carga las tintas sobre las recortes draconianos en los programas de prevención y de apoyo a los jóvenes, por no hablar del "hachazo" de hasta un 20% de los presupuestos de la policía, la desaparición de los bobbies de las calles, la nueva generación de drogas y el resurgir de las pandillas callejeras.
Scotland Yard ha calificado lo que está ocurriendo como "una epidemia de salud pública", con más de 12.000 incidentes en un año. La voz de alerta la dio hace unos meses un cirujano londinense: estamos atendiendo ya a más heridos por cuchillo que a pacientes con apendicitis... Para hacer frente a la emergencia, la comisaria-jefa de Scotland yard, Cressida Dick, ha viajado recientemente a Glasgow, la ciudad que en una década ha logrado reducir drásticamente los ataques con cuchillos con la cooperación de los líderes comunitarios y con programas de prevención como No Knives Better Lives (No a los cuchillos, mejor vida).
Las cuchilladas de Londres las siento cada vez más cerca, ahora puedo decirlo. Poco queda de la ciudad apacible y hospitalaria que conocí hace seis años, en plena cuenta atrás de los Juegos Olímpicos, que la convirtieron en capital del mundo. De un tiempo a esta parte, tengo la sensación de vivir en una ciudad amenazante y cada vez más hostil, que está cambiando a peor ante nuestros ojos, mientras los políticos siguen enzarzados vergonzosamente en su peleas fútiles (y no voy a mencionar la palabra maldita).
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